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La literatura venezolana necesita espacios para ser leída y escuchada

Aunque cada vez cierran más editoriales y librerías, escritores y editores siguen produciendo para mantener a flote la publicación de textos de calidad. Los autores se destacan tanto en el país como en el exterior

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La industria editorial no ha sido ajena a los embates de la crisis que asola al país. Tanto la producción de libros como su exhibición estuvieron marcadas por un sensible déficit. Una de las bajas más significativas de 2018 fue la suspensión, en octubre, de la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo, que se realizaba desde hacía 20 años. Tampoco se instaló el Festival de Lectura de Chacao. Madera Fina, una de las editoriales independientes que ha dado la cara por la industria, apenas pudo publicar un título, la novela Fin de poema, del escritor y periodista español Juan Tallón.

Las librerías no se quedaron atrás. En noviembre, se conoció que Suma había cerrado sus puertas en el mes mayo, luego de más de 50 años de historia. La lista de clausuras incluye espacios emblemáticos como Noctua, Lugar Común de Altamira, Alejandría y Templo Interno. Y el número de tiendas Nacho y Tecni-Ciencia se ha reducido considerablemente en la capital.

“Ha sido un año nefasto para la industria editorial venezolana. Siento que fue sumamente golpeada. Aunque hay un apoyo enorme de fundaciones y bancos, como industria ha funcionado torpemente. Aparte de eso, creo que hay que celebrar iniciativas independientes como Libros del Fuego y Madera Fina, que aún apuestan por uno o dos libros al año”, señaló Ricardo Ramírez Requena, escritor, librero y profesor de Literatura en la UCV.

Pero a pesar de que la literatura venezolana nada a contracorriente, todavía hay producción, premios y publicaciones.

Arriba Cadenas

La última década para Rafael Cadenas ha estado llena de premios: en 2009 recibió el galardón de la FIL de Literatura en Lenguas Romances, en 2015 el de Poesía Federico García Lorca y este año en Salamanca le otorgaron el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, considerado uno de los más importantes del mundo. El jurado de este último certamen definió al poeta venezolano como “un hombre que ha sabido regalarnos dudas, certezas, palabras y reflexiones sobre la palabra”.

Su interés por el país, como siempre, ha ido por delante. Cuando recibió el Reina Sofía en la Universidad de Salamanca, expresó: “Hay palabras tan importantes como libertad, justicia, democracia, civismo y honestidad, que cuando se ausentan de un país tornan muy difícil para sus ciudadanos el hecho de vivir realmente. En Venezuela nos urge instaurar la normalidad democrática”.

“Este premio es un reconocimiento no solo a la trayectoria de Cadenas sino, de algún modo, a la poesía venezolana, que sin duda sigue marcando un punto importante fuera del país. Tenemos muy buenos poetas y ensayistas”, señala Carlos Sandoval, crítico, escritor y editor de Madera Fina.

Un gran debut

La literatura venezolana no solo destacó en la poesía, también hizo lo propio en la narrativa. Este año la escritora y periodista cultural Karina Sainz Borgo dio a conocer su primera novela, La hija de la española, que en poco tiempo se ha traducido a más de 15 idiomas y será leída en 20 países. La obra narra la vida de Adelaida Falcón, una mujer que en medio de la crisis económica y la violencia, debe afrontar el fallecimiento de su madre. Es una historia que nos habla de la furia y el (des)arraigo, dos temas que siempre han acompañado a su autora.

Apuntes sobre la era chavista

En septiembre, Ana Teresa Torres publicó con Alfa un libro extenso: Diario en ruinas: (1998-2017), un registro del proceso socialista que ha imperado en Venezuela durante las últimas dos décadas. En una entrevista para El Nacional al responder sobre qué se puede hacer ante un panorama tan desolador, la escritora expresó: “Confiar en que es posible cambiar esto. También las personas del mundo político tienen una responsabilidad mayor que aquellos que están en la cola esperando conseguir el medio kilo de pollo. Los políticos de oposición no nos están representando”.

Versos ecológicos

Con un libro en el que describe la catástrofe de una ciudad afectada por problemas ambientales, el venezolano Santiago Acosta fue galardonado con el III Premio de Literatura Ciudad y Naturaleza José Emilio Pacheco, que recibió el primero de diciembre en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. El próximo desierto –de acuerdo con el autor– es un poemario que intenta ser amplio desde el punto de vista geográfico.

Temblores y budismo

Jacqueline Goldberg publicó en 2018 dos libros: Las bellas catástrofes (El Estilete) y El cuarto de los temblores (Oscar Todtmann Editores). Este último es una investigación sobre el temblor, una condición que siempre ha padecido.

Otra poeta reconocida fue Blanca Strepponi, quien ganó el Premio de Poesía de la Crítica en su primera edición con su libro Crónicas budistas (Dcir Ediciones, 2016).

De narrador a poeta

Una de las sorpresas literarias de este año fue que Fedosy Santaella, conocido por su obra narrativa, publicó su primer poemario: Tatuajes criminales rusos, un libro en el que explora el dolor padecido por unos hombres que estuvieron inmersos en la oscuridad de la opresión y la tiranía.

Feria de la UCAB

Contra todo pronóstico, en 2018 se instaló la III edición de la Feria del Libro del Oeste UCAB, que tuvo a España como país invitado y contó con actividades como proyecciones de películas, montajes teatrales y de danza y, por supuesto, presentaciones de libros. En el discurso de apertura, Marcelino Bisbal, uno de los principales organizadores del encuentro, dijo: “Con el panorama de este país, abrir la feria de 2018 significa decir que aquí estamos vivos, y que a pesar de todo queremos reflejar que la civilidad puede vencer a la barbarie”.

La Poeteca también publica

Para cerrar el año, La Poeteca publicó sus primeros seis libros: cinco poemarios inéditos de jóvenes escritores y una antología que reúne los textos ganadores y finalistas del III Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas, presentados el 14 de diciembre en la sede de la fundación.

Jacqueline Goldberg, quien estuvo a cargo de los cinco libros de los jóvenes autores, indicó que este logro es como un milagro: “Tuvimos mucha conciencia de las cosas que debíamos hacer. Hay que seguir adelante. Siempre hay pesimismo y la situación económica no daba indicios de mejorar, pero se llevó todo a pulso y se planificó de manera que pudiéramos cumplir con el formato”.

Producción indetenible

En 2018, una de las editoriales más activas fue Libros del Fuego, que logró publicar cinco títulos: Cuaderno de otra parte de Santiago Acosta, Llamadas de Ámsterdam de Juan Villoro, Boxeando con mi sombra de Alberto Salcedo Ramos e Indicios de oro y La confesión de Lucio, ambos de Mário de Sá-Carneiro. “Nuestro balance en 2018 es positivo. Pudimos hacer libros como negocio en un terreno en el que es duro desde el punto de vista económico. Se puede apreciar que el modelo del negocio editorial está cada vez más mermado. No tenemos amparo en el país”, afirmó Alberto Sáez, director de la editorial.

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