La Unesco expresó preocupación por la decisión de las autoridades turcas de convertir la vieja basílica de Santa Sofía en una mezquita. La organización recordó que su pertenencia al Patrimonio de la Humanidad responde a su condición de museo.
La Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura, responsable de las declaraciones de «Patrimonio de la Humanidad», indicó que cualquier modificación debe ser sometida al escrutinio de sus expertos y no contravenir al valor universal excepcional de todo bien inscrito.
Santa Sofía forma parte de las zonas históricas de Estambul. Se declaró Patrimonio de la Humanidad en 1985, 50 años después de que el Estado turco reconoció el templo como un museo.
Santa Sofía
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, firmó el decreto que vuelve a convertirla en mezquita.
«La Unesco comunicó sus preocupaciones a Turquía en varios correos. Instamos a las autoridades a iniciar un diálogo antes de tomar toda decisión que pueda atentar contra el valor universal del lugar», señaló la organización.
Agregó que toda inscripción en la lista del Patrimonio de la Humanidad conlleva «compromisos y obligaciones jurídicas», que dependen de que el Estado impida «toda modificación que atente contra el valor universal excepcional del bien inscrito».
En caso de que se produzca un cambio, se debe comunicar a la Unesco y, si fuera necesario, examinado por el Comité correspondiente.
La organización recuerda que Estambul entró en esa lista, sobre todo por ser un ejemplo de «integración única de obras maestras arquitectónicas que reflejan el encuentro de Europa y Asia durante varios siglos».
Además, el acta de inscripción recoge que «Santa Sofía se convirtió en un modelo para toda una familia de iglesias y, más tarde, de mezquitas».
Por ello, agrega la Unesco, «Santa Sofía tiene un importante valor simbólico, histórico y universal».
Para la organización es imprescindible que las comunidades puedan tener una participación «efectiva, inclusiva y equitativa» para que se garantice el patrimonio y se preserve su carácter único.
«Esta exigencia sirve a la protección y la trasmisión del valor universal excepcional del patrimonio y es inherente al espíritu de la Convención del Patrimonio de la Humanidad», señaló.