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La corrección política atenta contra la incómoda Jezabel

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La primera vez que Hernán Jabes leyó Jezabel, la cuarta novela de Eduardo Sánchez Rugeles, fue en 2015. Lo hizo en una sola sentada. Y quedó impactado. La historia le gustó tanto que de inmediato pensó en hacer una adaptación cinematográfica. Se dio a la tarea de buscar al autor para proponerle la aventura, quien, sin dudarlo, aceptó. Así comenzó el recorrido del largometraje que explora los conflictos morales de cuatro jóvenes caraqueños.

Jezabel –que forma parte de la colección de novela negra Vértigo, del sello EdicionesB– narra un crimen atroz, el asesinato de la joven Eliana Bloom, cuyo cadáver fue hallado en su apartamento en Caracas con indicios de maltrato físico y violencia sexual. La novela reconstruye los hechos a través de los recuerdos de Alain, uno de los mejores amigos de la víctima. En el proceso, debió enfrentarse a los engaños de su propia memoria para esconder una dolorosa realidad.

«Una de las cosas que me llamó la atención del libro no fue solo su irreverencia y lenguaje descarado, sino la analogía que hace a la sociedad, que no es sólo la venezolana. Entonces, creo que la película se logró en el sentido de que tiene una historia universal», dice el director Hernán Jabes desde México, donde reside desde 2016.

Para la adaptación de Jezabel, Jabes y Sánchez Rugeles comenzaron a trabajar de inmediato en el guion de la película. Debido a la distancia, el autor residía en Madrid y el director aún estaba en Caracas, trabajaban a través de Skype. Se reunían dos veces por semana en sesiones de tres horas, en las que las fallas de audio o imagen siempre estuvieron presentes. Sin embargo, recuerdan esa etapa como una experiencia constructiva, sana, amable y divertida.

«La estructura del guion fue muy fluida, muy cómoda, creo que fue una colaboración muy correcta. Quedamos muy conformes con el trabajo», asegura Sánchez Rugeles.

Jezabel

Aunque no se conocían, conectaron de inmediato, cuenta Jabes. En el proceso de escritura no tuvieron mayores diferencias. Compartían la misma visión de la historia. «Para mí era importante mantener la esencia y a los personajes», afirma el cineasta, quien agrega que Sánchez Rugeles le dio todas las licencias para realizar la adaptación.

Jezabel es la segunda adaptación cinematográfica de una obra de Eduardo Sánchez Rugeles. La primera fue Dirección opuesta, de Alejandro Bellame. Por esto, los cambios en la película no le generaban preocupación, todo lo contrario. «A diferencia de la literatura, el cine es absolutamente colaborativo y eso le viene muy bien a la historia. Si algo necesita el cine es que confíes en el otro. Sé que el guion es simplemente una pieza; no soy purista con el guion, sé que es algo que está para ser modificado. La belleza de esa confianza la tomo como algo positivo y para nada me incomoda. Incluso, cuando los actores improvisan sobre mi texto me encanta», asegura.

El primer acercamiento de Sánchez Rugeles a la escritura de guiones para cine fue con Dirección opuesta. De esa experiencia obtuvo un gran aprendizaje que le fue útil para la adaptación de Jezabel. «Fue un curso, una maestría en escritura de guiones. Yo nunca antes había escrito un guion. Tenía alguna idea de cómo era el formato, pero desconocía en gran medida lo que era la estructura del guion de un proyecto audiovisual. Entonces, trabajando con Alejandro Bellame para Dirección opuesta aprendí muchas cosas, comencé a entender y a percibir esa diferencia entre la acción audiovisual y el relato narrativo, que a veces no funciona para cine. Sin duda, a Jezabel llegué con más madurez y aprendizaje para escribir guiones», recuerda el autor.

Jezabel

A Sánchez Rugeles le resultó extraño revisitar obras que había escrito hace un tiempo. «Me genera una sensación de resquemor, de si me encuentro o no, me reconozco o no. En el caso de Dirección opuesta y Jezabel fue esencial que ya hubiese olvidado esos textos. Me pasó, no tanto con Jezabel pero sí con Dirección opuesta, al ser mi primera novela, que cuando la leí encontré cosas que no me gustaban. Con Jezabel siento que, a nivel de estructura, forma y lenguaje, es una novela más madura, por lo que no hubo tanto choque, sino que las cosas que se excluyeron o modificaron fueron para que se adaptaran con comodidad al relato audiovisual», cuenta.

Terminar el guion de Jezabel les tomó año y medio, aproximadamente. El rodaje comenzó en 2018, se hizo entre Caracas y Ciudad de México. El largometraje se narra en dos tiempos, pasado y presente, por lo que se filmó en dos partes. Primero la etapa de los recuerdos, la adolescente; después la etapa adulta de los personajes. «Paramos por unos cinco meses por varias razones: para que el actor tuviera un cambio físico y psicológico y, al ser una película independiente, nos habíamos quedado sin dinero y necesitábamos buscar los recursos para continuar», cuenta Jabes.

El casting está conformado por Gabriel Agüero como Alain Barral, Eliane Chipia es Eliana Bloom, Johanna Juliethe interpreta a Loló, Shakti Maal da vida a Cacá y Erich Wildpred es Salvador. También actúa César Augusto Cova como Flema, Armando Cabrera como el padre de Loló, una pequeña aparición de María Conchita Alonso como la madre de Alain, Héctor Manrique como el profesor Rafael y Diana Volpe interpreta a Alfonsina Mathinson.

La selección del casting estuvo a cargo de Hernán Jabes y Adrián Geyer, productor del filme. Contactaron a actores que querían en la película. Aunque no participó en esta selección, Eduardo Sánchez Rugeles sugirió el nombre de Eliane Chipia. «Una de las cosas que más me gusta de Jezabel es el trabajo actoral. Estoy muy conforme con el trabajo que se hizo y el talento de los actores es una de las cosas con las que más me siento cómodo», dice.

Para Gabriel Agüero, formado en el teatro, cofundador de la agrupación Deus Ex Machina, que ha participado en películas como Fabulación (2017) o El baile (2019), fue un reto interpretar a un mismo personaje en dos líneas de tiempo, debido al cambio físico y psicológico que requería. «Para mí era muy claro que tenía que abordar el trabajo olvidando lo que había pasado en la primera etapa del rodaje. De hecho, no quise ver ningún material para tener una sensación de olvido, de recuerdos confusos, de memoria selectiva», cuenta.

Y agrega: «Esa parte se enfoca, precisamente, en cómo una persona se enfrenta a sus recuerdos, tormentos del pasado, de una etapa confusa, conflictiva, rota y llena de contradicciones».

Al igual que Agüero, para Eliane Chipia interpretar a Eliana Bloom fue un reto. La actriz se enfrentó a una situación similar a la de su personaje, no de la misma forma ni magnitud, afortunadamente. Aunque tenía la carga emocional para interpretar al personaje, estaba en un momento distinto, en el que no se identificaba como víctima sino como justiciera. Esto hizo que le fuera un poco complicado empatizar. «Al final, fue hermoso porque revivir  esa mala experiencia me hizo, de alguna manera, hacer catarsis y sanar», afirma.

Jezabel

«Sin duda, el reto mayor, en lo personal, fue revivir un toda esa situación porque yo la había bloqueado. Fue como ‘esto ya lo viví, lo tengo claro’, pero abrir la puerta nuevamente a la herida no es sencillo. Muchas veces te van a decir que no es necesario que hagas eso porque hay un montón de técnicas que puedes abordar para no tocarte personalmente, pero si uno como intérprete no empatiza de manera genuina, se va a notar. Una maestra siempre me decía que le puedes mentir a todos, menos a la cámara», añade Chipia.

Esta no es la primera película en la que participa la actriz. Chipia ha actuado en cintas como El Silbón (2018) y El desertor (2015), su debut y por la que recibió una mención especial como Actriz Principal en la edición de 2015 del Festival de Cine Venezolano de Mérida.

Durante el rodaje una de las preocupaciones de los actores era poder recrear la complicidad entre los cuatro amigos, pues no todos se conocían. Por eso, tuvieron la oportunidad de pasar tiempo juntos antes de comenzar a trabajar para conocerse mejor. «Hernán tuvo la genial idea de que cuando llegáramos a Venezuela teníamos que estar juntos todo el tiempo. Entonces, cuando íbamos a las visitas de locaciones, que un actor no tiene que ir, estábamos juntos. No teníamos nada que hacer más que estar juntos y conocernos, eso terminó en una complicidad muy grande», recuerda Agüero.

Jezabel es una película que retrata a un grupo de jóvenes de familias acomodadas poco atendidos por sus padres, que carecen de principios y que viven una libertad sin límites, contenida por el contexto sociopolítico en el que viven. Aunque es complicado decir que los jóvenes de cualquier generación pueden identificarse con la historia, Eduardo Sánchez Rugeles considera que la historia no resulta indiferente. «Tengo la sensación, sobre todo con la película, de que te puede gustar o no, pero no resulta indiferente. Las personas después de verla quedan sorprendidas y eso me parece fascinante. Ese impacto lo valoro como un mérito de la película».

Jezabel

El filme se ha presentado en el Miami Film Festival y en el Festival de Málaga. En ambos la receptividad fue buena, cuenta Jabes. Sin embargo, debido a la crudeza de Jezabel ha sido difícil que los distribuidores se interesen por el filme, señala el director. «Desde un poco antes de la pandemia surgió una corrección política de cómo tratar las cosas y qué decir y qué no. La verdad, cuando hicimos la película jamás pensamos en eso y a medida que iba pasando el tiempo nos encontramos con esta nueva realidad comunicativa que atenta contra el filme», explica.

«Es una película oscura, pero creo que en un mundo tan encandilado por la luz de las apariencias y de la corrección política, la oscuridad de la película que presentamos despierta una chispa mínima y en cualquier oscuridad la chispa más mínima ilumina. Esa es la intención de Jezabel«, agrega Jabes.

Tanto Jabes como Sánchez Rugeles coinciden en que Jezabel, la novela y la adaptación, es una obra que, pese a su historia local, tiene un lenguaje universal. «Nunca la escribí o la pensé con esa mirada localista, que solo estuviese limitada al territorio venezolana. Siempre tengo la universalidad como premisa y son historias de amor, desamor, familia, amistad, violencia, el bien y el mal. Esos son los temas que yo trabajo en mis historias y que creo que son temas universales», afirma el autor.

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Aunque Jezabel tendrá su estreno europeo en Festival Internacional de Cine de Barcelona donde se presentará el 23, 25 y 27 de abril con sesiones abiertas al público –siendo la única película latinoamericana en competencia oficial–, aún no tiene no tiene un recorrido definido. Sigue buscando espacios para presentarse. El filme es una coproducción independiente entre México y Venezuela. Su distribución en Europa estará a cargo de Latido Films.»Creo que es fundamental que la gente vea la película, aunque incomode o haga sentir mal por todos los temas que plantea», asegura Jabes.

Se desconoce la fecha de estreno o si llegará a los cines venezolanos. «No veo por qué no podría llegar a los cines en Venezuela. Tengo una vocecita en mi cabeza que me dice  ‘A lo mejor no me la van a aceptar’, pero por otro lado me cuestiono y me digo ‘Pero ¿por qué?, si al final de cuentas es una película, es ficción», indica el cineasta.

Pese a las dificultades, Hernán Jabes asegura que siempre se ha decantado por hacer cine que mueva al espectador. Desde MacuroPiedra papel o tijera y, ahora, Jezabel. «Además de entretener, hacer reír o llorar, quiero hacer películas con las que las personas se sientan diferentes, que las hagan cuestionarse cosas. Ese es el cine que me interesa, que entretenga, pero que también mueva fibras», finaliza.

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