Una semana después de una movilización histórica de artistas, el diálogo está roto: el Ministerio de Cultura de Cuba anunció este viernes su rechazo a discutir de libertad de expresión con personas a las que acusa de ser financiadas por el gobierno de Estados Unidos.
«Con los mercenarios no nos entendemos», asegura el Ministerio en un comunicado que apela a la fórmula que utilizan habitualmente las autoridades comunistas para desacreditar a los disidentes como agentes de Washington.
«El Ministro de Cultura no se reunirá con personas que tienen contacto directo y reciben financiamiento, apoyo logístico y respaldo propagandístico del gobierno de Estados Unidos y sus funcionarios», indica el comunicado.
Pero «siguen abiertas las oportunidades de diálogo» con todos los «que no han comprometido su obra con los enemigos de la nación cubana», agrega.
Uno de los principales acuerdos que alcanzaron la noche del 27 de noviembre fue el compromiso de continuar un diálogo, lo que marcó la culminación de una manifestación poco común de unos 300 artistas frente a la sede del Ministerio de Cultura que duró 15 horas.
En Cuba, la autorización para manifestarse se emite solo en circunstancias excepcionales. Cuando las voces críticas anuncian su intención de reunirse públicamente, un importante despliegue policial desalienta cualquier encuentro.
«Un correo insolente»
Pero esta vez, los artistas se reunieron de forma espontánea, gracias a los llamados difundidos en las redes sociales, en una isla donde la internet móvil llegó a finales de 2018.
Y, sorpresivamente, el Ministerio de Cultura aceptó recibir una representación de 30 manifestantes, cuyas principales reivindicaciones fueron libertad de creación y de expresión, derecho al disenso y el fin de la represión y el hostigamiento contra los artistas independientes.
Sin embargo, al día siguiente el gobierno subió su tono, denunciando un complot de Estados Unidos.
En el comunicado, el Ministerio de Cultura dice haber recibido el jueves «un correo insolente, donde el grupo que se ha erigido en voz de todos pretende imponer, de modo unilateral, quiénes, con quién y para qué aceptarán dialogar».
El grupo también reclama la participación en la mesa de diálogo del presidente Miguel Díaz-Canel, y de representantes de los ministerios de Justicia y del Interior.
Su lista de participantes, reproducida por la cartera, incluye al artista Luis Manuel Otero Alcántara, líder del llamado Movimiento San Isidro (MSI), 14 de cuyos miembros se atrincheraron durante 10 días en una casa en La Habana, algunos de ellos en huelga de hambre, que fue allanada por la policía, desatando la manifestación frente al Ministerio de Cultura.
«27N”
Ahora reunidos bajo el emblema «27N» (27 de noviembre), disponible en cuentas de Twitter y Facebook, estos artistas denunciaron la mañana del viernes, incluso antes del anuncio oficial del ministerio, el cambio radical de las autoridades.
«A pesar de esos acuerdos, desde la propia mañana del sábado 28 de noviembre del 2020 hemos sido víctimas de una campaña de difamación, que no solo comprende a los miembros del MSI, sino que pone en tela de juicio las intenciones de quienes hemos apoyado solidariamente a dicho Movimiento y nos hemos pronunciado en contra de la violencia política, a favor de la vida, la justicia y la libertad artística y de expresión», escriben los artistas en un comunicado publicado en Facebook.
«Varios de los jóvenes presentes en la reunión del 27N, junto a otros que nos han acompañado en la concertación de la agenda para el diálogo con el Mincult, se encuentran bajo estricta vigilancia y asedio e incluso algunos hemos sido detenidos», agregan.
El cineasta Juan Pin Vilar, miembro del grupo negociador, consideró «lamentable que se interrumpa el diálogo». «Mi conciencia me dicta que los 500 que estaban afuera del Mincult no aplaudieron ninguna agenda política», apuntó.
Algunos miembros de los 30 denunciaron este viernes que una fuerte presencia policial les impedía salir de sus casas.
En los últimos días, los medios estatales desmontaron ampliamente lo que denominan «la farsa de San Isidro», multiplicando los reportajes sobre supuestas acciones desestabilizadoras financiadas por Estados Unidos, como el descarrilamiento de un tren de carga en mayo de 2019.
El sábado, la cancillería convocó al encargado de negocios estadounidense, Timothy Zúñiga-Brown, a quien acusó de injerencia «flagrante y desafiante».
Las tensiones diplomáticas entre los dos países son fuertes desde la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, quien incrementó las sanciones para recrudecer el embargo vigente desde 1962.
«En medio de la crisis mundial provocada por la pandemia y el neoliberalismo global, Cuba sufre al mismo tiempo un acoso sin precedentes de EE UU», denunció en el diario oficial Granma el exministro de Cultura Abel Prieto.