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Kristhyan Benítez: La música clásica no es aburrida ni elitista

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Desde la primera vez que Kristhyan Benítez vio un piano, a los 4 años de edad, supo que era amor a primera vista. Nadie le había hablado del instrumento, pero desde el primer momento sintió que era lo suyo. Sin embargo, lo que el venezolano nunca imaginó es que su pasión por él y por la música clásica le valdría un reconocimiento tan importante como un Latin Grammy en la categoría Mejor Álbum de Música Clásica por su disco Latin American Classics.

Para el pianista de 36 años de edad haber recibido un reconocimiento como un Latin Grammy es una validación del trabajo y esfuerzo que le ha puesto a su trabajo durante más de 30 años dedicados a la música. «El premio lo otorga la Academia de Música, que está conformada por productores, arreglistas, músicos, cantantes, y que tus propios colegas validen tu trabajo es un reconocimiento inmenso. Es, simplemente, gasolina para seguir creando y haciendo lo que amo, que es la música, y seguir moviendo los sentimientos de los seres humanos y del público», dice Benítez desde Nueva York, ciudad donde reside desde hace dos décadas.

El músico tuvo la oportunidad de asistir a la ceremonia de premiación, que se celebró el pasado 18 de noviembre en Las Vegas. Era su primera vez nominado. Para él, el simple hecho de estar postulado era más que suficiente. «Haber llegado hasta ahí ya era algo para mí gigantesco, formar parte de esos cinco candidatos», cuenta. Benítez acudió a la gala sin expectativas, solo quería disfrutar y compartir con colegas músicos que admira. Por eso, cuando escuchó su nombre como ganador, lo tomó por sorpresa y la emoción se apoderó de él. «No lo podía creer, quería llorar y reír al mismo tiempo. Fue un momento inolvidable que tendré para el resto de mi vida. Espero que este Latin Grammy sea el primero de muchos», dice.

Kristhyan Benítez

Latin American Classics es el cuarto álbum de Benítez. El disco surgió en respuesta a la necesidad que sentía de exponer la música clásica de compositores latinoamericanos, escrita para piano. «Muchos de esos compositores y de esa música no es conocida, incluso por las mismas personas de los países de origen de los compositores. Este disco es como una carta escrita en presente, en la que ponen al descubierto los colores de Latinoamérica», asegura. Para Kristhyan esta necesidad aún existe, por eso siempre incluye piezas de música venezolana y latinoamericana en sus recitales. «Es muy importante mostrarle al mundo que Latinoamérica tiene muchísimas cosas buenas y positivas», afirma.

El día de la ceremonia hubo algo de la apariencia del venezolano que llamó la atención de algunos: tenía dos de uñas pintadas de amarillo ¿La razón? Desde hace un tiempo, el pianista se unió a una campaña de concientización sobre la violencia infantil de la fundación australiana Polished Man. «Siempre he estado muy pendiente de poder ayudar, de sembrar mi granito de arena. Creo que todos los seres humanos, sin importar nuestra posición, tenemos ese poder de ser agentes de cambio y dada esta oportunidad de estar en una plataforma como los Latin Grammy, pues no quería simplemente estar y que me preguntaran qué tenía puesto y de qué diseñador iba vestido; también quería crear un poco más de conciencia», indica. Las dos uñas pintadas es una forma de representar que de cada cinco niños, dos sufren abuso sexual o maltrato.

Aunque Benitez cree que un Latin Grammy es un reconocimiento importante, no considera que sea una forma de medir el talento o la calidad del trabajo de un músico. «Al final, la música es muy subjetiva, el pensamiento humano es muy distinto, hay para todos los gustos. Tener un reconocimiento es muy importante porque te valida dentro de una academia de gente conocedora de la música. Sin embargo, no te determina como artista o te posiciona como artista A o B. Es una validación para seguir en el camino individual que cada uno tiene para autosuperarse, ser mejor cada día. No es lo más importante, pero recibir un reconocimiento sí te abre muchas puertas», asegura.

Kristhyan Benítez

Para las personas que opinan que la música clásica es aburrida y elitista, el pianista tiene un mensaje: «Los invito a que escuchen Latin American Classics, a que se sumerjan en ese universo de colores, texturas y folklore de Latinoamérica». Benítez quiere terminar con los prejuicios que existen alrededor de los músicos académicos, sobre la manera en la que deberían actuar o vestir. «Somos seres humanos de carne y hueso a quienes nos gusta escuchar música clásica, pero también rock, reguetón y queremos vivir y transformarnos como artistas. Siempre habrá una puerta para integrar varias cosas, yo invito a la gente a que entren en este universo que es infinito», dice.

Para el pianista, una forma de atraer a las nuevas generaciones a explorar el universo clásico es haciendo arreglos de música comercial con instrumentos como el piano. «Creo que es importante saber escuchar antes de emitir un juicio, la música clásica es inmensa, el catálogo es tan diferente y tan variado. Creo que es un tema de abrir esa puerta y, simplemente, explorar», asegura.

La música ha sido parte de la vida de Kristhyan Benítez desde siempre. «Yo digo que fue el destino, porque llegué a un salón que tenía muchos instrumentos para explorar y dije que quería tocar el piano. También pienso que había un poco de ambición, sin saberlo, porque era el instrumento más grande de todo el salón», recuerda. No se arrepiente de su decisión, considera que ha sido la mejor de su vida. «Fue como un llamado del destino, del cielo», dice. Sin embargo, confiesa que en algún momento pensó en ser cantante pop.

Hace 20 años que Benítez dejó Venezuela. En 2001, al culminar sus estudios de bachillerato y en el conservatorio de música, tomó la decisión de irse en busca de estudios superiores de música. «Quería aprender más y superarme como profesional». Ganó una beca en el Manhattan School of Music, de Nueva York, ciudad donde reside desde entonces. «También tuve la oportunidad de vivir en Europa y de hacer mi maestría en París, luego regresé a Estados Unidos, a Boston, para hacer mi doctorado en música», detalla.

Los pianistas que han influenciado la carrera de Benítez son muchos. Pero destaca a la pianista venezolana Gabriela Montero, a quien admira por su talento y su calidad humana. «Esa genialidad con la que toca el piano y, al mismo tiempo, esa humildad y esas ganas de ayudar al otro y defender los derechos de otros me hace admirarla aún más. Es un ejemplo a seguir. Para mí siempre es un referente», dice. También menciona al maestro Claudio Abbado, fallecido director de orquesta italiano, con quien tuvo la oportunidad de trabajar. «Me enseñó que el poder de la música puede transformar a todo el mundo, que la música tiene la capacidad de tocar el alma de cualquier persona y que hay que hacerla siempre con amor y mucho respeto», recuerda.

Kristhyan Benítez

Para consolidar su carrera como pianista, Benítez asegura que los sacrificios que ha tenido que hacer son los mismos que cualquier persona que quiere desarrollarse profesionalmente. «Todo en la música hay que hacerlo con amor y tiene que estar lleno de una disciplina increíble. Sin disciplina no funcionan las cosas», afirma. No le pesan las cosas a las que ha tenido que renunciar por la música. «Creo que el piano siempre ha sido el número uno en mi vida. Amo tanto lo que hago que siento que todas las cosas que me han pasado tienen una razón de ser».

Tras una larga temporada fuera de los escenarios, por la pandemia de covid-19, el pianista realizó su primer concierto este año. Fue una experiencia extraña –cuenta–, porque la pandemia cambió su manera de ver las cosas. Como a muchos, lo hizo comenzar a apreciar lo simple. «Estar ahí frente a un público que está disfrutando no tiene precio. Recibir el aplauso del público te da esa sensación de abrazo y de calor que para uno como artista es algo muy valioso». Su parte favorita luego de un recital es escuchar los comentarios de las personas que asistieron. «Sin menospreciar a mis colegas músicos, me encanta recibir los comentarios de personas que no son músicos porque te hablan desde el sentimiento más puro, desde las cosas que les gustan y lo que sintieron», afirma.

Durante el tiempo que estuvo sin presentaciones comenzó a componer piezas y se dedicó a la enseñanza, algo que –asegura– lo llena mucho. «Creo que las oportunidades y el talento que te da la vida hay que retribuirlo, y una forma de hacerlo es enseñando a las nuevas generaciones y dejando esa semilla», considera.

El próximo año pinta muy bien para Kristhyan Benítez. Está preparando dos proyectos: el segundo volumen de Latin American Classics, y una propuesta más de fusión, un poco más comercial, que espera lanzar en marzo de 2022. Quiere regresar a Venezuela. La última vez que estuvo en el país fue en marzo de 2020, cuando participó como pianista invitado junto a la Orquesta Gran Mariscal de Ayacucho en un concierto por el Día Internacional de la Mujer en la Concha Acústica de Bello Monte. «Tengo muchísimas ganas de volver, estoy viendo cuáles son las mejores fechas», finaliza.

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