La comedia francesa Le deuxième acte, con Léa Seydoux y Louis Garrel como estrellas, abrió con risas el 77 Festival de Cannes, sin miedo a meterse en todos los jardines, desde la cultura de la cancelación a la IA. Y es que «lo políticamente incorrecto también está bien», defendió hoy Seydoux.
«Es políticamente incorrecto, por momentos, pero está bien también ser políticamente incorrecto, está bien hacer reaccionar», sostuvo la actriz, que apareció recientemente en títulos como Dune: Part Two o La Bête (La bestia), en la rueda de prensa que ofreció este miércoles todo el equipo, tras el estreno de gala anoche en la Croisette.
Le deuxième acte, que participa en el festival fuera de competición, es un nuevo viaje al mundo del juego con lo absurdo del realizador de Quentin Dupieux, que es «otra dimensión» —según Louis Garrel— o algo así como irse «a Marte».
Tas las delirantes Yannick y Daaaaaalí!, Dupieux cuenta en este filme la historia de Florence (Seydoux), una mujer locamente enamorada de David (Garrel).
Ella quiere presentárselo a su padre (Vincent Lindon), pero David en realidad no se siente atraído por ella y quiere librarse de la relación logrando que Florence caiga en brazos de su amigo Willy (Raphaël Quenard).
Todos los personajes acaban en un restaurante en medio de la nada, pero por el camino la ilusión de realidad de la película se interrumpe constantemente, en una mordaz reflexión sobre el oficio del actor.
Satiriza también todo tipo de temas de actualidad, como el papel de la inteligencia artificial en el cine y hasta el movimiento «Me Too», que está siendo uno de los grandes temas de este 77 Festival de Cannes.
«Incluso si es un tema grave, está bien que en el film se examine de una manera un poco divertida», consideró Seydoux, que empezó en el mundo del cine muy joven y asegura que en los últimos años, gracias a la toma de la palabra de las mujeres frente a los abusos en la industria, ha habido cambios significativos.
«He sido una actriz que tuvo mucha suerte en su debut, trabajé con gente y fui respetada, más o menos. Es difícil compararse, ha habido gente que ha sido realmente víctima, no puedo compararme a ciertas (mujeres) que han vivido cosas gravísimas», afirmó.
Hoy su estatuto de estrella la protege, reflexionó, ya que «cuando eres una joven actriz es más difícil» porque eres «vulnerable», pero Seydoux también siente que ahora hay mucho más respeto en los rodajes gracias a las reivindicaciones del «Me Too».
«Lo noto —agregó— incluso en las escenas íntimas, que hay más respeto. Siento el cambio, un cambio global».
Un baño relajante, pero con ácido
Dupieux, por su parte, se mantiene fiel a su estilo de humor irreverente y absurdo —que no por ello deja de plantear importantes preguntas sobre el cine y el mundo—, ya que considera que hacer reír es su «pequeña herramienta para dar un respiro».
«Es como un baño relajante», bromeó, pero con algo «ácido» dentro.
Dupieux se burla de todo, hasta de sus propios actores, quienes en los momentos en los que se rompe la ilusión de la ficción, hacen una suerte de autointerpretación que se burla hasta de los tics nerviosos de Vincent Lindon.
«Para mí no se interpretan a sí mismos», argumentó el realizador ante las preguntas de la prensa, sino que el guion es «una proyección» de la imagen que Dupieux tiene de ellos.
«Me ha pulverizado la profundidad de lo que cuenta el filme sobre la profesión de actor», apuntaba por su parte Raphaël Quenard, otro de los protagonistas de la comedia y actor prácticamente ya fetiche del cine de Dupieux.
El director francés también habló en la rueda de prensa sobre su particular estilo de rodaje, con películas breves de escenas muy largas en las que prima el diálogo. Él mismo escribe el guion y monta la película, siendo «implacable» consigo mismo, aseguró.
«Hoy parece fácil pero es el resultado de un largo periodo de ‘forzamiento’ —bromeó nuevamente Dupieux—, he forzado a la industria a seguirme».
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