ENTRETENIMIENTO

Las escenas más emblemáticas del cine que se salieron del guion

por Avatar GDA | La Nación | Argentina

Durante décadas, Hollywood atrajo a los mejores guionistas. Sin embargo, algunos de los momentos más célebres del cine fueron marcados por decisiones que se salieron del libreto original. Improvisaciones, reescrituras y cambios sorpresivos dieron giros inesperados que transformaron escenas puntuales en marcas registradas del séptimo arte. A continuación, siete casos emblemáticos.

1. Taxi Driver (1976)

En la que fue la primera de cuatro colaboraciones con el director Martin Scorsese, Paul Schrader escribió el guion de una de las películas más aclamadas del cine. Pero no fue él quien concibió la frase que inmortalizó a Taxi Driver (1976) sino el actor Robert de Niro.

En la escena icónica de la película, Travis Bickle, veterano de Vietnam y protagonista de la historia, practica frente al espejo desenfundar velozmente su pistola, oculta detrás de la manga de su chaqueta militar y montada sobre un riel fijado a su antebrazo. Lo que no estaba previsto es que el personaje le hablaría a su reflejo. En pleno diálogo improvisado, De Niro expresó la mítica frase: «¿Me estás hablando a mí?».

Scorsese, que incitó a De Niro a improvisar a lo largo del rodaje, decidió incluir la toma en la versión final de la película. El resto fue historia.

2. Buenos muchachos (1990)

Luego de más de una década, el director italoamericano volvió a aprovechar ese recurso en Buenos muchachos (1990). De Niro actuó en la película que recibió seis nominaciones al Oscar, pero fue Joe Pesci quien protagonizó uno de los momentos más destacados.

Antes de un ensayo, detrás de cámara, Pesci le dijo a Scorsese que quería probar algunas líneas inspiradas en una situación extraña que había vivido de joven. En aquel entonces, el actor trabajaba de mesero en un restaurante y se metió en problemas al elogiar el sentido del humor de uno de los comensales, un mafioso al que le disgustó el comentario.

El director accedió, pero decidió ocultar la innovación al resto del elenco, con la excepción del actor protagónico Ray Liotta. De hecho, Scorsese eligió usar solo planos medios para capturar las reacciones genuinas de todos los que participaron de la tensa escena en el restaurante, donde el personaje Tommy DeVito le pregunta una y otra vez a Henry Hill (Liotta) qué le resulta gracioso de él: «¿Gracioso, en qué sentido? ¿Soy un payaso? ¿Te divierto? ¿Te hago reír? ¿Estoy aquí para entretenerte o qué?».

Seguramente aquella transformación repentina de carismático animador de sobremesa a psicótico prepotente contribuyó a que Pesci ganara el Oscar a Mejor Actor de Reparto en 1991, la única estatuilla que le concedió la Academia a Buenos muchachos.

3. El resplandor (1980)

Si de transformaciones se trata, pocos actores personificaron el espiral de la demencia como Jack Nicholson en El resplandor (1980).

En el momento más brutal de la película, el personaje de Nicholson persigue a su esposa (protagonizada por Shelley Duvall), que se encierra en el baño y grita desconsolada cuando su marido agujerea la puerta con un hacha. Luego, Nicholson asoma la cabeza por el hueco y dice una línea que no estaba ni en el guion ni en la novela original de Stephen King: «Here’s Johnny!».

La frase, catalogada como una de las 100 citas más famosas del séptimo arte por el American Film Institute en 2005, era un guiño a la introducción que recibía antes de cada programa el conductor de televisión Johnny Carson.

4. El silencio de los inocentes (1991)

Anthony Hopkins encarnó a otro reconocido psicópata del cine, Hannibal Lecter. En una escena silenciosa y escalofriante de El silencio de los inocentes, el asesino serial le relata con precisión culinaria a una investigadora criminal (Jodie Foster) cómo cocinó el hígado de una de sus víctimas. Luego, en un giro brillante, Hopkins hace un ruido de saliva que recuerda a una serpiente saboreando una presa a la vista. Ese toque de gracia no figuraba en el guion.

5. El Padrino (1972)

Un cambio de último minuto completó la estupenda apertura de El Padrino (1972). El día del rodaje, el director Francis Ford Coppola encontró a un gato callejero que se paseaba por el predio de los estudios Paramount e imaginó un rol para él.

El detalle de Vito Corleone acariciando afectuosamente al animal le dio un tono distinto a la escena, otro matiz para complementar el abanico de recursos de Marlon Brando, que recibió un año más tarde el Oscar al Mejor Actor.

6. Star Wars: episodio V – El Imperio contraataca (1980)

En la segunda -y posiblemente la mejor- película de Star Wars, Harrison Ford, insatisfecho con una frase del guion de George Lucas, sugirió una modificación que se convertiría en una de las citas memorables de la saga.

A punto de ser congelado en carbonita por el cazarrecompensas Boba Fett, Han Solo (Ford) le da un beso a la princesa Leia, quien luego le dice: «Te amo». En lugar de la respuesta obvia que figuraba en el libreto («Yo también»), Ford eligió una mucho más audaz: «Lo sé».

7. Blade Runner (1982)

El actor de Star Wars e Indiana Jones también protagonizó Blade Runner (1982). Sin embargo, la frase más emblemática de la película de Ridley Scott fue dicha e ideada por Rutger Hauer, que reescribió sus líneas de diálogo la noche previa al rodaje.

Debajo de la lluvia incesante de un Los Ángeles distópico, el replicante Roy Batty (Hauer) le salva la vida a su cazador Rick Deckard (Ford) y le describe momentos atroces de las guerras que sus creadores humanos lo enviaron a pelear.

Acto seguido, un parpadeo de belleza poética ilumina la noche eterna de un mundo en que los hombres se convirtieron en máquinas y hasta los androides sienten más empatía, con la frase del agonizante Batty: «Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia». La escena, paradójicamente, perduró.