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Las canciones de la pandemia: metáforas y emociones

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Mucho se ha escrito sobre las características discursivas de la respuesta social y política a la pandemia por coronavirus. Sin embargo, y a pesar de la creciente importancia de la música durante la pandemia y su significativo beneficio para el bienestar emocional de la gente durante el confinamiento, pocos estudios se han centrado en explicar los rasgos discursivos de este tipo de respuestas culturales.

Si, como se sugiere en un artículo del departamento de comunicación de las Naciones Unidas, “la música alegra el alma”, ¿a qué ha sonado la pandemia y en qué medida nos ha ayudado a sobrellevar la situación? ¿Qué tienen en común algunas de las canciones que sonaron durante la primera y segunda ola de la pandemia? ¿Por qué en algunos de los recopilatorios de canciones sobre la pandemia no sólo figuran canciones nuevas como Los Abrazos Prohibidos de Vetusta Morla o A un par de metros de ti de Funambulista, sino que también ocupan un lugar significativo canciones como Resistiré, en su versión de 2020, o A tu lado (1995) de Los Secretos?

‘A dos metros de ti’, de Funambulista.

Junto con otras estrategias lingüísticas, el estudio de las metáforas conceptuales nos permite explicar cómo se habla de la pandemia en estas respuestas musicales. Cuando hablamos de metáfora, los lingüistas no nos referimos a un uso ornamental del lenguaje, sino a un mecanismo de cognición que permite establecer correspondencias entre distintos marcos de conocimiento, esto es, entre lo que sabemos y pensamos acerca de diferentes espacios de la realidad (por ejemplo, entre la pandemia y otros espacios de la experiencia).

Estas correspondencias entre dominios conceptuales no solo funcionan gracias al conocimiento compartido entre los participantes en el acto comunicativo, sino que, además, como han mostrado diversos estudios, pueden generar una variedad de emociones. Si bien durante las primeras olas de la pandemia la investigación lingüística subrayó el poder persuasivo de la metáfora (fundamentalmente en distintos tipos de comunicación socio-política), en este artículo recogemos las primeras conclusiones de un estudio sobre el tipo de metáforas que encontramos en las distintas canciones de la pandemia.

¿Por qué no podemos resistirnos ante determinadas canciones?

Si pensamos en la canción más utilizada durante el confinamiento de 2020, es muy probable que nos venga a la cabeza la versión de 2020 de Resistiré (originalmente lanzada por el Dúo Dinámico en 1988). El estudio de las metáforas como mecanismos cognitivos que encontramos en esta canción nos permite explicar por qué Resistiré se convirtió, según uno de sus compositores, en “un grito de rebeldía ante la adversidad”. En esta canción se pueden encontrar varios marcos cognitivos fundamentales, algunos de los cuales han sido con frecuencia utilizados para hablar de distintas enfermedades como, por ejemplo, el cáncer.

En las estrofas, cuando se describe la adversidad, vemos referencias al marco del juego (“cuando pierda todas las partidas”, “cuando en mi moneda salga cruz”), al marco del viaje (“cuando se me cierren las salidas”) o las fuerzas naturales (“y aunque los vientos de la vida soplen fuerte”). La activación de estos marcos permite conceptualizar la adversidad (que en el contexto del año 2020 se equipara a la pandemia por covid) como algo negativo.

‘Resistiré’ en versión 2020.

Sin embargo, el estribillo de la canción se caracteriza por una reacción de fuerza ante la adversidad, de ahí que surjan una serie de marcos o dominios diferentes, entre ellos el de la guerra (“resistiré”, “soportaré los golpes y jamás me rendiré”) como forma de incardinar la lucha, o la verticalidad como forma de controlar la situación (“erguido frente a todo”, “soy como el junco que se dobla, pero siempre sigue en pie”). A través de estos marcos se enfatiza una actitud no sólo positiva y resiliente, sino también de activa determinación ante la amenaza del virus. Este “canto metafórico” a la acción, de hecho, es lo que permite explicar la conexión emocional de los oyentes con las múltiples recontextualizaciones de la canción como himno de resistencia ante distintas formas de adversidad.

¿Y en las nuevas canciones?

¡Pero no todo es reciclaje y recontextualización! Esta pandemia también nos ha dejado nuevas creaciones en las que, además, se puede apreciar un novedoso “lenguaje pandémico”. En la mayoría de estas canciones, este nuevo lenguaje se manifiesta más en la parte visual que en la letras propiamente dichas, en las que las referencias pandémicas se reducen a referencias directas a estar en casa, los aplausos de “las ocho”, o el deseo del retorno a la antigua normalidad.

‘Aves enjauladas’, de Rozalén.

Aunque la literalidad, tanto de letra como de imagen, abunda en las nuevas canciones, hay algunas nuevas composiciones musicales en las que llaman la atención conceptualizaciones metafóricas sobre la pandemia más originales. En este sentido, estas “nuevas” metáforas se emplean, en primer lugar, para evocar el contexto pandémico del confinamiento. Un ejemplo ilustrativo es el de la referencia a las “aves enjauladas” de la canción de Rozalén, que no sólo describe el hecho de permanecer en un sitio confinado, sino que activa las emociones asociadas a la falta de libertad y enfatiza la posibilidad esperanzada de “salir” de esta situación.

En segundo lugar, la pandemia ha servido como fuente de creación de nuevos marcos metafóricos, como se ve en Los Abrazos Prohibidos de Vetusta Morla, dedicada enteramente al personal sanitario. En esta canción se subraya el rol cuidador de los sanitarios, descritos como “ángeles verdes” y no tanto como el ubicuo “soldados” o “guerreros” de aquellos primeros meses de la pandemia.

Videoclip de Los abrazos prohibidos, de Vetusta Morla (y colaboraciones).

Este énfasis se vuelve aún más extraordinario y profundo con el propio vídeo. Aquí, destaca una de las escenas más potentes de esta creación: cuando los sanitarios se despojan de sus equipos de protección. Estas escenas añaden una faceta emocional impactante al desvelar, literalmente, la humanidad y la individualidad de estos profesionales. Dejan de ser “sólo” sanitarios y, a medida que se quitan las gafas, las epis, las mascarillas –que los hacen indistinguibles unos de otros– , emergen las personas. Es entonces cuando reciben el aplauso visual y virtual (o sea, distanciado) de las distintas voces que cantan la canción, activando así el marco metafórico del abrazo desde el aplauso: distanciado pero en emocionado agradecimiento.

Entonces, ¿es natural volver a tropezar con la misma metáfora?

El análisis de las metáforas que subyacen a varias de las canciones que nos han acompañado durante la pandemia muestra cómo nuestra experiencia inmediata influye a la hora de activar e interpretar determinados marcos compartidos de conocimiento, que se ven influidos por el contexto en el que se usan.

Estudiar las metáforas en géneros discursivos diferentes al discurso político permite constatar que las respuestas culturales no sólo se centran en la apelación al miedo (que ha permeado otras respuestas públicas), sino sobre todo en activar otro tipo de emociones más positivas y centradas en un futuro más esperanzador.

El uso de algunos de los marcos mencionados, como el de las aves enjauladas, el viaje, la verticalidad, o el aplauso permiten conceptualizar, a través de experiencias socialmente reconocibles, las emociones y reacciones que, como sociedad, hemos tenido y tenemos ante la pandemia.

Videoclip de Antes que el mundo se acabe, canción de Residente estrenada el 14 de mayo de 2020.

Y es precisamente esta comprensión de momentos, emociones y vivencias colectivas la que nos permite ver por qué hemos tropezado otra vez (y sin lugar a dudas volveremos a tropezar de nuevo) con la misma canción, con sus mismas letras y sus mismas imágenes. Así que, lejos de ser un defecto maniqueo de la humanidad, es simplemente humano. A fin de cuentas es natural, ya que lo que nos une siempre tendrá más fuerza (y más seguidores) que lo que nos separa y divide.The Conversation

Laura Filardo-Llamas, Profesora Titular de Universidad en Lingüística y Lengua Inglesa, Universidad de Valladolid; Inés Olza, Investigadora del grupo ‘Cultura Emocional e Identidad’ (CEMID) del Instituto Cultura y Sociedad (ICS), Universidad de Navarra; Iraide Ibarretxe-Antuñano, Catedrática de Lingüística General., Universidad de Zaragoza; Paula Pérez Sobrino, Profesora de Filologías Modernas, Universidad de La Rioja y Reyes Llopis-García, Senior Lecturer en Español, Columbia University

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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