No es la primera vez que Mariaca Semprún trabaja en una producción de Leonardo Padrón. La primera vez fue en la telenovela La mujer perfecta (2010), en la que interpretó a “La popular Shirley». Ha sido una gran responsabilidad, dice. Sabe que en el set no es vista como una actriz más. Ha sido la novia y ahora la esposa del escritor. Pero la actriz de 42 años de edad ha sabido separar lo personal de lo profesional. Su trabajo y su talento hablan por ella. Aunque reconoce: «Siempre ha sido difícil”.
Poco más de una década después, la actriz volvió a trabajar en una producción de Padrón, con quien se casó en 2021 luego de once años de relación. Forma parte del grupo de actores integrado por Laura Londoño, Julián Arango y Ernesto Calzadilla, entre otros, que se sumaron a la segunda temporada de Pálpito, la primera serie del escritor venezolano que llega a Netflix y que el año pasado fue una de las más populares en la plataforma. De su personaje se sabía poco hasta ayer, cuando se estrenaron los diez capítulos –cuatro menos que la anterior– que continúan con el drama protagonizado por Ana Lucía Domínguez, Michel Brown, Sebastián Martínez y Margarita Muñoz, que explora los límites morales de los personajes y lo que están dispuestos a hacer por amor. Semprún interpreta a Nicky Guerra, una cantante de bares y mejor amiga del protagonista, Simón Duque. “Estos personajes no vienen fortuitamente, cada uno de ellos tiene una razón en el entretejido de la trama y lo van a ver”, dice.
En esta oportunidad, ser la señora de Padrón no supuso tanta presión para la actriz. Al tratarse de una serie de Netflix –disponible en 190 países, subtitulada en 30 idiomas y doblada a otros 7– la audiencia es más amplia y no todos conocen su relación. Para la venezolana la preocupación era otra: conectar con un público que ya tiene una relación con los personajes de la primera temporada. “Tengo una ansiedad enorme porque yo no sé cuál va a ser la reacción del público”, dice la actriz sobre su debut en una producción de una plataforma de streaming. Una gran responsabilidad que espera le abra muchas puertas. “Creo que Pálpito puede ser una buena oportunidad para mí como actriz, para acercarme un poco al ambiente de trabajo de las plataformas, bien sea en Netflix como todas las que hay por allí”.
Emigrar forzadamente le ha permitido entender muchas cosas de la industria del entretenimiento y también abrirse a nuevos proyectos, espacios y audiencias. Le gustaría seguir actuando en plataformas de streaming, pero no se cierra a hacer televisión abierta, incluso consideraría aceptar un papel en una telenovela venezolana. “Me encantaría reconectar con mi público natural, el primero el que siempre estuvo allí”.
–Es parte del grupo de actores que se suma a la segunda temporada de Pálpito. ¿Cómo se da tu participación en la serie?
–Se planteó desde el principio que la segunda temporada iba a tener nuevos personajes para enriquecer la trama, que ya de por sí es bastante potente. Entonces, fui seleccionada en ese grupo, en ese majestuoso grupo de actores donde están Ernesto Calzadilla, Laura Londoño, Juan Messier, Julián Arango.
–Poco se sabe de tu personaje en la serie ¿Puede adelantar algo sobre el rol que interpretará?
–Se propuso que el personaje fuera cantante para tener la excusa y vincular al resto de los personajes con un asunto que no puedo revelar, pero que la va a incluir a ella en el conflicto de esta banda de tráfico de órganos y afortunadamente aceptaron la propuesta. Estoy figurando con el nombre de Nicky Guerra. Soy la mejor amiga del protagonista, de Simón Duque, interpretado por Michel Brown. (El personaje) es como la comadre, la que estudió con él en la universidad y tienen mucho tiempo conociéndose y mucha confianza. Es una cantante de bares y, como toda cantante, su sueño es que alguna disquera la firme y lograr hacer su propio proyecto como solista.
–En Pálpito Leonardo Padrón también funge como productor ejecutivo y participó en cada aspecto de la producción, incluyendo la selección de casting. Aunque no es la primera vez que actúas en una producción de él, ¿esto te genera algún tipo de conflicto o presión? ¿Es un peso que llevas encima?
–Por supuesto. Siempre lo ha sido, desde el día uno, porque recae en mí mucha responsabilidad. Yo no soy vista como una actriz más porque soy su pareja. El gran reto para mí ha sido deslastrarme de eso y hacer mi trabajo lo mejor que sé hacer para que la audiencia no piense en esto. Aunque esta es una audiencia worldwide, ocupa todo el planeta, y no necesariamente la gente que ve la serie por primera vez va a ver el vínculo personal que él y yo tenemos. Lo otro es que sí, sí estamos trabajando juntos en el mismo proyecto, pero en ámbitos tan diferentes y al final nos vinculamos muy poco a la hora del trabajo. Yo estoy en el set. Yo estoy con el director, con el equipo técnico, los camarógrafos, el elenco y él está en el rider room con sus guionistas, con sus escritores y con todo el equipo de Netflix. Entonces no, no estamos interactuando directamente. Aunque sí, a la hora de la chiquita, cuando nos juntamos, opinamos sobre lo que vemos, comentamos ciertas cosas que nos parecen, pero no es tan directo el trabajo como la gente piensa.
–Pálpito supone debates éticos y morales como el mercado negro de órganos y hasta dónde estamos dispuestos a llegar por amor. ¿Mariaca Semprún hasta dónde llegaría por amor?
–Es una pregunta que, inevitablemente, todos los que participamos en el proyecto nos hacemos. Fíjate que no tengo una respuesta muy concreta, lo que sé es que me he puesto en los zapatos de Zacarías, que es el villano por así decirle, y me cuesta saber qué haría yo en una situación como esa. Efectivamente, uno por amor, y sobre todo por amor a tu pareja o a un hijo, un padre, no se sabe de qué eres capaz, por eso es que yo al final no juzgo tanto el personaje de Zacarías porque era un enamorado, era un amor, quizás maldito, pero era el amor su motivación, quería salvarla porque quería estar con ella para el resto de sus días y quería protegerla, cuidarla. Entonces, no sé, yo me he paseado por esa pregunta y me da miedo la respuesta que pueda tener, por eso he evadido un poquito el asunto. Es una respuesta que supone todos los riesgos que conlleva la decisión, porque te conviertes en un criminal, en cómplice de una decisión de vida que la debería tener Dios, el universo o la Divina Providencia, pero no un ser humano. Por eso, en muchos países no existe a estas alturas de la historia la pena de muerte, porque en teoría no somos nosotros los que debemos decidir este tipo de cosas, sino la propia vida.
–Tiene una amplia trayectoria como actriz. Ha hecho teatro, cine y televisión, pero este es su debut en el streaming ¿Qué representa para su carrera llegar a Netflix? Además, en una de las series más vistas de la plataforma el año pasado.
–El reto es inmenso. Tengo una ansiedad enorme porque yo no sé cuál va a ser la reacción del público frente a esto. Los personajes anteriores están bajo una misma línea, entonces los personajes que entramos tenemos un doble reto con un éxito mundial: ver si vamos a tener el mismo enganche. El año antepasado trabajé en un proyecto con Telemundo, que es televisión abierta, pero que al final son proyectos que terminan en el streaming, en Netflix y en otras plataformas, pero sí es mi primer proyecto producido por una plataforma. Es otra puerta que se abre y también una responsabilidad gigantesca. Por eso, siento mucha ansiedad y nervios porque pueden pasar muchas cosas aquí. Estos personajes no vienen fortuitamente, cada uno tiene una razón en el entretejido de la trama y lo van a ver, se van a dar cuenta. Se van a dar cuenta al final por qué todos tenían que ver con todo y eso es lo magistral del guión también.
–Comienza a hacerse un nombre en el mercado latinoamericano luego de haber tomado la decisión, forzada, de migrar. ¿Qué ha supuesto para comenzar de cero, hacerse un nombre? ¿Qué tanto ha tenido que demostrar?
–Yo creo que el artista está, permanentemente, demostrando que está listo para una oportunidad, sea el más consumado, el que está trabajando y el que migró como yo. Esta migración para mí fue un reseteo total porque fue un cambio de mentalidad en todo. Ya yo no me estaba dedicando a mi público venezolano, con el que ya tenía códigos muy marcados, sino que ya era mucho más internacional. Afortunadamente, cuando salí de Venezuela fue con un proyecto llamado Piaf, voz y delirio, que era el musical sobre Edith Piaf y ya este es un personaje muy internacional. Entonces ya le estaba hablando a una audiencia mucho más amplia. Pude ir a España, Estados Unidos, México para hacer funciones para todo tipo de público y en Estados Unidos tuve la posibilidad de hacer la obra en inglés. Entonces, ya de entrada, mi primera salida me obligó a trabajar para un público que no sabía ni siquiera quién soy, de dónde vengo, y que igual disfrutara el espectáculo. Luego de esto también vino una revisión de qué iba a hacer con mi música. Ya venía arrastrando un proyecto que era el de La Lupe, que también fue otro monólogo musical que hice en Venezuela con mucho éxito y este fue el el álbum homenaje a la Lupe, un proyecto que estaba desde Caracas armándose y se culminó en Estados Unidos con mucho esfuerzo después de los tres años de la gira de Piaf. Para mí fue una inmensa reafirmación que estuviera nominado a dos Latin Grammys. Fue como ‘epa, esto es una buena señal, yo debería seguir por este camino y por el tema de la música latina’, que siempre ha sido mi fascinación; me encanta bailar, me encanta la música alegre y es un poco lo que pasa en Pálpito con mi personaje. A Nicky Guerra la llaman la tormenta tropical porque canta música latina y fusiones latinas. En la serie vamos a escuchar un poquito de eso y estos temas también son parte de mi nuevo EP.
–¿Cuál es el desafío más grande que enfrenta una actriz extranjera en un mercado como el mexicano o el latino en Estados Unidos?
–Es difícil, es un reto porque no estás en la lista de los 10 primeros a llamar para un proyecto, si no que estás peleando desde abajo hasta que llega la oportunidad. Insisto, yo creo que más allá de ser inmigrantes forzosos, que es una realidad, siempre todos los actores y todos los artistas estamos buscando esa oportunidad que te abra puertas para seguir avanzando y seguir creciendo. Yo creo que Pálpito puede ser una buena oportunidad para mí como actriz para ya acercarme a las plataformas, bien sea Netflix como todas las que hay por allí.
–¿Cómo fue la experiencia durante las grabaciones de Pálpito? ¿Qué destaca de trabajar en una producción de Netflix?
–Era la primera vez que trabajaba en Colombia, en Bogotá, y fue una experiencia completamente nueva para mí, un equipo nuevo con gente nueva. A algunos de los actores los conocía. Supuso un rato enorme porque teníamos el tiempo en contra. Entonces eran largas jornadas de trabajo hasta terminar lo que estaba pautado. Los estándares de calidad se cuidan muchísimo. Cuando vamos a una plataforma streaming hay menos permiso con las equivocaciones Los detalles se cuidan el doble porque no son proyectos que tienen 120 u 80 capítulos, solo 10 y cada capítulo tiene que ser mejor que el otro. Uno siente el cambio de hacer televisión abierta a brincar una plataforma streaming porque son otros estándares de calidad y otros niveles de producción.
–¿Con cuál formato te sientes más cómoda?
–Creo que en los dos, porque significan retos diferentes, son tempos diferentes. En la televisión abierta teníamos la la posibilidad de que en los estudios había tres cámaras a la vez y se hacía el truco del ponche, es decir, las escenas se hacían de una vez. En el streaming las escenas no necesariamente se hacen por cortes, entonces supone mayor nivel de concentración y de compromiso con el momento que estás viviendo.
–¿Después de Pálpito que viene? ¿En qué está trabajando?
–Con la salida al aire de Pálpito también viene el lanzamiento de un EP en todas las plataformas digitales y el lanzamiento del primer video de ese álbum La tormenta tropical, que lo haré con la familia Vivas/Díaz; ellos hacen un featuring conmigo en este video y ya se cierra este capítulo porque se hace el lanzamiento conjunto. Vamos a ver qué resulta todo esto. Ya llegando a Miami retomaré la temporada de Papá 4, que es un musical que se hizo el año pasado con mucho éxito y la gente quedó con ganas de que se repitiera y es por eso que lo vamos a hacer de nuevo. Es un musical que trata sobre la inmigración en Estados Unidos, específicamente en Miami, pero realmente le toca el corazón a todo el que haya abandonado su país por alguna razón, porque habla de la experiencia que vive el inmigrante.
–Deben haber sido muchos los castings que ha hecho, algunos con respuestas positivas, otros en los que has recibido un “no”. ¿Cómo lleva eso en este momento? ¿Le afectan mucho los “no” o ha aprendido a transformarlos en experiencias positivas?
–Es interesante. Al principio me frustraba un poco que nunca me llamaran después de los casting, pero luego me di cuenta, sobre todo porque viniendo de Venezuela ya tenía una carrera hecha y ya me llamaban para trabajar, que el actor siempre está haciendo castings. Al principio fue frustrante porque el golpe es radical. Entras a Estados Unidos, que además es gigantesco y hay una competencia no solo latina, sino americana infinita. Pero cuando comienzas a entender el mercado y te empiezas a comunicar con tus colegas te das cuenta de que un actor hace muchos más castings de lo que trabaja, incluso los más exitosos. Entonces, el trabajo del actor es buscar trabajo. Una vez que lo tienes, aprovéchalo, porque es una oportunidad limitada. Hay unos que tienen la fortuna de poder pegar un proyecto con otro, pero no es la realidad de la mayoría. Todos estamos todo el tiempo buscando una oportunidad. Ya lo he entendido y he entendido, además, que cuando un personaje es para ti te va a buscar hasta debajo de las piedras. Un bonito ejemplo es lo que pasó con Ana Lucía Dominguez en Pálpito, que al principio se planteó una protagonista, pero se enfermó, no pudo seguir y por cosas de la vida el personaje terminó siendo de ella, en un casting que juraba que ya había perdido.
–¿Cómo mira Venezuela a la distancia?
–La nostalgia es inevitable. Hay siempre un vacío dentro de uno que no creo que se cure nunca; sin embargo, como artista ya desde allá estaba planeando salir y hacer cosas afuera, porque siempre la meta de cualquier artista es la internacionalización. Artísticamente no estoy extrañando tanto porque la industria allá está un poco muerta, entonces a mí ya me tocaba como seguir mi camino como artista. Ahora, como ser humano y como venezolana, siempre voy a extrañar mis cosas, mis olores, mi tierra, mi idiosincrasia, mis códigos, que en una ciudad como Miami no estoy tan alejada, porque la comunidad venezolana es gigante. Aquí uno siente que está, no sé, en El Cafetal. Hay lugares venezolanos por todas partes y eso ayuda, porque sí he hablado con gente que está en otros países mucho más remotos y es más difícil.
–Un escenario hipotético: mejora la industria de la televisión en Venezuela. La llaman para darle un personaje importante en una telenovela. ¿Conversaría? ¿Aceptaría?
–Por supuesto. Si el proyecto es interesante, si el personaje está bonito, sí, me gustaría. Me encantaría reconectar con mi público natural, el primero el que siempre estuvo allí.