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La juventud caraqueña vivió una gran noche gracias a Morat

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«Lleve la camisa, la gorra y la cinta para el concierto de Morat», decían grupos de vendedores ambulantes congregados en los alrededores del Centro Comercial Ciudad Tamanaco (CCCT), en Caracas, a todo el que pasara frente a ellos.

No había muchas personas en el centro comercial, donde parecía transcurrir con normalidad la tarde del sábado. Pero cerca de las 4:30 pm, grupos de amigos con franelas, pulseras y cintas decoradas con escarcha, todas con el nombre de Morat, se veían por los pasillos del CCCT. No estaba claro adónde tenían que ir. Muchos caminaban desorientados buscando del show, mientras que otros aprovechaban para darle los toques finales a las pancartas que llevaban consigo. «A dónde vamos» o «Aquí me quedo» decían algunas, en alusión a canciones de la agrupación colombiana, integrada por Juan Pablo Isaza Piñeros, Juan Pablo Villamil Cortés, Simón Vargas Morales y Martín Vargas Morales.

En los pasillos del centro comercial abundaban los revendedores. Discretos, ubicados cerca de las escaleras, decían a quienes pasaban a su lado: «Compro y vendo entradas para Morat». Entre 300 y 350 dólares pedían para Morat Box y VIP, cuyo precio en preventa fue de 190 y 90 dólares, respectivamente. El monto no era definitivo, estaban dispuestos a negociar. «¿Cuánto estás dispuesto a pagar?», preguntaban a los interesados e intercambiaban números para cerrar el negocio.

El show de Morat en Caracas, como parte de su gira ¿A dónde vamos?, con la agrupación ha visitado España, México, Estados Unidos, Uruguay, Chile, República Dominicana, Ecuador y Colombia, se anunció la segunda semana de enero. Cuando se supo la noticia, la emoción desbordaba las redes sociales. No era para menos. Sería uno de los primeros conciertos de un artista internacional en el país después de muchos años y, además, marcaría el inicio de la temporada de shows de 2022, que ya trajo a Alejandro Fernández, el reguetonero Sech y que espera en los próximos meses a la cantautora Kanny García, la agrupación Cultura Profética y Emmanuel. Era de esperar, pese a las dificultades que hubo para comprar los boletos, que las entradas se agotarían de inmediato, como ocurrió. De allí que decidieron abrir una segunda fecha para este domingo 27 de marzo.

La preventa de entradas para Morat comenzó el jueves 20 de enero en dos modalidades: presencial, en el CCCT, y virtual, a través de la página de Goliiive. Desde el comienzo, en ambas opciones, la experiencia fue caótica. La plataforma no estaba preparada para la cantidad de usuarios que recibiría, lo que hizo que los servidores colapsaran. Además, la falla imposibilitó la venta en taquilla. Por esto, TicketMundo tuvo que asumir la venta de boletos. Hubo personas que esperaron en el centro comercial hasta la medianoche y se fueron con las manos vacías, como le ocurrió a Zeus Da Silva, de 19 años de edad. «Me colé y ni siquiera así pude comprar ese mismo día, porque todo se paralizó. Tuve que venir al día siguiente», recuerda.

La experiencia de quienes compraron sus boletos por la página fue variada. Algunos tardaron más tiempo, como le ocurrió a Paola Espósito, también de 19 años de edad. «Logré comprar a las 2 de la madrugada porque los servidores no funcionaban, aunque hayan pasado la venta a TicketMundo», dice. Pero Luis Riera, de 18 años, pudo adquirir su entrada el mismo día de la preventa. Y sin problemas. «Estaba pendiente desde las 11 am, que abriría la venta, e intenté más de 100 veces hasta que a las 2 pm pude comprar mi entrada», cuenta mientras hace la fila para entrar al concierto.

La hora se acercaba y había mucha más gente en el centro comercial. Había todo tipo de personas: jóvenes, niños y adultos, quienes no necesariamente iban solo como representantes. Es el caso de Karla Gutiérrez, de 50 años de edad, quien iba como representante de su hija y amigas, pero también como fanática. «Me encanta Morat. Los empecé a escuchar por mi hija y ahora me gustan mucho. Sus canciones son muy lindas, románticas y también de despecho, como para cantarlas siempre», dice entre risas.

Cerca de las 5:30 pm ya todos estaban esperando para ingresar al área del concierto. El acceso estaba dividido en dos: uno para Morat Box y Platino, y otro para VIP y Gold. Las puertas abrieron media hora después. Los asistentes debían pasar por dos filtros de seguridad antes de llegar al área del show. El primero era de cacheo y revisión de bolsos, mientras que el segundo era de verificación del boleto y entrega de brazalete. Al pasar, previo al área del concierto había una zona con puestos con comida y bebida y stand de fotos; allí los grupos de amigos se reunían para llevarse un recuerdo del esperado día.

Finalmente, sobre la terraza del CCCT más de 5.000 sillas, debidamente identificadas, estaban dispuestas para recibir a los fanáticos.

El show comenzó puntual. El primero en presentarse fue Mario Puglia, quien fue telonero de Lasso el año pasado. Su intervención fue breve, interpretó cinco canciones, entre ellas «Dile que soy tu mejor amigo», junto a Noreh, y con la que se despidió para darle paso a la segunda presentación de la noche: Anakena.

Mario Puglia - concierto

Foto Ramsés Romero

8:00 pm. «Prepárense, señores pasajeros: el vuelo ANK está a punto de despegar», decía una voz desde el escenario para presentar a la banda integrada por Santiago, Mikel, Mara y Antonio, quienes pusieron el toque tropical y bailable a la noche. Comenzaron con «Pantera», siguieron con «Sofía», «Guayaba» y «Montaña rusa». Se pasearon por «Carita triste», «Sanguchito», en la que hicieron una pausa para enseñar a bailar al público, que tuvo que seguir sus instrucciones para aprender a hacer el «pasito Ank». Todos lo hicieron. Desde las personas paradas frente a sus asientos hasta los que estaban en las filas para comprar bebidas. El viaje estaba llegando al final. «Tripulación, prepárense para el descenso», advertía el piloto. «Llegamos a la terminal ‘Cinco», añadió, tema con el que se despidieron.

Anakena - concierto Morat

Foto Ramsés Romero

Aún faltaba media hora para ver a Morat y la expectativa crecía. Todos muy atentos al más mínimo cambio que ocurriera en la tarima. Nadie quería perderse ningún detalle.

Aunque Morat comenzó como agrupación hace poco más de una década, no fue hasta 2015 que dieron el gran salto a la fama con «Mi nuevo vicio», junto a la mexicana Paulina Rubio. El tema marcó un antes y un después en la carrera de la banda originaria de Bogotá. Desde entonces han grabado un EP (Grabado en madera) y tres discos: Sobre el amor y sus efectos secundarios (2016), Balas perdidas (2018) y A dónde vamos (2021).

En el público había fanáticos de todo tipo, nuevos y viejos. Algunos conocían a la banda desde sus inicios, como es el caso de Daniel Sánchez, de 20 años de edad. «Me gusta Morat desde siempre, los escucho desde que estaba en 7mo grado», recuerda. A Sofía Riera, de 15 años, le gusta la banda desde hace tres años. Los conoció antes de la pandemia. «Todas las canciones me gustan, pero mi favorita es ‘De cero’. Me gustaría que la cantaran», dice emocionada.

Aunque la mayoría de los presentes tenía entre 15 y 20 años, no era el primer show al que asistían. Algunos tuvieron la oportunidad de ir a otros espectáculos similares el año pasado, como el concierto de Los Mesoneros o, incluso, al de Alejandro Fernández, que tuvo lugar en el CCCT el 3 de marzo.

9:00 pm. Bajan las luces. Poco a poco, Juan Pablo Isaza Piñeros, Juan Pablo Villamil Cortés, Simón Vargas Morales y Martín Vargas Morales van tomando su lugar sobre el escenario para sorprender al público. “¿A dónde vamos, Venezuela?”, preguntaron. «Estamos encantados de estar aquí. Estábamos esperando este momento y, de pana se los decimos, estamos muy felices de estar acá con ustedes. Vamos a desquitarnos por todo este tiempo encerrados», dijeron antes de dar inicio a un show, en el que, durante dos horas, el público cantó, gritó, bailó, lloró pero, sobre todo, disfrutó al ritmo del pop-folk.

Morat

Foto Ramsés Romero

Dependiendo de la ubicación la visibilidad era mejor. Las personas que estaban en la zona Gold y VIP se paraban sobre sus asientos. Aunque a los laterales del escenario había pantallas que mostraban lo que ocurría sobre el escenario, en ocasiones la imagen se veía distorsionada o con lentitud. Algunas personas optaron por dejar sus asientos y acercarse a las barandas que dividían las áreas del concierto.

Morat comenzó la noche con «A dónde vamos», de su disco homónimo. Cómo es costumbre para ellos, antes de cada canción compartieron con el público una breve historia sobre el momento que vivían cuando la escribieron y lo que representa para ellos. Así recorrieron el escenario con temas de sus tres discos: «Amor con hielo», «De cero», «Mi suerte», «Presiento», «Bajo la mesa» «Acuérdate de mí» y «Cómo te atreves».

Morat

Foto Ramsés Romero

La sorpresa de la noche, para muchos, fue la presentación de la cantante chilena Cami, quien subió al escenario para interpretar dos temas con Morat: «Simplemente pasan» y «Yo no merezco volver».

El ambiente era de alegría. Todos bailaban y coreaban las canciones sin descanso, desde el personal de seguridad hasta los niños y adultos en el público. El momento cumbre llegó con «Besos en guerra«, del álbum Balas perdidas.

Fueron dos horas que no alcanzaron para agotar la energía del público que, poco antes de terminar el show, seguía pidiendo canciones. Salieron satisfechos y complacidos, como seguramente saldrán los fanáticos de la función de este domingo.

https://twitter.com/Ricardophm/status/1508111801074032653

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