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La miseria de un pueblo del Zulia hará historia en Sundance

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Sobre las orillas del lago de Maracaibo se alzó un pequeño pueblo. Vivieron, sobre todo, del turismo. Es uno de los mejores sitios para ver El Relámpago del Catatumbo. Junto con la actividad pesquera, se aseguraba la calidad de vida sus habitantes, los del Congo Mirador, en el sur del estado Zulia.

Ya no es tan así. La sedimentación de los canales ha cambiado la vida de la zona. Las condiciones cada vez son más precarias. Algunos optan por irse. Se desintegran y eso es lo que la directora Anabel Rodríguez Ríos quiso narrar.

Durante cinco años grabó con su equipo el proceso por el que ha estado pasando el pueblo a través de la historia de tres mujeres: Tamara Villasmil, la líder; Nathalie Sánchez, la única maestra del Congo, y Joanny Navarro, en su tránsito de la niñez a la adolescencia.

Once Upon a Time in Venezuela se estrenará el 27 de enero en el Sundance Film Festival, muestra que reúne lo mejor del cine independiente. Se realizará del 23 de enero al 2 de febrero en Utah, Estados Unidos. Compite en la selección oficial en la categoría Documental Internacional.

Once Upon a Time in Venezuela

«Desde hace varios años el agua se ha estado sedimentando (los residuos se alojan en el fondo y se sellan los canales). Es un sitio para el turismo que debería ser preservado. A la gente le interesaba que se supiera esa situación. Ellos buscan la manera de que haya un apoyo para poder dragar (sacar el sedimento) y salvar el pueblo. Les han hecho muchas promesas», señala la directora desde Brasil, donde realiza la mezcla de sonido de su película.

Agrega: «El Congo Mirador es el marco. Nos concentramos en las historias entre las personas. El pueblo está dividido en contra o en pro de un sistema. La gente no se pone de acuerdo y, de alguna manera, eso implica desintegración».

Desde 2013 visitó el pueblo tres veces al año para el rodaje. De hecho, uno de los habitantes, Arsenio Hernández, fungió como asistente de dirección y productor de campo. Aunque su relación con la zona se estableció cuatro años antes: «Hice un documental llamado Los venezolanos, que fue para una serie llamada Los latinoamericanos. Ese proyecto  me dio la oportunidad de ir al sur del lago de Maracaibo. Queríamos grabar el Relámpago del Catatumbo. El mejor sitio desde donde se puede ver es el Congo Mirador. Nos quedamos varias noches para poder grabar. Conocimos varias personas. También recuerdo que se nos acercaron unos niños en unos barquitos hechos con barriles de gasolina», cuenta Rodríguez, de 43 años de edad.

En 2011 regresó y uno de los niños que estaba subido a uno de los galones protagonizaría su siguiente proyecto, The Barrel (2013), que formó parte de una serie llamada Why Poverty, que incluyó 8 largometrajes y 30 cortometrajes. La cinta se llevó el premio al Mejor Cortometraje en el  Festival de Cine Venezolano de Buenos Aires, igual en el Festival Manuel Trujillo Durán, del estado Zulia. Estuvo en la selección de International Documentary Filmfestival Amsterdam y Festival Internacional de Cine Documental de Canadá Hot Docs.

Luego del cortometraje asumió que debía continuar. En 2013 el Instituto Tribeca le otorgó una beca para desarrollar el concepto del que es su primer largometraje. Volvió al Congo Mirador. Allí se quedaba en casa de alguno de los habitantes, con los que se generó familiaridad y confianza. El guion lo armó con Sepp Bruderman, su  ex esposo, padre de su hijo, y también productor.

«Nos conocíamos desde hace muchos años. Ese período en el que nos casamos fue excepcional, pero la relación no funcionaba. Nos fue mejor después de divorciarnos. Nos mantuvo unidos la convicción por la película. Ambos hemos apostado mucho; se convirtió en nuestro segundo hijo», expresa.

No es su primera experiencia dentro del género documental. De hecho, siempre ha estado inmersa en él. Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Católica Andrés Bello. Completó su formación en la London Film School, una escuela creada por el cineasta Mike Leigh, director de Secretos y mentiras.

Recuerda que su primera experiencia con el cine ocurrió en un taller con el director Rafael Marziano. «Cuando uno está en contacto con la vida misma, tal cual es, tiene la oportunidad de salir de lo que uno piensa sobre cómo ocurren las cosas. Uno sale un poco del cliché y eso a mí me gusta mucho. Me gusta mucho también que uno pueda lograr audiovisualmente situaciones que son muy creíbles, muy vivas. Para lograr eso en ficción necesitas un talento distinto, es un fenómeno diferente. Me gusta esa posición de observar la vida. Hay algo un poco zen en eso de dejar pasar la situación frente a tus ojos. Es una experiencia corporal tremenda», dice Rodríguez, residenciada en Viena desde 2012.

Once Upon a Time in Venezuela es un coproducción entre Brasil, Reino Unido y Austria. El Centro Nacional Autónomo de Cinematografía le concedió apoyo en la producción, igual que Ibermedia. También obtuvo fondos de IDFA Europa e IDFA Bertha Found, dos programas que pertenecen al Instituto Documental de Ámsterdam. También realizó una campaña de crowfounding que se destinó a la edición de la historia.

El documental ha sido postulado a otros festivales. Rodríguez espera respuestas. Pero, sobre todo, desea estrenar en Venezuela y Latinoamérica. «Ese público es el que más me interesa. El mensaje va para allá. Nuestro distribuidor en Venezuela es Gran Cine. Aún no tenemos un plan específico, pero queremos mostrarla en el país, sin duda».

Para Sundance no falta nada. Al preguntarle cómo se siente dice: «Es emocionante. Pero, a la vez, es costoso. Estamos apelando a todos los coproductores para cubrir todo. La idea es que se vea lo más posible, sin importar la tendencia de la persona. Hay que generar discusión, reflexión».

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