Cada vez que Anya Taylor-Joy lee un guion espera sentir un poco de miedo. Una descarga de pánico que pase por su cuerpo y le diga que algo puede funcionar en la historia que tiene entre sus manos.
El método puede ser un poco complejo o emocionalmente desgastante pero, hasta ahora, ha funcionado. Hubo tensión y empatía cuando tuvo en sus manos la historia de Gambito de dama, la miniserie de Netflix más vista del año en todo el planeta.
Antes la crítica ya había aplaudido su demoníaco debut como protagonista en su papel de Thomasin en la película La bruja y ahora, con la atención que despertó en la serie, todos esperan lo que pueda aportar en sus próximas aventuras, como la nueva entrega de Mad Max, en la que interpretará a Furiosa, el poderoso personaje femenino que dejó toda una huella, hace cinco años, en la piel de Charlize Theron, en la memorable cinta posapocalíptica.
«Han pasado muchas cosas y aún no me lo creo», dice desde su casa en Londres la intérprete estadounidense de 24 años de edad, con una carrera de no más de diez películas, y que ya todos califican de estrella.
Su jugada maestra fue este papel en Gambito de dama como Beth Harmon, una niña huérfana que encuentra en el ajedrez una tabla de salvación para su naturaleza rara y su incapacidad para amoldarse a los esquemas impuestos. Es casi como un cuento de hadas oscuro en el que la protagonista va ganando y perdiendo batallas con la vida pero es imbatible en el tablero de ajedrez.
Precisamente ella habló con El Tiempo de sus retos como actriz, de la fama y de su empatía con personajes inolvidables, pero un tanto extraños.
-¿Cuál es la clave para escoger el personaje perfecto, ese que revela nuevos matices de su talento?
-Si lo descubro, te lo dejo saber. Es bizarro, se sale de mí, es místico, no sé cómo explicarlo. Los personajes me escogen a mí, y queda en mis manos decir que sí. Algo que descubrí es que si leo un guion y me da un ataque de pánico, eso es una buena señal. No es una buena experiencia, pero es algo a lo que le doy importancia.
-¿Eso le pasó en La bruja, una de las películas más aterradoras del cine de horror contemporáneo?
-La primera vez que leí el guion de La bruja, fue a medianoche, antes de la audición. Tuve un profundo ataque de pánico frente al equipo que seleccionaba a los actores y actrices… Pero fue como que pensaron: ‘Esta chica sabe cómo ponerse totalmente histérica, démosle el trabajo’. Creo que si algo me asusta, eso hace que no pare de pensar en ello y lo quiera asumir.
-¿Y cómo se despide de sus personajes?
-Cada uno requiere un proceso diferente. Por ejemplo, Thomasin fue muy difícil porque ella fue realmente mi primer gran papel. Yo no había trabajado en personajes que fueran tan reales para mí. Cuando terminamos me dio depresión, no podía entender… pensaba: ‘¿voy a ver a estas personas’ otra vez? ¿Qué es lo que estoy extrañando?…’ Después me daba cuenta que la extrañaba a ella. Yo era ella y la necesitaba. Tuvimos que repetir grabaciones durante dos días seguidos y yo no dejaba de llorar cuando me ponía su vestuario. Pero fue una buena forma de decirle adiós.
-¿Fue igual con Beth Harmon, de Gambito de dama?
-La verdad yo siempre lloro cuando me despido de los personajes. Con Beth me siento muy agradecida porque tuve siete horas para estar con ella, porque si hubiese sido una película, nunca hubiera estado lista para dejarla ir.
-Es la miniserie más vista de Netflix en el mundo. ¿Por qué cree que el público amó tanto esta producción?
-Es divertido porque alguien me preguntó el otro día ‘¿la hiciste porque sabías que iba a ser la número uno en el mundo? Y yo le contesté, sí, esa es la razón por la que lo hice, claro, una mujer jugadora de ajedrez, por supuesto (bromea)’. En realidad creo que eso se dio porque hay dos ideas fundamentales en su trama. La primera, es que muchas veces tu enemigo más grande eres tú mismo, y si trabajas en eso, si trabajas en amarte a ti mismo, estarás permitiendo que otras personas te amen.
Y la otra línea temática es que es que somos más fuertes juntos que estando solos, y más en el momento que vivimos ahora. Es hermoso ver gente uniéndose para apoyar a un individuo, eso es reconfortante. Creo que las personas no pensaron que al final Gambito de dama fuera reconfortante, pero es lo que necesitamos hoy en el mundo. Beth es una mezcla de fragilidad y fortaleza, ambientada en el mundo del ajedrez… Me enamoré de Beth. No me di cuenta de esto hasta que terminé de grabar la serie pero ella era la voz que yo tenía en mi cabeza desde hace mucho tiempo. Somos muy diferentes en muchos aspectos, pero sentí que yo la entendía y eso me permitió tener el poder de contar su historia fielmente. Al mismo tiempo me di cuenta de que ahora soy más amable conmigo misma luego de esta experiencia y por eso le estaré eternamente agradecida.
-La miniserie le dio un impulso inusitado al ajedrez y a la idea de una mujer abriéndose paso en un mundo dominado por hombres, pero siento que el mensaje va más allá.
-Es muy difícil convertirse en alguien o en soñar con ser alguien si no lo has visto antes, cuando eso pasa, entiendes que es posible. Sucede en muchas áreas, no solo en el ajedrez, pero tienes razón, es un juego dominado por hombres; pero creo que muchas niñas o mujeres jóvenes creen que convertirse en buenas jugadoras no es una posibilidad, así que era importante representarlas, poner el tema en conversación.
Me siento afortunada y agradecida de hacer parte de una miniserie que haga que un deporte, que se considera como masculino, se abra a otras formas y signifique una posibilidad para la igualdad de género.
-Tu no jugabas ajedrez antes de hacer la miniserie…
-Es cierto, nunca lo hice antes de conocer a Beth, pero fue grandioso. Cuando ella descubre el ajedrez y ve una competencia con jugadores profesionales, es algo que se parecía a lo que sentí yo cuando pisé un set de grabación por primera vez. Pude sentir esa emoción de ‘¡Ah, este mundo existe! Estoy aquí, ‘¡Qué emocionante!’. Pero es extraño cuando las personas me preguntan acerca de lo emocionante del ajedrez, ya que se trata de personas tratando de controlar mentalmente al otro. Si pones una cámara entre los dos, verás lo tenso de la situación. El juego es el mundo en el que se mueve la trama, pero hay otras historias de vida.
-En tu carrera has interpretado a personajes que son un poco extraños o no encajan. ¿Se identifica con ellos?
-Ahora que he hecho tantas películas puedo ver, a través de mí, cosas que, en su momento, no había reflexionado. Me di cuenta de cosas que tengo que resolver. El momento en el que sentí que pertenecía a algo fue cuando actué por primera vez en una película (un papel muy corto en la comedia de terror Vampire Academy), luego de una época en la que pensé que no encajaba. Actuar me hizo querer proteger de alguna manera a esos personajes, especialmente al inicio de mi carrera, aunque eso suene raro porque apenas llevo cinco años haciendo esto.
-Entonces lo que les tiene es empatía…
-Al principio había personajes que parecía que ningún actor joven quería hacer, posiblemente tenían otros intereses, pero yo sentía que podía interpretarlos y me siento muy conmovida con la idea de que varios de esos personajes (como Beth) hayan influido en la vida de otras personas, eso realmente me toca el corazón.
-¿Ahora qué le dirías a esa joven que no parecía encontrar su camino?
-Le diría que ese escenario con el que soñaba sí existe. Antes tenía una necesidad de creer que iba a estar en un lugar donde me sentiría validada, escuchada y amada. Realmente le diría: ‘Tranquila, vas a encontrar a tu gente, solo que no han llegado todavía’.