Gran marcha hacia el abismo es la nueva apuesta con la que sorprende el analista político Carlos Blanco para abordar aspectos de la historia reciente de Venezuela desde la ficción. La novela lo introduce en un género al que no suele estar asociado este autor de reconocida trayectoria.
De acuerdo con Elisabeth Burgos, este libro sorprende y «nos conduce a lo real y a lo histórico» de los acontecimientos venezolanos. !Carlos Blanco no procede de la estirpe de la literatura y menos aún de la ficción, tampoco de la historia; se le conoce como un distinguido analista político», afirma.
En efecto, Blanco es un reconocido articulista y autor de libros sobre los temas políticos e institucionales. Entre ellos están Un Programa para el Cambio, La Reforma del Estado en Venezuela y Revolución y Desilusión: La Venezuela de Hugo Chávez.
Ahora, publica una obra que, según la misma Burgos, muestra a un «estilista impecable, observador incisivo», al que no se le escapan «los rasgos físicos y psicológicos; la presencia cotidiana del alcohol, la jerarquía y el fetichismo de las marcas y la voluptuosidad del poder aunada a la presencia del sexo».
A juicio de la historiadora, todo ello desemboca en una promiscuidad, conformando un todo. Es una obra que «trasciende la ortodoxia de la ficción y de la escritura de la historia. Su trama conjuga a lo largo del inter texto un profundo análisis de ese vértigo de la cabriola que es el poder y de la carencia de materialidad de la revolución, que la suplen sus crímenes». Esos son los verdaderos hilos conductores de la obra.
La revolución como telón de fondo
En Gran marcha hacia el abismo, Baldomero Perdigón es el personaje principal. Con talentos especiales para la zona oscura de la marcha hacia el poder, representada por la acción militar y otras operaciones especiales. Perdigón dedica su vida al logro de ese sueño, marcado por los desencantos y la procura constante de recursos para una porción de vida cómoda.
Perdigón ama la revolución mientras no se realice efectivamente, aunque no renunciará a ella. Como dice el destacado escritor boliviano Juan Claudio Lechín sobre la novela, esta ficción “es vertiginosa y tremenda”. La narración, prosigue, salta con naturalidad del pasado a la actualidad, y viceversa.
Por su parte, Carlos Blanco se refiere a su personaje icónico como un revolucionario y asaltante de bancos (como Stalin); un militante. “Cuando esta militancia pierde la fe política, se profesionaliza”, dice el autor. Agrega que Perdigón aprende a manejar una compleja mafia de donaciones económicas de banqueros y burgueses adeptos; robo, extorsión, secuestro, asesinato y manipulación de los ingenuos, mientras acude a las asambleas.
En definitiva, Gran marcha hacia el abismo propone llevar al lector a través de conexiones mortales entre las “expropiaciones revolucionarias” y las fuerzas vivas de la sociedad que buscan acomodo y poder establecido, en el marco de la ingenuidad y de poderosas mandíbulas que siempre necesitan más carne para masticar. Se trata de la fascinación por el poder contada a través de personajes de la revolución a los que la ilusión los conduce a la atrocidad.
Con casi 400 páginas, esta novela se propone romper con la ausencia de relatos de este tipo para abordar el fenómeno histórico que son las revoluciones.