Una exposición a partir de un solo cuadro. El MoMa, el museo de arte moderno de Nueva York, expone las obras que el pintor francés Henri Matisse plasmó en su Atelier Rouge (Taller Rojo), una nueva forma de contemplar la obra de uno de los mayores artistas del siglo XX.
Todo gira en torno al Atelier Rouge, una representación imaginaria de lo que era el taller de Henri Matisse en Issy-les-Moulineaux, en las afueras de París, convertida en una de las pinturas emblemáticas de este transgresor del color.
En aquella época, el rojo, que impregna el suelo y las paredes, era «muy osado», dice la comisaria de la exposición Ann Temkin. Estamos hablando de «¡hace 111 años!», en 1911.
El museo reunió por primera vez la mayoría de las obras que aparecen en dicho cuadro: seis pinturas, dos esculturas, una pieza de terracota y un plato de cerámica, que el público podrá contemplar entre el 1 de mayo y el 10 de septiembre en el templo neoyorquino del arte y las vanguardias.
Todas fueron realizadas por Matisse entre 1898 -tenía 28 años y acababa de terminar la escuela de Bellas Artes de París- y 1911, cuando el magnate y coleccionista ruso Serguéi Shchukin le hizo un encargo.
En la exposición, el visitante puede admirar el verdadero Corse, cour du moulin (El viejo molino) (1898), con trazos impresionistas, que figura en el Taller rojo, en el suelo, como si lo hubieran botado, o el real Nu à l’écharpe blanche (Desnudo con fular blanco), pintado en 1909.
Le Jeune Marin II (El joven marinero II) de 1906, un retrato colorista que simboliza el fauvismo también se expone en esta muestra.
Un año antes, Matisse había sido objeto de críticas furibundas por lo que se consideraba como un uso provocativo del color y que recibió la denominación peyorativa de «fauve (fiera)», del que su Femme au chapeau (La mujer con sombrero) es uno de los máximos exponentes.
De las diez obras expuestas recogidas en el cuadro, dos son propiedad del MoMA, entre ellas, el mismo Atelier rouge, tres de la Galería Nacional de Dinamarca, y las otras han sido prestadas por otros museos y coleccionistas privados.
Tesoro
«Fuimos en busca del tesoro», exclama con una risita Ann Temkin. «Y espero que la gente se tome el tiempo de comprender cómo Matisse veía sus propias imágenes o sus propios objetos cuando los trasladaba a una nueva pintura».
En vez de una gran retrospectiva, se trata de una nueva forma de abordar a un gran artista, dice la comisaria.
«No abrumemos al público con ‘Guau, qué cantidad de obras’. Mejor, invitémosle a profundizar más en lo que está viendo», defiende.
De todas las obras que el artista muestra en el Atelier rouge, falta el gran desnudo con fondo rosa. Matisse instruyó que lo destruyeran después de su muerte.
La exposición cuenta también la propia trayectoria vital del Atelier rouge, que Shchutin rechazó. Estuvo en manos del artista hasta que en 1927 lo compró el propietario de un club aristocrático de Londres, The Gargoyle club, donde estuvo expuesto. Desde 1949 pertenece a la colección del MoMA.
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