En la misma década en que Caifanes, Café Tacvba y Los Fabulosos Cadillacs se apoderaban de la radio en Latinoamérica, los Aterciopelados despertaron las almas rockeras de Colombia y más: fueron la primera banda de rock en conquistar los países de la región, con una mujer en la cabeza, y marcar una generación noventera a la que le gusta menear la cabeza a la par que escuchar letras poderosas.
Aun más increíble, casi tres décadas después siguen vigentes en la escena musical por la temática social de sus canciones, participar en eventos de coyuntura mundial —como la COP 16— y, en general, por llevar su mensaje a diversos formatos, como el más reciente proyecto en el que acercan su obra a los colombianos.
Esto a través de una obra musical cuyas entradas puede conseguir en tuboleta.com, para el estreno que se realizará el 15 y 16 de noviembre en el Teatro Jorge Eliecer Gaitán, en Bogotá, o para la primera temporada que se hará desde el 21 del presente mes en el Teatro Astor Plaza.
A pesar de que Andrea Echeverri y Héctor Buitrago no estarán sobre las tablas, se involucraron en la creación del espectáculo que transporta al público a la Bogotá de los años 90 por medio de una historia de amor y las canciones más emblemáticas de la banda. Pero de igual forma retrata cómo es crecer en un país políticamente conmocionado, en que la división de clases es fuerte y los riesgos de la calle una amenaza.
«Aterciopelados se integró en la escritura inicial de la obra, porque tuvimos varias entrevistas para captar su lado de la historia. Incluso, en un principio pensé en hacer la obra directamente sobre ellos, pero luego caí en cuenta que era muy valioso contarlo desde la perspectiva de los fanáticos, rebeldes y jóvenes que se salían del statu quo«, cuenta Jorge Hugo Marín, guionista y director de la obra.
Este espectáculo no podía recibir otro nombre que el de Florecita rockera, uno de los más grandes hits de Echeverri y Buitrago, y en ella participarán 23 artistas, dentro de los cuales figuran Ramiro Meneses y Connie Camelo, quien comenta a El Tiempo lo emocionante que ha sido interpretar su papel: «Nunca había hecho de mamá y ahora me parece increíble representar a la del protagónico de la obra, que además, no debió ser tarea fácil en la década de los 90 cuando estallaban bombas y cuando el narcotráfico estaba en su auge«.
Lo que fue muy bien pensado por Marín, quien pasó la historia de ficción que creó, por un filtro de memoria, para agregar aquellos detalles que le sacarán una sonrisa y un recuerdo a cualquiera, por ejemplo, un walkman y otros elementos de la época.
«Lugo, se corroboró que las personas se sintieran identificadas, a través de grupos focales y por último se compartió el guion al cuerpo de artistas para que investigaran, ya que muchos de los actores no vivieron estos años«, concluye Marín.
Esta puesta en escena dura 1 hora y 50 minutos, está atravesada por la evolución musical de la banda y muestra canciones de su icónico álbum El Dorado, con el que entraron a rotación en el canal MTV Latino y en diversas emisoras del continente. Esto, como pequeños intermedios de la historia de Delia y Hache, personajes principales de la obra, interpretados por Michelle Salazar, y Víctor Palacios, dos jóvenes talentos emergentes que fueron escogidos por los propios Aterciopelados.
«Esto no parece real. Yo estudio en una escuela de música y nos enviaron el casting. Me lancé e intenté aunque no conozco mucho de actuación y fui pasando los cinco filtros progresivamente. Esto ha sido un viaje emocionante, porque he conocido la estética de la Bogotá pasada, a través de una investigación grande», asegura Salazar, a quien también le gusta ser llamada Arcoiris.
Al mejor estilo de West Side Story o de Romeo y Julieta, estos dos jóvenes de mundos opuestos y estratos socioeconómicos muy diferentes mostrarán cómo la música fue y será siempre lo que une a cualquier sociedad y que les permite a los jóvenes expresar sus ideas de manera libre y creativa.