ENTRETENIMIENTO

María Luisa Tovar muestra la Venezuela que vivió a través de la cerámica

por Avatar Alba Freitas

La ceramista María Luisa Tovar (1902-1992) tenía la costumbre de organizar estupendos almuerzos con amigos y familiares en la Hacienda Valle Abajo, su casa. Junto con su esposo, Mauro Tovar, disfrutaba de tiempo de calidad en cada una de las comidas que compartían con reconocidas personalidades de la Venezuela de su época. En una oportunidad, la artista visual le comentó a los presentes, entre ellos Andrés Eloy Blanco, íntimo amigo suyo; Mariano Picón-Salas y Rómulo Gallegos: ҅Vamos a firmar unos platos y el próximo almuerzo lo servimos en ellos҆. Buscó los platos y los invitados firmaron con lo que se les ocurrió. Luego, Tovar tomó las piezas, las llevó a su taller, donde construyó uno de los primeros hornos de bloques refractarios del país, los quemó y los perpetuó en el tiempo.

Era el año 1943. Esa idea fugaz fue el inicio de una práctica artística y colectiva que llevó a María Luisa Tovar a diseñar 404 platos durante cinco décadas. El primero fue el de Andrés Eloy Blanco, una pieza sin mucho color que en el centro destaca unos versos escritos del poeta cumanés para su amiga: “Si tú me llegas a engañar me daría mucha tristeza el tenerte que quebrar este plato en la cabeza”. El escritor estampó su firma al igual que lo hicieron, después de él, grandes personalidades venezolanas e internacionales.

María Luisa Tovar

María Luisa Tovar | Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

Políticos, escritores, artistas plásticos, músicos, actores, deportistas y científicos de la época dejaron su firma para María Luisa Tovar. Durante cincuenta años, la artista se dedicó a realizar en cerámica platos que mostraran los dibujos de pintores como Armando Reverón, Manuel Cabré o Jesús Soto. No faltaron las partituras de grandes músicos, el nombre de Jacinto Convit; incluso personajes universales como John Fitzgerald Kennedy o los miembros de la tripulación del Apolo 11 dejaron su huella en las piezas que, con tenacidad y compromiso, hizo durante gran parte de su vida.

Casi treinta años después de su muerte, la familia Tovar Pantin, herederos del legado de la artista e intuyendo el valor de sus creaciones por ser pionera en la cerámica venezolana, decidieron valuar y catalogar su obra. Las piezas se habían conservado en la Hacienda Valle Abajo en buen estado. Llamaron a la curadora Tahía Rivero junto con la directora de la sala Espacio Arte al Cubo, Dennys Montoto, para que evaluaran las piezas. Fueran ellas quienes, tras tres meses de exhaustivo registro e investigación, propusieron que los platos se exhibieran en Caracas en una muestra titulada Tiempo y memoria.

María Luisa Tovar

Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

La exposición se presente en el Espacio Arte al Cubo ubicado en Cubo Negro, en Caracas, donde estará hasta el 21 de septiembre. Como un registro y documento cultural de los años 40 hasta los años 80, Tiempo y memoria mostrará la Venezuela que vivió María Luisa Tovar, ese país que fue en su momento la gran promesa de la modernidad.

María Luisa Tovar, una pionera

Al momento de describir a la ceramista y artista visual María Luisa Tovar, Tahía Rivero asegura que fue una caraqueña de su época. Hija de Nicómedes Zuloaga y Elisa Ramírez, hermana de la pintora Elisa Elvira Zuloaga, desde joven sintió afición por la cerámica y la escultura. Realizó estudios de escultura con Ángel Cabré i Magrinyà y en 1936 ingresó en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas. Allí fue discípula de Ernesto Maragall y formó parte del primer grupo de estudiantes del en ese entonces recién creado taller de cerámica que dirigía João Gonçalves. En 1939 viajó a Nueva York, donde se inscribió en la escuela de escultura fundada por Alexander Archipenko y siguió cursos de cerámica.

“Estos profesores siempre le recomendaron que se dedicara a la cerámica, para la cual tenía habilidad. Regresó a Venezuela, se casó con Mauro Tovar y armó el taller en su casa. En ese momento había un gran auge y un gran afán por las formas nuevas de la modernidad. Ella abandona todo elemento decorativo para dedicarse a la cerámica artística. Se convirtió en una de las primeras que surge con estas formas, es pionera de la cerámica de autor”, explica Rivero.

María Luisa Tovar

Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

Tras construir su taller, Tovar también destacó como docente, una profesión en la que desempeñó una importante labor. Dio clases y orientó  a muchas ceramistas contemporáneas, como Gisela Tello. “Fue una gran experimentadora también. Su trabajo con el vidrio da cuenta de esa experimentación. También es una gran caraqueña que vive en una casa tradicional en donde la porcelana, la vajilla y los platos conmemorativos tienen una gran importancia”, destaca Rivero.

Con el tiempo, su idea de elaborar los platos en los que servía el almuerzo para sus amigos y familiares, adquirió una gran dimensión. En palabras dela curadora, comenzó con un elemento que, si bien es decorativo, lo trasladó a otro ámbito: el del registro, el testimonio y el documento cultural. “Se fue armando así esta colección a lo largo de cinco décadas en las que ella tenía consciencia del legado que estaba construyendo, de esa memoria que cimentó”.

María Luisa Tovar

La curadora Tahía Rivero | Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

La importancia de María Luisa Tovar es incuestionable. Durante su trayectoria ganó el Premio Nacional de Artes Aplicadas, Salón Nacional Oficial, año 1946. En 1963 participó en la muestra Venezuelan Pottery en el Museum of Contemporary Crafts de Nueva York. Con ella se inició en el país el ejercicio de la cerámica como obra y con fines de arte. Su trabajo tomó dos rumbos divergentes: la cerámica y el vidrio.

“Es una gran artista y pionera. Esta es una exposición inédita de la cultura venezolana, de todo ese intercambio que hubo en su época, de ese gran país que fuimos, abierto al mundo, con una economía en crecimiento. Es importante ver este conjunto, esta instalación como un legado. Es un trabajo que de alguna manera rompe con la tradición modernista porque es colaborativo, colectivo. Ella cede la autoría para que otros trabajen los platos. En ese sentido es único, original, poco visto dentro del ambiente venezolano”.

María Luisa Tovar

Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

Tiempo y memoria en 404 platos

Al principio no estaba en los planes de Rivero y Montoto hacer una exposición como Tiempo y memoria. En realidad, el interés de los herederos de la artista era que investigaran, registraran y valoraran la colección de platos de María Luisa Tovar. “Con el tiempo nos interesó muchísimo, quisimos proponerla como una exposición porque creemos que hoy en día merece la pena verla. Muestra una Venezuela que está por desaparecer. Quisimos dejar registro de ella y mostrarla de esta manera”, cuenta Rivero.

Dennys Montoto y Tahía Rivero | Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

Tiempo y memoria muestra, entonces, la idea de la acumulación que queda patente en los platos con las firmas y el testimonio de las personas que se relacionaron con Venezuela en la época de Tovar. También mostrar ese país de redes y relaciones de amistad que vivió la artista; ella y su hermana Elisa Elvira Zuloaga, que está presente también en la instalación, viajaban con frecuencia a Francia. Se llevaban los platos, los hacían firmar por personalidades, volvían y los añadían a la colección. “Toda esta comunidad que está presente acá representa a toda la sociedad venezolana, al país y es interesante mostrarlo”, opina Rivero.

Montoto, por su parte, destaca el arduo trabajo que significó para ambas el poder identificar cada una de las 400 firmas. Durante el exhaustivo trabajo tuvieron la guía y el apoyo de Internet y de un libro editado en los 90 titulado Artesanía y Cortesía: Los Platos de María Luisa Tovar de María Fernanda Palacios. “Fueron dos días arrodilladas catalogando cada uno de los platos y viendo cómo los íbamos a colocar en la exposición. También tuvimos que llamar a dos restauradores para que nos apoyaran con aquellos que no estaban en muy buen estado”, relata la directora del Espacio Arte al Cubo y coordinadora de la muestra.

María Luisa Tovar

Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

Para instalar cada plato clavaron en la pared cuatro clavos que sirven de soporte. También elaboraron una breve guía biográfica de las personalidades que firmaron las piezas y que se podrán observar tras escanear los códigos QR debajo de cada plato. “Ha sido un esfuerzo enorme”, añade Montoto.

En palabras de Rivero, ambas emplearon en el proceso una metodología bastante rígida para catalogar y registrar cada pieza. Así, decidieron que lo más expedito sería organizar la muestra por décadas y en cada una de ellas añadir las categorías de los oficios de los que participan en los platos. “Todo ese trabajo nos tomó aproximadamente tres meses. Lo hicimos bastante rápido, quisimos trabajar en el tiempo que teníamos. Yo ya estaba familiarizada también con la obra de Tovar así que fue bastante rápido, pero un trabajo arduo”, cuenta la curadora.

María Luisa Tovar

Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

Una lectura al pasado

En la sala de exposición no hay espacio vacío: todas las paredes están repletas de platos y, en el centro, una mesa blanca también muestra más piezas. Allí reposan las obras que firmaron los grandes músicos de la época, estas se exponen justo al frente de una pared central donde se exhiben todos los platos firmados por los artistas visuales que conocieron a María Luisa Tovar. Rivero explica que la exposición ofrece dos lecturas en paralelo. La primera de ellas es la que puede hacerse al ver las piezas de los artistas visuales en la pared central. “Ellos están al fondo, porque son los que tienen mayor cantidad y pueden transmitir esa sensación de acumulación, de gran grupo y presencia de los artistas”.

Luego, agruparon los platos de los músicos que tienen una presencia interesante. Alrededor están los escritores, organizados por décadas. “Estas tres categorías son las que tienen más platos porque es el país cultural el que va quedando en evidencia. Si bien hay científicos, empresarios, políticos, economistas, la gran cantidad de participantes en este proyecto son los artistas visuales, músicos y escritores. Queríamos, además, que se pudiera hacer esta lectura armónicamente que sí tiene la intención de la acumulación porque eso te da idea de tiempo y participación. Esa fue un poco la metodología que utilizamos”, añade Rivero.

Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

Todo aquel que visite Tiempo y memoria de María Luisa Tovar podrá llevarse la idea de un proyecto colaborativo que tardó cinco décadas en gestarse. Tovar, junto con su hermana, familiares y amigos, logró un proyecto que para Rivero no deja dudas: la artista estaba consciente de la dimensión que iba a tener en el tiempo. “En los platos participan todos estos personajes que te llevan de un ámbito a otro. Esa multiplicidad y riqueza de espacios de trabajo, desempeño y excelencia de todos estos personajes nos lleva a comprender esto como un documento cultural. Esta muestra te lleva a entender al país. El que venga se va a ir de aquí se va con la satisfacción de conocer ese país que fue Venezuela cuando María Luisa estaba viva”.

También se dejará en evidencia el impacto trascendental que tuvo como artista en la cerámica venezolana. Fue una referencia primordial, una pionera que se atrevió a dejar el arte utilitario para dedicarse a la cerámica artística y a la cerámica de autor. Trabajó bajo una perspectiva conceptual que partía de una idea que iría consolidando en el tiempo. Tovar se atrevió a dejar de lado la acepción conmemorativa que tenían las vajillas del siglo XIX y XVIII. “Ella modifica la tendencia y lleva a otro terreno el plato, lo hace más accesible, colectivo, participativo y comunitario”.