«La vida es corta», dice Christopher Moltisanti (Michael Imperioli) en el sexto episodio de la sexta temporada de Los Soprano mientras de fondo suena “Comfortably Numb”, el clásico de Pink Floyd en la versión que aparece en la película de Martin Scorsese Los infiltrados, una de las favoritas de Christopher y su “tío” Tony (James Gandolfini). La escena no solo confirma la verdad de Perogrullo dicha por Moltisanti, sino que también resume el complejo vínculo entre ambos y funciona como un perfecto puente lleno de referencias y señales del estilo de escritura de David Chase, creador de la serie y coguionista del episodio, con Los santos de la mafia, el film que llega este jueves a los cines para retratar el mundo de Tony Soprano antes de que se convirtiera en el hombre que los espectadores conocieron -y no pudieron evitar adorar- en la serie de HBO.
Con el estreno de la película escrita por Chase y dirigida por Alan Taylor -uno de los realizadores que trabajó junto a él en la serie-, para el público que ya vio el programa los nombres, los escenarios y las caras en pantalla sonarán conocidas aunque con menos canas y, en algunos casos, algo más de pelo. Pero más allá del juego de reconocer en los nuevos actores a los viejos personajes -o de maravillarse con el parecido entre Michael Gandolfini, el hijo del fallecido James, que interpreta al personaje de su padre durante la adolescencia-, aquí de lo que se trata es de volver a ese universo de Nueva Jersey en el que los espectadores se sumergían cada domingo desde que se estrenó el programa en 1999.
Catorce años después del episodio final que dejó a muchos esperando que después del fundido a negro llegara otro capítulo, otra temporada o una película que continuara la saga sangrienta de Tony Soprano y los suyos, Chase finalmente escribió una nueva vuelta por el barrio aunque, fiel a su estilo, lo hizo en sus términos, explorando el pasado de los mafiosos italianos en 1967, año de las protestas violentas provocadas por las tensiones raciales en el lugar. Así, aunque Los santos de la mafia comienza 32 años antes de los hechos narrados en Los Soprano y es posible verla, entenderla y disfrutarla sin haber visto la serie, lo cierto es que seguramente cobrará un sentido muy distinto para los que sí la siguieron con interés.
Claro que aún ese público “experto” puede necesitar recordatorio de algunos de los episodios que se conectan directamente con la trama de la película, que gira en torno a Dickie Moltisante (Alessandro Nivola), el padre de Christopher y mentor de Tony. Una presencia inmensa en la vida de ambos personajes aunque para el tiempo retratado en el ciclo televisivo llevara décadas muerto. Como ayuda memoria, además del episodio mencionado en el principio, “Kennedy and Heidi”, acá siguen algunos de los capítulos de la serie -hoy disponible en HBO Max- que conviene tener frescos en la memoria antes de ir a ver el film a los cines.
El piloto
Antes de ser un fenómeno, la serie que cambió para siempre la TV y sus modos de producción, Los Soprano presentó un primer episodio sorprendente, uno que se estudiará por décadas por su efectividad en plantear su narrativa y establecer un tono que luego sostendría por seis temporadas y media, a lo largo de 85 capítulos que dejaron a los espectadores con ganas de más. Pero esa primera presentación contiene mucho de lo que vendrá: la inestabilidad emocional de Tony Soprano que lo fuerza a consultar a una terapeuta en secreto para no mostrarse vulnerable en el ambiente de la mafia, donde tener ataques de pánico equivaldría a ser un blanco fácil de los enemigos, amigos y familiares. Allí también aparecen los primeros indicios de la complicada relación entre el personaje central y su “sobrino” Christopher (Michael Imperioli), su tío Junior (Dominic Chianese) y su madre Livia (Nancy Marchand). La película viaja al origen de esos vínculos para revelarlos en toda su patológica gloria.
La inspiración
En el episodio siete de la primera temporada, “Down Neck”, aparece la conexión más explícita entre la serie y la película. Allí, al lidiar con los problemas de su hijo A.J. en el colegio, Tony reflexiona sobre su propia adolescencia. En un flashback se ve al joven Tony escondiéndose en el baúl del coche de su papá, Johnny Boy Soprano, para ir al parque de diversiones. Tras ser descubierto, no le queda otra que tomarse un colectivo hasta el lugar, y al llegar ve a su padre y sus amigos siendo arrestados. Todo transcurre en 1967, durante la época de los disturbios de Newark retratados en la película. Aunque el film gira en torno a Dickie Moltisanti, la escena del encarcelamiento en el parque aparece para reflejar el papel de padre sustituto que cumplirá Moltisante mientras el papá de Tony está en la cárcel.
Los mafiosos y las mujeres que los aman
Se podrían escribir libros enteros sobre la relación entre Tony y Carmela Soprano (Edie Falco) y en gran medida la serie exploró el tema del derecho y del revés, pero al hacerlo también le dio espacio a las otras mujeres en la vida del capomafia, como su madre Livia y sus “novias”, artículos de primera necesidad para los muchachos del crimen organizado. Y algo de esa misógina tradición aparece en “In Camelot”, el episodio en el que Tony conoce a una de las amantes de su padre, quien le relata historias sobre el pasado que él no conoce y sin embargo emula. Esos vínculos entre las mujeres de la familia, las oficiales y las otras, son el catalizador de buena parte del relato de Los santos de la mafia.
El vengador
En Los Soprano, la figura de Dickie Moltisanti tiene el tamaño de una leyenda. Asiduamente evocado pero largamente fallecido, el papá de Christopher y mentor de Tony, sobrevuela toda la serie aunque nunca aparece en ella. De todos modos su presencia pesa fuerte en el episodio de la cuarta temporada “For All Debts Public and Private”, en el que Tony le cuenta a Christopher la historia del asesinato de su padre. O más bien le da una conveniente versión de lo sucedido que resulta en la ejecución de un policía retirado, viejo aliado de la familia, que según Tony fue el que apretó el gatillo del arma que mató a Dickie. Aunque, como todo con el inteligente líder mafioso, la diferencia entre la verdad y la manipulación es borrosa, casi imperceptible.
Una cuestión de familia
Cuando la serie empezaba su gira de despedida y ya parecía que el pasado se quedaría muerto y enterrado, “Soprano Home Movies” (capítulo 13 de la sexta temporada), demostró que aún quedaban muchos esqueletos en el armario de la familia. Así, en un viaje de fin de semana a la cabaña de Bobby Bacala (Steve Schirripa) y Janice (Aida Turturro), la hermana mayor de Tony, las peleas fraternales regresan al pasado para revisar la conflictiva relación entre Livia y Johnny Boy, sus padres, que en la película interpretan Jon Bernthal y Vera Farmiga con la justa carga de explosiva emocionalidad que justifica la combustible relación de sus hijos adultos.
Todo tiempo pasado…
Con el título de “Remember When”, el episodio quince de la última temporada del programa planta varias semillas de la película que vendrá. En un viaje en coche a Florida provocado por una investigación del FBI alrededor del asesinato de un tal Willie Overall, la primera muerte a manos de Tony, él y Paulie Walnuts (Tony Sirico), hablan sobre los buenos viejos tiempos, aunque como se verá en Los santos de la mafia, los recuerdos no sean especialmente fieles a lo que realmente sucedió. De todos modos, es una buena oportunidad para comparar la composición que hace Sirico del vanidoso Paulie con la de Billy Magnussen (Made for Love) en la película.
Volver al lugar de los hechos
Para los “Sopranofilos”, Los santos de la mafia estará poblada de referencias y seguramente se entretendrán mucho al encontrarlas, como quien visita el barrio de su infancia después de años de ausencia. Y de todos los rincones que aparecen en el paisaje urbano de la película quizás el más significativo para los fanáticos de la serie sea la heladería Holsten, el escenario de la última discutida escena de “Made in America”, el último y discutido episodio de Los Soprano que en Los santos de la mafia regresa a la escena del ¿crimen? Seguimos sin saberlo.