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Los altos y los bajos se codean en el Jardín vertical y otros infiltrados

Luis Molina-Pantin, que inaugura exposición el domingo, introduce un tema que normalmente no ha encontrado su lugar en las galerías de arte: el araguaney. Otro elemento colado es una posible falsificación de Reverón

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Paredes blancas repletas de obras en las que destaca el verde, el marrón y el amarillo, los colores que la naturaleza ofrece en Venezuela por doquier. Flores, palmeras, el Ávila, libros y unos infiltrados muy peculiares, los araguaneyes, componen la muestra de Luis Molina-Pantin.

La exposición forma parte del proyecto Diálogos con la Colección de Espacio Mercantil, en el que un artista invitado debe realizar una propuesta con elementos que pertenezcan a la Colección Mercantil. “No es una tarea fácil desarrollar esa idea en tan poco tiempo. Lo que quería hacer era una especie de curaduría mecánica. Una selección de obras que simplemente tengan los elementos que me interesaron para agruparlas”, indica Molina-Pantin.

El artista encontró en los grandes temas de la colección sus categorías, pero no fue suficiente, necesitaba agregar elementos que complementaran su propuesta. Así fue como decidió realizar un jardín vertical, tema que ha estado trabajando desde hace tiempo: “En Nueva York hice una especie de jardín vertical con libros de naturaleza y de vegetación. Como un mural con libros”.

Uno de los grandes protagonistas de Jardín vertical y otros infiltrados son los araguaneyes, que según Molina-Pantin han sido los grandes rechazados por los círculos de la alta cultura. “El araguaney ha sido muy denigrado en el mundo de las artes. Los grandes artistas nunca pintaron araguaneyes porque era algo considerado folklórico, popular, no querido. Los grandes pintores prefirieron el Ávila como tema y nunca escogieron el araguaney. Por suerte, se cumplen 70 años desde que fue seleccionado árbol nacional de Venezuela”, dice y explica que infiltrar estos cuadros es para él un juego que muestra lo que ocurre en el país actualmente “Todo esto que hago es también un reflejo de donde vivo. Es acerca de rescatar lo popular e infiltrarlo en la alta cultura”.

Considera que los venezolanos son poco nacionalistas en comparación con los ciudadanos de otros países de la región. “El arte es un reflejo de nuestra realidad, los artistas simplemente la traducimos con nuestros propios medios”, señala.

En esta exhibición se encuentran varias obras de Luis Molina-Pantin, quien considera una suerte que fueran parte de la colección y, además, que pudieran integrarse a las categorías que buscaba destacar.

Videos, libros, esculturas y cuadros de diferentes tamaños, con monturas disímiles y estilos variados, integran el Jardín vertical y otros infiltrados, que estará abierta al público desde el próximo domingo hasta octubre. Pero uno de los elementos más curiosos es uno que contiene un rasgo de ilegalidad: en la sección de las palmeras se encuentra un paisaje de Armando Reverón que, según Molina-Pantin, tiene un dudoso certificado de autenticidad proporcionado por Alfredo Boulton. Esto, para el artista, lo vuelve un objeto aún más extraño que un original.

“La palabra infiltrado tiene una doble lectura. Tiene que ver mucho con la política, si el infiltrado es honesto o no. Me gusta incluir estos elementos de ilegalidad en el arte en el cual trabajo. Como el proyecto sobre la narcoarquitectura colombiana y las fotos ilegales que hice en el aeropuerto de La Carlota en 2006”, dice.

También hay una sección que contiene un degradé de lomos de libros que se encuentran en el rango cromático predominante en la muestra, de amarillo a verde. “El tema de los libros siempre ha estado presente en mi obra. Considero que la continuidad en los trabajos de los artistas es muy importante. Es una meta tratar de sobrevivir a través de las décadas”, finaliza.

Jardín vertical y otros infiltrados

Espacio Mercantil

Avenida San Juan Bosco con Tercera Transversal, Altamira

Horario: martes a viernes, de 9:00 am a 4:30 pm; domingo, de 11:00 am a 3:00 pm

Entrada libre

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