Una libreta roja reposa en una de las tres sillas cubiertas con sábanas blancas; luce desgastada por el uso, sus páginas están amarillas. Ha pasado el tiempo. En su interior, aunque solo aparezcan los nombres de una larga lista de hombres, está escrita toda la vida de Cándida Magdalena Rivero Gutiérrez, caso número 0329, interpretada por Lianeth Hernández de 26 años. La joven, de 20 años, después de años de silencio, finalmente tuvo el valor para hablar y encontrar una luz en medio de la oscura habitación donde se enfrentó a los peores monstruos desde los 12 años. Lo único que ansía es libertad.
Cándida permanece sentada en la silla central; a sus espaldas, sin mirarla siquiera, está el oficial que le está tomando la denuncia, Julio Chacón Narváez. Su nombre también figura en la libreta roja, la única evidencia que tiene la joven de la violencia y abuso que sufrió en los últimos años. A él parece no importarle, le toma los datos y la declaración en medio de constantes cuestionamientos: «¿Por qué no lo denunció antes? ¿Tiene pruebas?». Así como Cándida cientos de mujeres en Venezuela son revictimizadas cuando acuden ante la justicia para exponer su caso. Por ese miedo a que las juzguen quien debería ayudarlas, otras cientos de mujeres prefieren callar. Cargan en el silencio el peso de su historia.
Con el caso de Cándida comienza la obra de teatro Magdalenas, dirigida por Rosmeris González, a cargo de la agrupación zuliana Socialité Teatro. La pieza, escrita por el dramaturgo y defensor de los derechos humanos Osmely Piña, busca evidenciar la importancia de denunciar los casos de violencia de género. En Venezuela la ONG Utopix ha registrado 175 femicidios en lo que va de año. Solo en septiembre se registraron 24 casos de femicidios consumados de los que se tengan registro en los entes judiciales. Hay muchos otros que se desconocen.
Las cifras van en aumento: en 2020 los femicidios se incrementaron de manera alarmante a 1 femicidio cada 34 horas. En el año 2016 ocurría 1 femicidio cada 72 horas. Para el año 2021 la media fue de 1 femicidio cada 36 horas. Este 2022 la media hasta septiembre es de 1 femicidio cada 37 horas, detalló la ONG. Utopix sostuvo que la mayoría de las víctimas tenían entre 16 y 25 años, y hubo 3 casos en los que la edad no apareció en las noticias.
Aimé Zambrano, directora y fundadora de la organización, explicó en el programa Claro y Raspao de Radio Fe y Alegría Noticias, que los femicidios de los que se tienen registro «se dan cuando el Estado actúa». Es decir, no se tiene un conteo de los casos que no fueron denunciados e investigados por las autoridades. No todas se atreven a denunciar y, cuando lo hacen, piensan que tal vez lo mejor era callar. «Para usted yo soy una loca más que está aquí para pedirle que su madre le devuelva un vestido. No es sorprendente pero por cosas como estas dudé tanto en venir acá», dice Cándida en la obra.
Junto a ella están otras dos mujeres, Catalina Magdalena Suárez, interpretada por Ismenia Caraballo, de 33 años y Celia Ferrer, interpretada por Chiquinquirá Rivero, 27 años. Sus historias, al igual que la de Cándida pronto se darán a conocer al público en una propuesta íntima y minimalista. Las tres tienen algo en común: decidieron romper el silencio y denunciar la violencia de género que sufrieron.
Magdalenas se presentará este domingo 20 de noviembre, a las 4:00 pm, en la sala La Viga del Centro Cultural Chacao en el marco del Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres el próximo 25 de noviembre.
“Ella se lo buscó, ella lo quería”
«Santa María Magdalena por favor intercede por mí. (…) Me gustaría que mi piel fuera transparente como el mar, que la gente viera que tengo un corazón. (…) Ojalá que ya no seamos valoradas por una cifra sino por nuestras emociones», dice Catalina Magdalenas Suárez, Caso 0455, mejor conocida como Catalina, la grande en Magdalenas; una trabajadora sexual popular por hacer sentir como un príncipe a quien la busca.
Al igual que Cándida, Catalina acude a las autoridades para introducir una denuncia por una injusticia: ser tratada como algo diferente a un ser humano. Al igual que Cándida, el oficial Chacón la trata con sarcasmo e ironía. El mismo trato le espera a Celia Ferrer, quien acudió en busca de una orden de restricción contra su pareja. Lo más difícil, cuentan las tres mujeres en escena, son las miradas juzgadoras después de alzar la voz: «Ella se lo buscó, ella lo quería», les dicen en la calle. «Ninguna de nosotras tiene que defenderse de los hombres, los hombres deben aprender a comportarse», insiste Catalina.
Como ellas en Magdalenas, las mujeres en Venezuela se enfrentan al acoso, la violencia y el abuso, muchas veces en silencio. La situación aumentó con la pandemia, momento en el que el grupo de teatro zuliano comenzó el proyecto que ahora llega a las tablas. Comenzaron con la lectura del texto, después tuvieron presentaciones virtuales, cuenta su directora Rosmeris González. Se informaron mucho. Incluso buscaron casos reales para llevar la pieza a escena.
Las actrices también tuvieron que aprender a transmitir las emociones, el trauma que sufren las mujeres en estos casos, una situación que les es ajena. El proceso no fue fácil y al principio les costó lograrlo: «Tenemos la responsabilidad de hablar por esas mujeres que no pueden hacerlo», asegura Chiquinquirá Rivero, periodista y actriz.
«Queríamos transmitir esa situación y una ventanita de esa realidad que se sigue ocultando», comenta. Magdalenas fue un proceso sentido, interno, íntimo. Muy ligado con los sentimientos. «Ha sido enriquecedor, fuimos testigos de cómo las víctimas tienen miedo de denunciar. Estamos aquí para insistir en que hay que seguir denunciado. ¿Qué pasa con los casos que aun no conocemos? Ponemos en la luz lo que las mujeres viven», afirma.
La directora asegura que ellas ya sabían lo que querían antes de comenzar la obra pero terminaron transformadas al finalizar el montaje. «Empezó un proceso de reflexión y empatía. Nos sensibilizamos más y aprendimos a notar las necesidades de otras mujeres», asegura.
Fue un choque para ella encontrarse con esta realidad. Ahora trata de estar más atenta y escuchar, algo que aprendieron también las tres actrices principales del elenco que completa el actor Alcides Villalobos interpretando al oficial. «A cada una de las mujeres que ha sido o es víctima de violencia le diría que dentro de ellas hay una mujer valiente callada, esa mujer existe. Denle la oportunidad de hablar porque es la única salida», asevera.
El silencio reina
En Venezuela, en 2000, se creó el Instituto Nacional de la Mujer (INAMUJER), Gaceta Nº. 5398 de fecha 26-10-99, decreto 428, organismo que busca la igualdad de derecho entre hombres y mujeres. Su misión es lograr que se tomen en cuenta y se llevan a cabo dentro del poder ejecutivo los lineamientos de las políticas públicas a favor de las mujeres.
En 2007 entró en vigencia la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. La ley permite sancionar el delito de maltrato a la mujer y tiene por objeto prevenir, controlar, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer en cualquiera de sus manifestaciones. También implica asistir a las víctimas de los hechos de violencia. La idea de promulgar esta ley fue mantener el respeto a la dignidad e integridad física, psicológica y sexual de la mujer. Sin embargo, la realidad, cuando se hace una denuncia, es muy distinta y eso es lo que evidencia Magdalenas.
«Como mujer me abrió los ojos. Sí me afectó emocionalmente, me hace estar alerta cuando un hombre se acerca a mí. También me ayudó a entender que debo estar prevenida», confiesa, por su parte, la también doctora Ismenia Caraballo.
Como médico, Lianeth Hernández coincide con ella: ahora indaga más cuando llevan a las niñas al médico y es más empática con sus pacientes mujeres. «No doy solo un tratamiento, escucho más y estoy más pendiente», señala. En el teatro, junto a ellas, Chiquinquirá Rivero también aprendió a ser más empática y sensible con la realidad de las otras personas. «A veces, sin querer, juzgamos a la otra mujer sin saber cuál es su realidad. Como seres humanos la transformación ha sido enorme», asevera.
Las tres actrices de Magdalenas están conscientes de que es difícil hablar de este tipo de situaciones pero insisten a las víctimas que la solución es denunciarlo. «No puedo decirles que será fácil, pero hay que pensar en todas esas mujeres que se quedan calladas. Tenemos que ser valientes», asegura Caraballo.
En el caso de Hernández les aconseja a las mujeres que nunca se queden en un sitio donde no se sientan valoradas. «Pero es importante que nunca se queden calladas», insiste. Rivero concluye: «Está bien pelear, alzar la voz, denunciar. Nadie tiene que aguantarle nada a nadie. Nunca puedes permanecer en un sitio donde te maltratan y finges. El silencio es el peor enemigo. Y no puede seguir reinando».