ENTRETENIMIENTO

Las vergüenzas de Francia

por El Nacional El Nacional

Por JANINA PÉREZ ARIAS | SAN SEBASTIÁN

Un hombre se acerca a Gérard Depardieu y Michel Houellebecq. Tras corroborar amablemente que se trata del actor y del escritor, no duda en espetarles, eso sí, sin perder los papeles: “Señores, ¡ustedes son la vergüenza de Francia!, ¡la vergüenza!”.

Esta escena se desarrolla en un spa. Allí coinciden Depardieu y Houellebecq, en la misma parte de Thalasso, dirigida por Guillaume Nicloux, película presentada en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

En esta comedia, la estrella del cine y el célebre autor se representan a sí mismos, en un juego entre la realidad y la ficción. Con mucha incorrección política, reflexionan sobre la muerte, el amor, la religión, la reencarnación y la vida. Mientras tanto, se someten a una cura de talasoterapia, con además expresa prohibición de ingesta de alcohol y de tabaco.

Claro está que tratándose de Depardieu y Houellebecq, tal terapia está destinada al absoluto fracaso.

Cada uno en su estilo, tanto Michel Houellebecq como Gérard Depardieu son habituales protagonistas de ciertas polémicas desatadas en Francia y prácticamente adonde vayan. El primero por bocazas, por su vocación de busca pleitos, por sus incendiarios textos; el segundo por alabar a Vladimir Putin, por sus constantes fracasos como empresario y por sus excesos debido a su confesado alcoholismo.

Ambos son pues unos personajes que solamente necesitaban un contexto de semi-ficción lo suficientemente rocambolesco como para ser identificado como la irrealidad. Sin embargo queda la duda: ¿son Gérard Depardieu y Michel Houellebecq en estado puro? ¡Quién sabe!

Thalasso genera toda una gama de risas incómodas, porque sus caminos no llevan a ninguna parte en concreto. Y cuando te das cuenta de ello, lo que haces es refugiarte en el fulgor de las dos celebridades que Guillaume Nicloux prácticamente engatusó para meterlos en ese spa decadente.

Una vez concluida Thalasso te dices la temida frase: “Bueno, al menos te ríes”. Para luego concluir que Francia tiene muchos otros nombres para avergonzarse. Y que los mismos no son precisamente Gérard Depardieu y Michel Houellebecq, quienes son capaces de ridiculizarse hasta más no poder.