Cuando era niña, Lali Espósito nunca se dejó llevar por quienes creían que no lograría sus sueños por ser de familia humilde. Tras 20 años de una carrera que comenzó como estrella infantil, acaba de hacer historia al ser la primera mujer argentina en llenar uno de los más emblemáticos estadios de su país, aún con la resaca de haber cantado en la final del Mundial de Qatar 2022.
«Mi sobrino de 10 años me miró y me dijo: ‘Estoy emocionado, tía, lo lograste'», cuenta a EFE esta actriz, cantante y compositora nacida en Buenos Aires hace 31 años que es una «diva» en un país de divas, título que siente «irónico y gracioso».
«Me lo tomo a broma, porque al final yo me pongo el pelo, el ‘make up’, el traje, salgo, hago el show… Uno juega a ese personaje de diva pop y después cuando te bajas te duele la rodilla y llegas a tu casa y en la heladera hay un tomate. La vida también es eso. (…) Es un rol que me gusta, divierte y me lo autopongo para jugar con el público a ese mundo de fantasía que propone mi música», reconoce.
Récord
Hace unos días, su Disciplina Tour congregó a más de 45.000 fans en el estadio de Vélez Sarsfield de Buenos Aires, cifra que, según Sony, su discográfica, la catapulta como primera mujer argentina en llenarlo. Un show con más de 20 canciones, frenéticos movimientos con sus bailarines, constantes cambios de look y enfervorecido público.
«Sigo golpeada físicamente, en una especie de Narnia (mundo de fantasía) emocional. Uno pudo haber hecho shows, pero nada se compara a ese primer estadio de fútbol», remarca segura de que ese «logro» es colectivo, compartido con todas las mujeres músicas.
Sobre cuál es la clave para recibir ese amor, confiesa: «No lo sé; sí creo que hay una sinceridad desde que era bastante niña a la hora de vincularme con el público, y creo que esa sinceridad y esa búsqueda la gente la ve. Mi música claramente es muy abierta y entra perfectamente en el oído de la comunidad LGBT, por ejemplo».
Hace tres meses ocurrió algo «inesperado». Lali cantó el himno argentino en la final del Mundial. «Fui notificada el día anterior, así que bastante shock, pero salió bonito y por suerte salimos campeones. Porque viste que Argentina es un país que si vos cantaste y perdimos… yo no entraba más a este país, me tenía que escapar hacia España», señala entre risas.
De estrella infantil a diva
Lali publicará en abril su quinto disco como solista. Y en junio iniciará gira por España. Una popularidad -como muestra su reciente reconocimiento como Personalidad Destacada en el Ámbito de la Cultura por el Parlamento de Buenos Aires- que no imaginaba ni en sus «sueños más osados» de niña.
A los 7 años hizo su primera participación en un programa televisivo, y a los 12 debutó como actriz en una telenovela de la popular cazatalentos de niños y adolescentes Cris Morena, con quien trabajó en otras tantas series juveniles.
En 2013 se abocó a su carrera en solitario, que siguió compaginando con películas y series como la reciente Sky Rojo, de Netflix.
«Siento mucha compasión por la capacidad de asombro de aquella niña, y de ilusión, que al final es lo que te hace de motor para las cosas que te van pasando», destaca sobre sus inicios.
«Ilusión y ganas de generarte otra vida y otra realidad y poder cambiar ese cuento que a veces nos cuentan, cuando quizá crecés en un lugar sin mucho recurso, de que los logros son para otro tipo de personas, no para vos», agrega sobre esa pequeña Lali, que tenía «gran capacidad de no escuchar ese tipo de comentarios».
Nuevo disco
Su último single, «Cómprame un brishito» fue blanco de críticas por su letra presuntamente superficial. «Un disco tiene letras que tocan una fibra más intima y hablan de la vida desde un ángulo, y otras son simplemente canciones para bailar y divertirse», defiende.
Aunque ninguna crítica le ha tocado «alguna fibra íntima»: «Normalmente son críticas que me gustan porque tienen que ver con por qué digo lo que digo, por qué me muestro así, por qué defendí tal ley (como la del aborto), por qué canto una canción que dice tal cosa…».
Cumplido su sueño, hoy sus deseos son más «básicos». «Al final la felicidad es que un amigo venga y te dé un abrazo y te diga: ‘¡Guau, lo que pasó!’. O tomarte ese vino de celebración con tu equipo. Esos son los deseos más concretos ahora: celebrar lo que sucede», concluye.