Una teoría sobre el humor lo define como «poner algo donde no va». Así de simple, y así de difícil. En Los locos Addams este concepto se potencia hasta el infinito, atravesando no solo a la historia y a los personajes, sino también a los géneros. En la serie, que antes había sido viñeta y después película, el horror, el humor y la comedia absurda golpearon de lleno en el tan mentado «estilo de vida americano» cuestionándolo y resignificándolo. Un pecado que sus creadores y protagonistas terminarían pagando caro.
Si algo caracterizaba al guionista y dibujante Charles Addams, además de su genialidad, era su inconformismo, su búsqueda de provocación a como diera lugar. En la década del 30, las historietas pisaban fuerte y eran terreno fértil para cavar trinchera y disparar contra instituciones, normas sociales y convenciones, reseña La Nación.
A partir de 1933, desde las páginas de The New Yorker, el artista ensayaba ejemplar una provocadora radiografía de la sociedad norteamericana. Así, mientras su nombre comenzaba a llamar la atención, Addams empezó a probar cosas nuevas, entre ellas el cruce de géneros como vehículo para el sarcasmo. Brujería, magia negra, monstruos, sacrificios tribales, extraterrestres: sus caricaturas se diferenciaban del resto y el artista consolidaba un estilo propio y controvertido.
Entre las muchas pruebas, e inspirado por la serie de películas en las que Abbot y Costello se cruzaban con los monstruos más monstruos de la Universal (Frankenstein, Drácula, El hombre lobo, etc.), Addams centró esfuerzo y humor negro en una familia sin nombre, de lúgubres costumbres y poderoso contraste con los lectores. La mansión victoriana, una familia tipo, más un tío pelado con pinta de científico loco, una señora mayor estilo bruja y un mayordomo que parecía primo lejano de Frankenstein. Fue un suceso.
Familia muy normal
Lo que empezó como una historieta semanal enseguida se recopiló en un libro llamado Homebodies, que fue un éxito de ventas. Así transcurrió la década del 50, donde el universo de la familia sin nombre comenzó a crecer, para alegría de sus cada vez más entusiastas seguidores. Entre ellos el productor David Levy, que le daría a la familia Addams identidad televisiva.
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Por entonces ejecutivo de ABC, Levy estaba convencido de que hacer una serie con actores a partir de la historieta sería un éxito. Así se lo hizo saber a Charles Addams, que se entusiasmó a la par con la idea. Pero había un problema, más allá de sus sketchs dibujados, de los personajes no se sabía nada, ni siquiera sus nombres. El primer encargo para el dibujante fue aportarles identidad y una historia que se pudiera desarrollar en capítulos semanales. Estuvo de acuerdo, siempre que no tuviera que lidiar con casting, actores o incluso guiones.
Addams no se complicó demasiado, le puso a la familia su propio apellido y los transformó, por orden de aparición en Gómez, Morticia, Fester, Pugsley (después de descartar «Pubert» por miedo a que los censores lo vieran como una referencia al vello púbico), Wednesday, It y Lurch; versiones originales de nuestros Homero, Morticia, Lucas, Pericles, Merlina, Dedos y Largo.
Mientras el «pater familias» desarrollaba contrarreloj características básicas para sus creaciones, Levy comenzaba a delinear un elenco acorde con el modesto presupuesto que pensaban invertir en ABC.
El primero en llegar fue John Astin: «Venía de hacer Amor sin barreras (West Side Story). Previamente había trabajado en la película de James Garner, The Wheeler Dealer. Me llamaron los productores para hablar conmigo de un par de películas y de una serie de televisión basada en las caricaturas de Charles Addams. En la reunión me dijeron que la idea de ellos era construir la historia alrededor del mayordomo, algo así como ‘Las aventuras de Largo’, aunque todavía no tenía nombre, y querían que lo interpretara yo. Me fui pensando que eso no iba a funcionar, pero como en ese momento no tenía trabajo, pensé en decir que sí. Mientras imaginaba cómo sería actuar con tanto maquillaje recibo un llamado de David Levy, quien había estado presente en la reunión pero no había hablado mucho. Me citó en el Polo Lounge del Beverly Hills Hotel y, martinis de por medio, me contó su idea: hacer una serie tipo Papá lo sabe todo (Father Knows Best) pero con personajes diferentes. Y me quería a mí para el padre de la familia. Me mostró la descripción que días antes había hecho Charles Addams, y varias ideas de nombres para el personaje. Juntos elegimos Gómez».
Morticia (único nombre que no cambió con el doblaje) estuvo a cargo de Carolyn Jones, talentosa y hermosa actriz, que tenía recorrido un camino en Hollywood bastante más extenso que el de su coequiper. Aunque venía de «papeles serios», a la estrella le gustó jugar con un personaje completamente ajeno a ella, mezcla de ama de casa y femme fatale.
La producción de Los locos Addams tocó el cielo con las manos cuando Jackie Coogan apareció con la cabeza totalmente rapada a audicionar para el papel del Tío Lucas. Además de niño prodigio del cine mudo, y compañero de Charles Chaplin en El pibe (The Kid), Coogan buscaba su revancha en Hollywood, luego de una larguísima batalla legal con sus padres, que le robaron toda la fortuna que había ganado como niño actor. De su lucha -que en buena medida opacó sus logros artísticos- nació en California la llamada «Ley Coogan», que todavía hoy protege a los niños actores de ser explotados.
Años después, John Astin recordaría a su amigo: «Jack fue una de las personas más interesantes que he conocido. Era más divertido pasar el tiempo con él que con cualquiera en el set. Aunque a menudo no estábamos de acuerdo en muchos temas, su experiencia, su conocimiento, su estilo y su gusto por los placeres de la vida eran tan profundos que se volvía un placer estar junto a él. Era un actor muy talentoso e increíble, podía quedarse dormido en cualquier lugar en cualquier momento, despertarse de pronto y hacer su parte de manera brillante«.
Para los niños Addams, se buscaron dos debutantes: Ken Weatherwax (que llegó al elenco con las credenciales de ser sobrino del entrenador de Lassie) y Lisa Loring, de 8 y6 años de edad, respectivamente.
Cuando comenzó la grabación de la serie, Lisa no sabía ni leer ni escribir, así que la producción le puso un asistente que le repetía cada diálogo para que ella lo aprendiera de memoria justo antes de empezar a filmar cada escena. A Ken este trato preferencial no le gustaba mucho, y a lo largo de las semanas comenzó a comportarse como un verdadero hermano mayor de Lisa, haciéndole bromas de mal gusto y peleándola. Cuando la relación amenazó con descontrolarse, Astin y Jones intercedieron, como si fueran sus verdaderos padres. Como decían, una familia muy normal.
Cada personaje en Los locos Addams tenía características distintivas bien definidas y no se movía de allí, pero había uno en particular cuyo registro era más amplio, y en esa cualidad radicaba su interés: Largo. El mayordomo de los Addams podía moverse pesadamente y gruñiendo, pero también ponerse a bailar con Merlina o deleitar al grupo como experto ejecutante de clavicordio. Se necesitaba un muy buen actor para componer desde el minimalismo gestual y la entrega física. Ted Cassidy fue ese hombre, alguien a quien el programa le dio todo, pero siempre lo odió.
¿Llamó usted?
Dos metros de altura y una voz profunda, fueron las dos características que le dieron a Cassidy el papel de Largo. Actor meticuloso, luego de leer la descripción que Charles Addams hacía de su personaje, el intérprete lo trabajó como una mezcla del Boris Karloff de Frankenstein y el mayordomo homicida de The Old Dark House, todo ello procesado y pasado por el tamiz del humor.
«Ted era un actor muy serio y muy talentoso -cuenta John Astin-. Durante gran parte de su vida no le gustó que lo conocieran por su personaje de Largo. Creo que no pudo disfrutar ni siquiera por un tiempo la maravillosa actuación que hizo. Usó un estilo clásico, se metió tanto que uno podía sentir el sufrimiento interior de este hombre. Le aportó sus buenos modales, su intelecto, hizo algo realmente único. Es muy difícil para cualquiera recrear lo que él hizo».
A pesar de su disgusto, Cassidy se entregó por completo a Los locos Addams, no solo interpretando a Largo sino también siendo la mano de Dedos. Luego de cancelado el programa retornó al personaje haciendo la voz de la versión animada que produjo Hanna-Barbera en 1973; también fue parte del film que reunió a todo el elenco en 1977, como parte de un especial por Halloween. Paradójicamente, el hombre que en la serie solo podía gruñir desarrolló su carrera como actor de voz en comerciales, dibujos animados y en la apertura de la serie El increíble Hulk, último trabajo antes de su muerte en 1979, a los 46 años de edad.
Yo estoy al derecho, dado vuelta estás tú
Los locos Addams se estrenó en Estados Unidos por la cadena ABC el 18 de septiembre de 1964, una semana antes de que en NBC -por entonces su principal competencia- debutaran Los Munsters, otra familia de monstruos que durante dos años le disputó ideas y rating. Sin embargo, y a pesar de los innegables parecidos, había una diferencia sustancial entre ambas propuestas: mientras los Munsters se esforzaban en llevar una vida normal acorde con los parámetros sociales de la época, los Addams ponían en juicio los valores tradicionales. A ellos no les interesaba adaptarse al mundo, simplemente no entendían por qué el mundo los veía diferentes. Esta sutil y contundente diferencia hizo que no solo los chicos se entusiasmaran con la serie, sino también sus padres, que descubrían ese metamensaje y lo disfrutaban mucho. Ni hablar de la sensual Morticia, que resultó un imán para el público masculino, así como también Largo, que a finales de 1964 fue elegido por voto popular femenino como «el hombre más sexy del año».
También fue parte del éxito la inolvidable partitura de Vic Mizzy y su idea de que en los títulos de apertura los actores chasquearan los dedos, hoy un actoreflejo para cualquiera que escuche la canción. Y si de sutilezas se trata, otro punto muy alto en la construcción de los guiones fue transformar el humor negro en absurdo, con un padre de familia fumador de habanos e ínfulas de Groucho Marx (muy amigo de Nat Perrin, otro de los productores de la serie).
En otro ámbito impensado en el que Los locos Addams dejó huella fue en el de la salud. A lo largo de sus dos temporadas, muchas revistas recogieron testimonios de psiquiatras hablando maravillas del show. John Astin: «Nos sorprendió muchísimo la primera vez que lo vimos. Muchos psicólogos y psiquiatras elogiaban nuestro programa. Porque, aunque la familia a primera vista era extraña, el mensaje subyacente era muy bueno. Tenías a un matrimonio genuinamente enamorado, dos niños que eran respetados por sus padres y a su vez también los respetaban. Y una familia que se apoyaba mutuamente ante cualquier situación. Todo el mensaje era muy bueno, y permitió que The Addams Family transmitiera muchos valores importantes para la época».
Dos años y 64 episodios después de su estreno, Los locos Addams fue cancelada el 2 de septiembre de 1966, y nadie supo bien por qué. La versión oficial de ABC fue que sus estudios de marketing revelaban que los televidentes ya no estaban interesados por ese tipo de historias, aunque el rating decía lo contrario. Sus creadores, en cambio, aseguraron que la decisión tuvo que ver con el levantamiento de The Munsters, en mayo de ese mismo año. ¿Coincidencia, miedo o un arreglo espurio entre las dos cadenas de televisión? Nunca se supo la respuesta.
Una franquicia inagotable
Parece que muy fiables esas encuestas no fueron, porque desde su levantamiento, los Addams volvieron periódicamente en cuanto formato hubo. Como ya se dijo hubo un intento de revival para la celebración de Halloween de 1977, una serie animada producida por Hanna-Barbera que tiene como curiosidad que el vehículo familiar es una versión alargada del Espantomóvil de Los autos locos, con nube de lluvia incluida.
Luego llegaron dos películas –Los Locos Addams (1991) y Los locos Addams 2 (1993)- protagonizadas por Anjelica Huston, Raúl Juliá, Christopher Lloyd y Christina Ricci, que tomaron muchos elementos de la historieta original y los sumaron al universo creado por la serie. El resultado fue una adaptación precisa, aunque menos disruptiva que su versión televisiva. Entre sus muchos aciertos estuvo el de recuperar el nombre «Pubert» para un nuevo bebé; y entre sus decisiones más polémicas, cambiar el origen del Tío Lucas, convirtiéndolo en el hermano de Homero. El año pasado también se estrenó un largometraje de animación (que promete continuación en 2021), con una precisa adaptación de los trazos creados por Charles Addams hace casi un siglo.
Los locos Addams incluso fueron adaptados a nivel local por Enrique Pinti. En 2013 se estrenó en el Teatro Opera Si sos un Addams, con Gabriel Goity como Homero, Julieta Díaz como Morticia, y Laura Esquivel en el papel de Merlina.
De todos los proyectos, quizás el más interesante sea el que está por venir. Tim Burton anunció que planea hacer una nueva versión con actores, en formato serie y con el apoyo de Netflix para su distribución a escala mundial. Forman también parte de la virtuosa sociedad Alfred Gough y Miles Millar, conocidos por haber sido los responsables de Smallville.
Aunque todavía no se dieron mayores detalles, se habla de un lanzamiento en 2022, y muchos fans que conocen los puntos que calza el realizador, ya sueñan con un reparto en el que Johnny Depp sea Homero y Eva Green, Morticia.
El entusiasmo ante este y el resto de los proyectos precedentes demuestra que Los locos Addams es un fenómeno cultural que todavía se hace escuchar bien fuerte. Como un hombre lobo en una noche de luna llena.
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