Como un testimonio íntimo, para no olvidar, el célebre músico brasileño Caetano Veloso narra en un documental, presentado este domingo a la prensa en la Mostra de Venecia, los 54 días pasados en la cárcel durante la dictadura militar en Brasil (1964-1985).
Con el título Narciso fuera de servicio, el músico bahiano, de 78 años de edad, cuenta su arresto en 1968 por orden de los militares, entona algunas canciones y de alguna manera alerta a las nuevas generaciones sobre los peligros de las doctrinas fascistas.
Escrito y dirigido por Renato Terra (Una noche en el 67) y Ricardo Calil (Cine Marruecos), el documental, de 83 minutos de duración, es también una suerte de denuncia de las persecuciones y los prejuicios políticos contra el mundo del arte.
Veloso, figura clave para la cultura popular brasileña y un referente mundial de la música suramericana, no pudo asistir al estreno en Venecia debido a las limitaciones impuestas por las autoridades italianas a causa de la pandemia de coronavirus.
Después de tres décadas de avances en materia de derechos individuales tras la salida de la dictadura militar (1964-1985) y trece años de gobiernos izquierdistas (2003-2016), la voz de la resistencia en Brasil, como suele ser considerado Veloso en su país, rememora esa dolorosa experiencia, que marcó su vida y la de su país.
Sílabas y endecasílabos
Los largos días pasados en una celda solo, sus sentimientos, miedos y pensamientos, inclusive sexuales, son de alguna manera una invitación a reflexionar sobre lo que implica el empuje conservador de estos días, que encontró su expresión en el discurso del gobierno del derechista y ex militar Jair Bolsonaro.
El músico, poeta y activista deja su testimonio para que de alguna manera las nuevas generaciones no olviden lo que fue la dictadura militar.
Con su testimonio, tierno y conmovedor, Veloso denuncia esos años negros.
«Desde mi celda escuchaba gritos, eran de las personas que estaban siendo torturadas. ¡Yo estaba aterrado!», confiesa sentado ante la cámara fija frente a un muro color gris metálico.
En el documental, el artista rememora el período del encierro y revive episodios dolorosos e inolvidables vividos con otros prisioneros, entre ellos con el cantautor Gilberto Gil, su amigo, los dos representantes del movimiento musical Tropicalia y encarcelados por ofender a la bandera y el himno nacional.
Ambos tuvieron que exiliarse al ser excarcelados y continuaron en Europa su labor creativa.
Con tono casi divertido relee el interrogatorio hecho por la policía y recientemente hallado en los archivos de la institución, en el que lo acusan de «terrorismo cultural» por haber cambiado las palabras del himno nacional.
«No se puede: el himno tiene versos endecasílabos y en Tropicalia las sílabas son más largas y poéticas», respondió, según reza el documento.
«Traté de defenderme sin ser traidor», comenta ante la cámara.
Presentado en Venecia fuera de concurso, el filme que no lleva otras imágenes ni otras entrevistas, es un largo relato sobre esos días, sobre las arbitrariedades cometidas por los militares y de cómo nació una forma de resistencia contra la dictadura a partir de un nuevo género musical, Tropicalia, una mezcla libre de géneros y ritmos.