ENTRETENIMIENTO

La música suena todos los días bajo el nombre de José Antonio Abreu en Chascomús

por El Nacional El Nacional

Por Andreína Gómez

A más de dos horas y media del Gran Buenos Aires se ubica una ciudad costera llamada Chascomús, en la que desde hace 23 años se construyó una sede para la Orquesta Escuela y el Sistema de Orquestas Sinfónicas Infantiles y Juveniles de Argentina, Soijar. Ese pequeño edificio, situado en el corazón de esta urbe provincial, acoge a cientos de niños y jóvenes que aprenden música y que forman parte de las agrupaciones que siguen la educación musical bajo la filosofía de El Sistema que nació en Venezuela.

La artífice de este milagro cultural es María Valeria Atela, pianista y docente formada académicamente para la docencia, quien goza de apoyo y reconocimiento por su labor social y pedagógica en Argentina. En 2004, conoció al maestro José Antonio Abreu, fue invitada por la organización venezolana, haciendo espacio en la agenda del mentor y su Orquesta de Jóvenes Arcos durante una gira por el país sureño. El propósito era mostrar el progreso de los estudiantes de música frente al mentor de El Sistema que actualmente se replica en más de 75 países alrededor del mundo.

Luego de asistir al encuentro organizado en el hotel Bauen de Buenos Aires, Valería Atela se convirtió en una gran aliada para Abreu, quien vio en ella todas los atributos para sembrar las semillas de transformación social a través del arte en Argentina. «En 2005 recibimos la primera misión de profesores de música en Chascomús. Ahí se gestó el hito fundacional de El Sistema en Argentina, ya que logramos crear un gran festival de orquestas a nivel nacional que abrió paso a la creación de la fundación que recibe el financiamiento para todas nuestras actividades».

Desde Chascomús se hace una siembra directa, cada semana, los profesores organizan encuentros con los niños de las comunidades para mostrarles los instrumentos de cuerda de una orquesta sinfónica. Luego les permiten interpretar una pieza muy básica de música y, al final, los chicos se llevan una tarjeta con los teléfonos y la dirección de la sede y además la misión de contarle a sus padres la experiencia para lograr que los integren a las clases de música.

«En todos estos años ha pasado por Chascomús una población de más de 10 mil niños y jóvenes para iniciarse en el maravilloso mundo de la música. Nosotros generamos un impacto directo en la comunidad, que es de 40 mil habitantes apenas y luego están los programas que se desarrollan en otros núcleos de Argentina, cuyos logros vamos evaluando periódicamente. Esta alianza con Venezuela creó un antes y un después en nuestra comunidad, ya que la hizo sede de un gran festival que invade la ciudad con niños cargando instrumentos por todos lados. La hermandad entre dos países con una visión común de la cultura, ha sido uno de los mayores logros de esta alianza entre Soijar y El Sistema».

Una siembra que irradia muchos proyectos

La complejidad del vasto territorio argentino no escapa al impacto que llevaron los profesores venezolanos formados bajo la batuta del maestro José Antonio Abreu. La fundación que preside María Valeria Atela se encarga de apoyar iniciativas y actividades de promoción musical en todo el país. De hecho, se trabajó de la mano de las políticas de El Sistema durante el periodo de la pandemia.

«Resultó muy duro no poder encontrarnos y tener que hacer seguimiento de la formación musical a través de las redes sociales. Sin embargo, con mucha mística y pasión logramos que los peques pudieran conectarse con sus maestros. Creamos el programa de la mochila viajera que incluía una computadora y teléfono móvil para llevar a las casas de los niños que tenían programas de conexión o que no tenían equipos para recibir las clases virtuales, creo que fue una gran experiencia de crecimiento y de seguir las pautas de no detenernos que nos inculcó el maestro Abreu», destacó Atela.

Luego de los dos años de aislamiento por la pandemia del coronavirus, en Chascomús sigue sonando la música y de nuevo hay lugar para el encuentro y el abrazo. De otras partes llegan los niños y sus maestros para hacer intercambios orquestales y seguir creciendo como artistas. El sonido de los instrumentos crea la atmósfera perfecta para la alegría y para seguir regando las semillas de amor por el arte y la cultura que el maestro José Antonio Abreu plantó en Argentina y que siguen expandiéndose de la mano de un equipo de profesionales apasionados y entusiastas.

Desde Chascomús se recuerda el espíritu vibrante del músico, economista y gestor cultural venezolano, cuya obra sigue llevando inclusión y música para todos desde su lema «tocar, cantar y luchar».