Por Janina Pérez Arias
En estos días no es nada fácil ser Johnny Depp. Se le nota cuando llega al encuentro con la prensa en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián para ser celebrado con el Premio Donostia por su carrera.
En el aire aún flotaba la advertencia-petición-orden (se puede interpretar como sea) de «hacer preguntas relacionadas sólo con la carrera artística del Sr. Depp», cuando la estrella hollywoodense hizo una entrada que quizás hace cinco años hubiera sido apoteósica.
El ambiente en la sala se sentía raro. Y no era para menos. Desde hace un buen tiempo Johnny Depp se encuentra en medio de diversas polémicas, porque no es una sino varias que tienen como detonante una acusación de su expareja, la actriz Amber Heard.
De modo que desde que se diera a conocer la noticia de que el actor estadounidense recibiría el galardón, se elevaron las voces de protestas. Una de las más fuertes vino de las asociaciones de mujeres cineastas, que hasta estuvieron planificando una manifestación el día de la premiación, cosa que no ocurrió.
En la estela de este descontento y como antesala a la cita cinematográfica española, la revista Hollywood Reporter publicó un amplio reportaje titulado «¿Por qué los festivales de cine europeos se apresuran a rehabilitar a Johnny Depp (y puede que funcione)?». En efecto, San Sebastián no era el primer festival que premiaba al actor en medio de sus tormentas personales y profesionales.
Con la finalidad de contener el aguacero, José Luis Rebordinos, el director del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, emitió un comunicado apelando a la defensa de «dos principios básicos: la presunción de inocencia y el derecho a la reinserción». Pese a la claridad de sus palabras, el techo siguió goteando.
Vale recordar por una parte que el estudio Warner prescindió de los servicios de Depp como Gellert Grindelwald en la saga Animales fantásticos y dónde encontrarlos, y por otra parte se debe subrayar el hecho de que no existe un juicio en curso ni condena por maltrato. Aunque aún hay mucho por esclarecer, el festival optó por la prisa y no por la paciencia del que espera a que escampe.
Había pues muchas expectativas con la llegada de Johnny Depp a San Sebastián, y en concreto hacia el momento en el que se pusiera a disposición de la prensa.
La novedad fue que el actor llegó relativamente puntual a la rueda de prensa. En Johnny Depp queda mucho de Jack Sparrow o del guitarrista Keith Richards, y su camisa arremangada dejaba al descubierto una infinidad de tatuajes y pulseras.
Le recibieron con aplausos tímidos, pero prolongados. Y de inmediato muchas manos se alzaron para pedir la palabra. Media hora no bastó para todo lo que se quería preguntar ni mucho menos para lo que Depp tendría que decir.
Que qué piensa Depp de las voces de protestas por este premio, de su boca no se supo. La pregunta directa fue desactivada cual truco cinematográfico, aunque Depp hizo un movimiento casi imperceptible para responder. Sonrió incómodo.
Sin embargo sí pudo manifestarse en relación a la desprotección de personas públicas como los artistas ante la cultura de cancelación, la cual él está viviendo en carne propia y que describe como «la prisa instantánea para emitir un juicio esencialmente basado en la cantidad de aire contaminado que se respira», afirmó.
«Cuando te enfrentas a algo tan desconcertante y sobrecogedor, ese tipo de cosas te golpean desde muchos ángulos», dejando claro además que aunque algunos movimientos de protesta en respuesta a ciertas situaciones deplorables han surgido con las mejores de las intenciones. «En estos momentos está todo tan descontrolado que te puedo asegurar que nadie está a salvo. Se empieza a pensar que (la cultura de cancelación) es normal cuando no lo es».
Con hablar pausado, midiendo cada una de sus palabras, Johnny Depp concluyó su reflexión con una especie de consejo: «Cuando hay una injusticia, bien sea contra ti o contra alguien que quieres o aprecias, toma una postura y no te quedes sentado sin hacer nada porque esa persona te necesita».
No es una exageración afirmar que los ánimos estaban caldeados. Después que Johnny Depp se marchara de la sala, es inevitable preguntarse cómo hubiera sido este encuentro con la prensa sin la polémica.
En la gala de premiación no hubo sorpresas bonitas para Johnny Depp. Reinó la sobriedad, cosa que en condiciones normales al actor no le va. «Hay un solo motivo por el que estoy aquí: la gente», dijo en su bien recibido discurso de agradecimiento. «El cine es para las personas, ellos son los que mandan, y aquí lo que veo es un montón de jefas y jefes».
Definitivamente no es un buen momento para Johnny Depp, ni para su familia, pero tampoco lo es para Amber Heard.
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