Tras 150 años de historia, la Ópera de Viena celebra este domingo su primera velada con una partitura compuesta por una mujer. Orlando, una vanguardista revisión de la novela transgénero de Virginia Woolf en 1928, se estrenó como una defensa de la libertad individual.
«La venerable institución de la Ópera de Viena tiene dos caras: una, la historia de una maravillosa creación musical; la otra, una historia de inmovilismo», afirmaron las mujeres que participan en la obra.
Neuwirth, colaboradora habitual de la Nobel de Literatura Elfriede Jelinek, anunció que con este estreno mundial quiere romper esquemas, mezclar géneros y «sacudir» ese inmovilismo de la Ópera de Viena.
Woolf ya rompió esquemas en 1928 con la publicación de una novela que desafió los límites del género y la identidad sexual. La escritora criticó a la sociedad patriarcal, a través de la vida de Orlando desde su condición de joven noble en la Inglaterra del siglo XVI hasta su transformación en una mujer escritora de principios del XX.
Neuwirth describe la obra como «una historia entre la ficción y la realidad» y a Orlando como «un ser que cuestiona todas las normas impuestas. No se deja encasillar en ningún unívoco sistema binario o en estereotipos, un ser que se define a sí mismo».
«Trata de la libertad de expresión de las personas y de la fluidez de la identidad. No hay normas fijas, ni en el arte ni en la vida», sentencia la compositora sobre una ópera que también tematiza el machismo y la marginación y límites impuestos a las mujeres.
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