Robert Gómez
Formado desde muy joven dentro de las filas del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, Jesús Briceño pasó de la Escuela de Música Juan José Landaeta, en su Trujillo natal, al conservatorio Vicente Emilio Sojo en el estado Lara.
Más adelante, tras matricularse en estudios de violín, abrazó la dirección orquestal como un nuevo camino que al día de hoy le ha llevado a cruzar el mundo para llegar a Oceanía, concretamente a Papúa Nueva Guinea, al suroeste del Pacífico, compartiendo frontera con Indonesia.
El viaje largo ha servido para, desde 2018, echar a andar un proyecto musical que, siguiendo la inspiración del Sistema, comienza a dar forma a nuevos acordes bajo el nombre Queen of Paradise.
—¿Cómo surge el proyecto en Papúa Nueva Guinea?
—Todo se inició a partir de conversaciones con una valiosa amiga que vive en Nueva York. Hace año y medio veníamos conversando del modelo del Sistema en Filipinas y pedí que me enlazara para comunicarme con el director ejecutivo del programa musical, AnMisyon, y establecimos conversaciones sobre el funcionamiento y desarrollo del programa en ese país. A comienzos de 2018 recibí un correo electrónico de este maestro en Filipinas en el que me explicaba que un buen amigo suyo deseaba iniciar a los niños en Papúa Nueva Guinea por el camino de la formación musical. Así entonces surgió la primera conversación telefónica con una extraordinaria persona, el padre Miguel de la Calle, sacerdote de origen argentino que desde 2016 venía trabajando esta idea, junto con el padre Martín Prado y el padre Tomás Ravioli –también argentinos–. Ellos empezaron a ver material del Sistema, escucharon entrevistas del maestro José Antonio Abreu y el sueño se venía elevando. Ya en esta conversación el padre Miguel de la Calle me dijo: “Nosotros queremos ver en Papúa Nueva Guinea que la música pueda llegar a los chicos y jóvenes como ocurre en tu país”. Y después de varias conversaciones, me preguntó: “¿Cuándo estarías dispuesto a venirte a Papúa Nueva Guinea?”.
En octubre de 2018, Briceño aterrizó en el país oceánico. Entonces, sus futuros alumnos ya aprendían a cantar y a ejecutar la flauta dulce. La hermana Cielos, que era la maestra, hoy se ha convertido en su asistente en el proyecto bautizado como Queen of Paradise (Reina del paraíso).
—¿Qué propuesta llevó a Papúa Nueva Guinea?
—La más importante y relevante para quienes decidieron buscarme fue establecer un proyecto siguiendo el modelo desarrollado en Venezuela durante 44 años y creado por el maestro Abreu. La enseñanza de la música como herramienta poderosa en la transformación más positiva y fantástica para la vida de las niñas, niños y adolescentes, vinculada desde la inclusión social. Así es como inició y así continúa este proyecto. Durante mis meses de preparación en Venezuela, antes de viajar, venía diseñando un modelo de trabajo. Fueron muchos días de comunicación e intercambio de ideas. Ya a mi llegada estaba listo y así oficialmente iniciamos un coro infantil a dos voces, una cátedra de flauta dulce, teoría y solfeo y la enseñanza del violín, por primera vez en el país. De manera individual y colectiva, un total de 16 niños fueron los primeros sumarse a esta cátedra.
—¿Cuál es el nivel de los integrantes del proyecto?
—Son chicos fantásticos, de un aprendizaje notable. En el ámbito musical su conocimiento es remoto, pero una vez iniciado el aprendizaje ves lo extraordinaria que es la música, sin importar el lugar, el credo o la religión. De hecho, uno de los más sorprendidos he sido yo porque estos niños tomaron su nueva escuela, la música, con un deseo enorme de aprender. Cantaron, tocaron flauta y violín, en grupo o de manera individual, y en 47 días de mi estadía allí realizaron 4 hermosos conciertos que atrajeron la atención de una manera maravillosa. Oficialmente 55 niños han conformado el inicio del Proyecto Reina del Paraíso, un grupo que sigue su formación y desarrollo musical.
—¿Hacia dónde avanza el proyecto?
—En diciembre, el obispo de la ciudad planteó que se llevara una segunda sede a la diócesis. Poco a poco el proyecto se irá extendiendo de manera natural; ahora mismo hay muchos padres con deseo de inscribir a sus hijos y que sean parte de esto. Por otro lado, el primer ministro, así como el ministro de Educación, están al tanto del proyecto. Han manifestado interés y ya veremos cómo adecuadamente se extenderá, primero en la ciudad y luego al resto del país. Este año sumamos cuatro cátedras: viola, violonchelo, contrabajo, además de kundu en la percusión, que es un tambor de la región.
—¿Cuál es el próximo paso en su carrera?
—Seguir mi labor en el sistema en Venezuela. Es fundamental no parar en la formación de nuestros músicos. Este 2019 debo fundar la primera orquesta de cuerdas de Papúa Nueva Guinea, y para 2020 la primera orquesta sinfónica infantil y juvenil.
Desde el atril
Los inicios musicales de Jesús Briceño fueron en su Trujillo natal. Primero en el coro escolar y luego, a los 11 años de edad, como integrante del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, en el Núcleo Juan José Landaeta de esa ciudad. Allí comenzó su formación en el área de lenguaje musical, teoría musical, estudio del violín y formación orquestal.
Luego de una pausa de tres años, ya viviendo en Barquisimeto, ingresa al Conservatorio de Música Vicente Emilio Sojo, donde obtiene su acreditación como músico ejecutante. Durante el último año de formación toma una master class en dirección orquestal y se inicia una nueva fase. “Tuve la fortuna de recibir clases una vez por semana de manos del director del conservatorio, quien poco después me informó que un maestro de importante trayectoria por más de 30 años en Europa llegaba a Venezuela a formar directores musicales. Así comencé a viajar cada 15 días de Barquisimeto a Caracas. Luego fui designado en el estado Lara como director de orquestas en núcleos de la cuidad y nombrado profesor de violín e Historia de la música en el Vicente Emilio Sojo”.
En 2010 solicita a sus maestros en Barquisimeto continuar la formación y desarrollo en Caracas. El maestro José Abreu aprobó la petición, y es así como pasa a asumir la dirección general del Núcleo La Hoyada en el centro de la ciudad y, a finales de 2013, se convierte en uno de los directores musicales en el eje Altos Mirandinos, hasta la actualidad.