En la segunda y última parada de su gira por Turquía, la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, llegó el pasado sábado a la ciudad de Ankara para debutar en la sala de conciertos del campus musical CSO ADA Ankara, recién inaugurada en octubre de 2020. Una moderna obra de ingeniería y arquitectura de Semra & Özcan Uygur.
Fruto de más de veinte años de construcción y ubicado entre el castillo de Ankara y el Mausoleo de Mustafa Kemal Atatürk, este recinto es el novedoso hogar de una de las agrupaciones más antiguas del mundo, la Orquesta Sinfónica Presidencial de Estambul, fundada en 1826.
Eduardo Méndez, director ejecutivo de El Sistema, destacó a la agrupación el significado de esta visita. «Estamos muy satisfechos porque es una visita anhelada pero pospuesta por la pandemia, y se enmarca en medio de grandes acontecimientos que crean la necesidad de mensajes de amor y paz, lo cual ha sido siempre nuestro postulado: el lenguaje de la música como integración de los pueblos. La música de nuestros jóvenes es como una voz en la que se vierte el llamado a concientizar y comprendernos mejor como humanidad».
Tras tres presentaciones y actividades pedagógicas en Estambul, el maestro Andrés David Ascanio, remarca el propósito que compete a la institución de la que también es director académico. «La música es el lenguaje universal por excelencia, a través de ella podemos unir distintas culturas, lo hicimos hace dos días en la escuela orfanato de la Sociedad Darussafaka, tocando junto a sus niños desde el himno de esa institución hasta el Bella Ciao. Se trata de dar un mensaje, a través de los niños y jóvenes, cuyo sustantivo nos demuestra que independientemente de donde vengamos, de quienes somos, de cuales son nuestras creencias, cuáles son nuestras religiones, nuestras razas, al final la música nos une, la partitura nos une. Eso nos permite pensar en un mejor futuro».
Tras la huella de Giuseppe Donizetti
Después de dos años de fundada (1828), la Orquesta Sinfónica Presidencial de Estambul, a solicitud del Sultán Mahmut II, nombró al compositor Giuseppe Donizetti como jefe e instructor musical del imperio otomano. Casi doscientos años después, la agrupación estatal ha experimentado diversos hitos repercutiendo con su fortaleza en la historia universal de la música.
La vanguardia sigue siendo característica en el siglo XXI, pues la sede actual, inaugurada en el marco del desconfinamiento por covid-19, consta de formas arquitectónicas audaces. Dos esferas cubiertas de vidrio opaco, ubicadas en medio de un cuerpo de agua, que se unen por un triángulo de vidrio, con un diseño monumental y atemporal. El arquitecto y profesor alemán Ralph W. Fasold, junto con el Instituto Fraunhofer de Física de la Construcción, fueron los asesores de la acústica de la sala, en la que destacan gigantescos paneles de vidrio para mejorar la sonoridad.
El programa inició con la Obertura Candide, de Leonard Bernestein, y prosiguió con las composiciones venezolanas, Mediodía en el llano de Antonio Estévez y Santa Cruz de Pacairigua, de Evencio Castellanos, dirigidas por Andrés Davida Ascanio. Y la segunda parte, dirigida por el maestro Christian Vásquez, superó el reto ante la imbatible nobleza de la Sinfonía No.5 Si bemol Mayor, Op.100 de Sergei Prokofyev, sorprendiendo gratamente al público que también ovacionó los bises, Trish-Trash/Triki-Traki, de Paul Desenne; Mambo, de Leonard Bersntein, y el «Alma Llanera», de Pedro Elías Gutiérrez.
Tanto Vásquez como Ascanio y el componente orquestal gozaron de la aceptación de un público visiblemente emocionado en el segundo domingo de Ramadán, mes de oración y reflexión de la comunidad musulmana.