Reguetón, reggae, fado y balada folk son algunos de los géneros que fusiona la Reina del Pop en su nuevo disco, que sale a la venta el viernes. Un álbum de 13 canciones, algunas de las cuales ya se han filtrado por Internet
En Madame X, primer disco en cuatro años de Madonna, la Reina del Pop entrega uno de los discos más arduamente trabajados de su carrera a la búsqueda de una libertad que se traduzca tanto en unas fórmulas musicales inéditas para ella como en una suerte de mensaje político para el mundo.
Será este viernes cuando se publique en todo el mundo el decimocuarto álbum de estudio de su carrera, aunque el disco de 13 canciones que componen su edición estándar corretean filtradas desde hace días por Internet, para no fallar a la tradición que persigue a esta artista.
De sus primeras escuchas y de la acogida popular de los anticipos lanzados al mercado de manera oficial, se infiere que Madame X no contiene ningún tema que vaya a asaltar las listas de ventas copadas por el reguetón, uno de los muchos estilos que asimila el álbum, pero esa mezcla de géneros, lejos de condenarlo, hace de este uno de sus trabajos más redondos.
Más allá de la incorporación doble de Maluma (participa en otro tema titulado “Bitch I’m Loca”) o Anitta (“Faz Gostoso”), no se percibe un ejercicio para resultar más moderna o por extraer algo de las energías de estrellas jóvenes exitosas comercialmente.
Junto a la artista, a los mandos de esa mezcla venida de Angola, Brasil y España destaca la presencia como productor principal del francés Mirwais Ahmadzaï, conocido sencillamente como Mirwais en el ámbito artístico, que ya había trabajado con ella en Music (2000), en American life (2003) y en el celebrado Confessions on a Dance Floor (2005).
La feliz noticia es que queda mucho por descubrir, como la bella “Crazy”, porque tal y como lo diseñó Madonna, mejora con mucho la degustación individual de cada tema. Fruto de su residencia desde 2017 en Portugal, conjuga reguetón (“Medellín”), batuka (“Batuta”), fado (“Killers Who Are Partying”), reggae (“Future”), balada folk…
Y el trasfondo no es puramente formal o estético, sino que la inclusión de cada uno de ellos parece respaldar también el compromiso político del álbum, un espíritu que no se apreciaba en una obra de Madonna desde los tiempos del citado American life (2003).
Estilo Kahlo
Ahí están “I Rise”, el tema que cierra la edición estándar, concebido como un himno para sobreponerse a las adversidades de la sociedad y dar voz a los pueblos marginados que piensan que “no tienen una oportunidad de dar voz a sus mentes”.
El tema incluye unas frases de Emma González, superviviente de un tiroteo de una escuela de Estados Unidos y cofundadora del grupo Never Again MSD por el control de armas en el país.
También destacan “Future”, en el que colabora el rapero Quavo, y “Dark Ballet”, con un impresionante videoclip protagonizado por el artista transgénero Mykki Blanco como una Juana de Arco negra que se enfrenta a la intransigencia de las autoridades religiosas.
“Madame X es una monitora de cha cha cha, una profesora, una jefe de Estado, una ama de casa, una amazona, una prisionera, una estudiante, una madre, una niña, una monja, una cantante, una santa, una prostituta”, recitaba la voz en off de su autora en el video que sirvió para presentar esta nueva caracterización, una espía que viaja por el mundo luchando por la libertad y trayendo luz a lugares oscuros.
Madonna, que en la portada del disco aparece imbuida por la estética de Frida Kahlo y con la boca cosida por el título del álbum, cuenta que fue así, Madame X, como la llamó su profesora de baile cuando tenía 19 años de edad: “Cada día vienes a la escuela y no te reconozco. Cada día cambias tu identidad. Eres un misterio para mí”. Y ahí permanece, 40 años después, viva, enigmática y libre.