Una versión caricaturizada del cuadro La libertad guiando al pueblo, de Eugène Delacroix (1830), da la bienvenida a la exposición Ilustrados. Esa versión de la famosa pintura que retrata el momento en el que el pueblo francés se alzó contra el rey Carlos X, resulta ingeniosa y llamativa. En ella, además, se destaca el inconfundible estilo del dibujante francés Jean Plantureux, o Plantu, como se le conoce artísticamente, quien reemplazó las armas del pueblo por lápices, un guiño significativo a su oficio como caricaturista especializado en sátira política. Al lado de su obra, se muestra el trabajo de los artistas venezolanos que comparten sala con él: Iván Lira, Rayma Suprani, Marvin Figueroa y Uncas Montilla. Cada uno, con su particular estilo, introducen al público al debate que caracteriza Ilustrados: la libertad de prensa en los medios de comunicación.
El diálogo entre los diversos estilos y tendencias de los exponentes resulta variado e insta a la reflexión. Las piezas de dos artistas venezolanos en el exilio, Suprani y Figueroa, conviven con otros dos caricaturistas que siguen en el país y han escrito para medios de comunicación oficialistas, Lira y Montilla. El intercambio de ideas gráficas de las 30 imágenes que conforman la muestra que se exhibe en el Centro Cultural BOD desde el 4 de mayo hasta el 5 de junio, toca varios temas. Junto a ellos, la irónica, divertida y sarcástica obra de Plantu que desde 1972 ha aparecido de manera frecuente en Le Monde. Su arte, sincero y directo, lo ha llevado varias veces frente a la justicia francesa.
“En la pared de allá hay un dibujo de Mavin Figueroa sobre las vacunas”, comenta en francés el artista de 71 años de edad, mientras enfatiza sus palabras con las manos. “Cuando lo vi, pensé: qué frontales son en Caracas. Si yo hiciera eso en Francia, porque puedo hacerlo, me metería en muchos problemas. En mi país puedo decir ese tipo de cosas tan directas, siempre y cuando lo envuelva en una caja de regalo para los más sensibles”, confiesa.
Mostrar parte de su trabajo en Ilustrados, junto a la obra de caricaturistas venezolanos, le permitió a Plantu disfrutar de un intercambio de ideas que, reconoce, lo ha hecho crecer como artista. “Me gusta hablar con dibujantes de otros países, eso me ha enseñado que a veces hago trabajos que solo se pueden entender en París, en Francia. Cada país tiene sus propios tabúes y prohibiciones y el trabajo del caricaturista es trabajar con eso y dar su opinión al respecto”, explica.
El poder del pincel
Al igual que los cuatro artistas venezolanos con los que comparte la muestra inaugurada el 3 de mayo, Día Mundial de la Libertad de Prensa, Plantu está consciente del poder de su pluma. Gracias a sus dibujos, ha vivido muchas experiencias que le dejaron innumerables anécdotas. Una vez, por ejemplo, el mismo presidente de Francia en 1985, François Mitterrand, le dijo: “Usted, con su pincel, puede matar a un político”.
En una ocasión, Plantu tuvo la oportunidad de conocer a varios caricaturistas del cercano Oriente y en ese momento se dio cuenta de que podía hablar tanto con los israelitas como con los palestinos. Luego, cuando estuvo en Túnez, pudo conversar con el líder de los palestinos. En ese momento hizo que Yasir Arafat, líder nacionalista palestino, presidente de la Organización para la Liberación de Palestina, dibujara la bandera de Israel.
“La herramienta del dibujo es un mecanismo de paz. Después de allí fui a Jerusalén para encontrar a Shimon Peres y lo invitó a terminar el dibujo de la bandera que había comenzado Arafat. “Ese es el poder del caricaturista. Si yo pudiese, traería a Rayma desde el exilio y la sentaría al lado de Nicolás Maduro. Yo, como caricaturista, mediaría entre ellos y los haría dialogar a través del dibujo, porque a través de mi pluma puedo hacer a las personas dialogar”, afirma.
Dibujantes por la paz
El humor de las caricaturas, en el caso de Plantu, en ocasiones traspasa el papel. “En Francia, voy mucho a las escuelas a hablar con los niños. Siempre les digo: Estamos orgullosos de poder soñar gracias a la democracia, pero si nos quedamos dormidos, la democracia puede cambiar. A veces cuando digo eso los niños están dormidos”, relata entre risas. Sin embargo, pese a su buen sentido del humor y su simpatía, el artista está consciente de los riesgos de su profesión.
Por eso, cuando Kofi Annan fue secretario general de la ONU, trabajó junto con el economista ghanés para fundar una asociación llamada Cartooning for Peace en 2006. A través de ella se ocupan de caricaturistas que tuvieron que exiliarse por miedo a represalias, como la venezolana Rayma Suprani. En ella, además, ofrecen un kit que se llama El caricaturista amenazado, donde brindan protección y asistencia legal a los dibujantes que trabajan en contextos difíciles. También se les ofrece apoyo y asesoramiento en el ejercicio de su profesión que data, incluso, desde principios del siglo XVI.
“Ser caricaturista es uno de los oficios más comprometidos que existe”, señala Lorena González Inneco, curadora de arte contemporáneo, encargada del texto curatorial de Ilustrados. Para la también docente y crítico de arte, fue un reto ser la encargada de esta muestra. La exposición supuso su primer encuentro con el género de la caricatura y la llevó a reflexionar, además, sobre el perfomance en el arte. La caricatura, a su parecer, tiene algo de perfomance en cuanto a que es un ejercicio cotidiano cuyo trazo responde a problemas y situaciones que la sociedad enfrenta día a día. Es la construcción de una voz que va más allá del acontecer diario.
Una vez le propusieron la curaduría, González Inneco descubrió cómo la caricatura es un ejercicio artístico que incluye una opinión con un alto valor ético. “Está relacionado con la ética sobre los ejercicios del poder, independientemente de dónde vengan los artistas. Por eso le puse a la exposición Ilustrados. Me pareció que era un nombre que hace referencia al dibujo, la ilustración, el trazo; pero también con lo ilustre, de tener la sapiencia y el conocimiento de saber construir desde lo ético una opinión contundente sobre algún proceso de la sociedad”, explica.
Lo más valioso de la reunión de artistas que supone Ilustrados, es superar las diferencias de cada uno para encontrar lugares que los unen. “En la muestra se pueden encontrar visiones que todos compartimos. Creo que eso es lo más bello y en eso me basé un poco para la selección de las 30 obras que conforman la exposición. Quería encontrar sitios, que son cuestionamientos de los caricaturistas, puestas en escena, imágenes, reflexiones con las que todos podemos estar de acuerdo. Todos necesitamos una voz que hable y que nos diga las cosas por construir. Ese fue el lugar delicado y maravilloso que logramos con la selección”, revela González.
Ilustrados propone un debate y una discusión en cada una de las caricaturas que conviven en la sala de exposiciones del Centro Cultural BOD. En cada uno de los trazos se muestran, a juicio de la curadora, lugares que no se deben olvidar y situaciones que la sociedad debe defender. Sin embargo, lo principal es defender ese espacio en el que las personas con diferentes visiones se pueden encontrar para dialogar y construir una mejor sociedad. “La opinión, la libertad de prensa, y la opinión consensuada del arte pueden crear ese lugar de reflexión que necesitamos. Mientras más nos encontremos, tendremos una sociedad más unida en lo que es la defensa de sus deberes y sus derechos que es un camino que todavía tenemos que empezar a recorrer”, concluye.
Libertad de prensa
La inauguración de Ilustrados, una muestra en alianza con la embajada de Francia en Venezuela, brindó la oportunidad para reflexionar sobre la libertad de prensa. Al evento acudió Víctor Vargas, presidente del BOD junto con su esposa, María Beatriz Hernández de Vargas, quienes ofrecieron unas breves palabras sobre la exposición. A ellos se sumó Romain Nadal, embajador de Francia.
“Ser periodista hoy es mucho más que un trabajo, es una lucha y una responsabilidad. Los periodistas investigan, explican, arrojan luz sobre hechos importantes, a veces arriesgando su vida. No hay democracia sin prensa libre, y eso no es algo nuevo. Ya Víctor Hugo lo defendía en 1848. La misión de los periodistas es brindar información de calidad”, reflexionó Nadal.
Además de Plantu, al encuentro solo pudieron acudir dos de los cuatro artistas venezolanos, Montilla y Lira. Ambos dieron unas palabras sobre su trabajo y el diálogo gráfico que supone la muestra.
Al tomar la palabra, Uncas Montilla comenzó su discurso presentándose como un dibujante. “No soy orador, soy caricaturista. Por eso, voy a usar un recurso retórico bastante conocido: Una imagen dice más que mil palabras. Aquí tenemos 30 imágenes, dejemos que ellas hablen, así que, con esto, termino mi intervención”, dijo. A su izquierda uno de sus cuadros muestra la cara de un hombre pensando “Se me están acabando los guiones” y, frente a su rostro varias carpetas con diferentes títulos: golpe mediático, golpe lento, golpe económico, sabotaje, guarimba, paro, magnicidio, Twitter.
Sus palabras, despedidas por aplausos y algunas risas de los presentes, dieron la bienvenida a Iván Lira, otro de los exponentes. “Tomar una computadora, una red social o un lápiz es una enorme responsabilidad. La caricatura depende del humor y por eso se debe tener mucho cuidado al manejarla. Hay que tener principios para ser caricaturista”, terminó su intervención.
