Juliette Pardau se dio a conocer en Colombia por su participación en producciones como El tesoro y El Comandante.
Después se mudó a México, donde actuó en dos series, para luego regresar a Colombia e interpretar a Dany Daza, uno de sus personajes más recordados de su carrera en la serie Pa’ quererte, junto a Sebastián Martínez y a Hanny Vizcaíno (el primero junto a actores infantiles). Este fue su gran salto a la fama en Colombia.
A partir de ahí vino una seguidilla de papeles –dos de ellos protagónicos– que ratificaron su talento actoral. Cómo no recordar a Vivian, una joven vanidosa y caprichosa en La nieta elegida, o a La Pajarita –de nuevo junto a Sebastián Martínez– en la nueva versión de Hasta que la plata nos separe.
Ahora vuelve como protagonista, encarnando a Alison Párraga, en Tía Alison, telenovela de las noches del canal RCN. Esta producción comenzó grabaciones en marzo, al principio como un proyecto de 40 capítulos. Pero la acogida de la audiencia colombiana ha sido tal que ya supera los 55.
Por primera vez comparte set de grabación con Rodrigo Candamil (Gustavo), con quien Juliette dice que conectó muy bien. Los dos se han sentido muy a gusto bajo la dirección de Israel Sánchez y Víctor Cantillo. De esta manera, Pardau y Candamil construyeron la historia de amor y la química entre Alison y Gustavo.
La historia de amor de los protagonistas dialoga con otra de amistad entrañable entre Alison y su amiga Ágatha, interpretada por la actriz Andrea Esquivel, que ha contado con el apoyo del escritor Héctor Moncada. «Él nos ha dejado aportar nuestras propias ideas a los personajes», explica Juliette.
Agrega, además, que el director Israel Sánchez (Pa’ quererte y Hasta que la plata nos separe) también ha sido un cómplice de los tatuajes, sello singular de la protagonista. «Son tatuajes semipermanentes y me acompañaron durante los cuatro meses del rodaje». Sin embargo, la actriz confiesa que el único real que se ha hecho está en el pie. Y aunque ha tratado de borrárselo, anota: «Duele más la quitada que cuando lo hacen».
Precisamente, para la construcción de su papel en la novela, Juliette explica que contó con el acompañamiento de dos mujeres tatuadoras profesionales, que la asesoraron en cómo manipular los elementos y sobre todo los protocolos de asepsia que exige este oficio.
Sobre esa faceta que enterneció a los televidentes colombianos, de la tía entregada a los sobrinos que quedan huérfanos de madre, la actriz –hija única en la vida real– cuenta que se apoyó de su propia experiencia. Creció rodeada de once primas, muchas de ellas radicadas hoy en Inglaterra y España. En Colombia solo le queda una prima por parte de su padre.
Ella es la única familia que tiene en el país, además de su pareja, el actor Julián Román, con el que llevaba seis años de relación sentimental y quien también ha sido un gran apoyo en su carrera. «Él es una inspiración que dignifica la carrera actoral», anota.
Pardau está pasando por el mejor momento de su vida y se considera «una consentida de Dios y de la vida. Ha sido lindo el camino, el cariño del público para llegar a donde estoy… siempre me sentí muy bienvenida, pero no doy nada por sentado», comenta.
Por ahora se sigue preparando y esperando más personajes que marquen su carrera, sin importar si son protagónicos o antagónicos. Dice que quiere personajes donde se rete como actriz, que le permitan «salir de la zona de confort».
En cinco años se ve creciendo profesionalmente. «Me veo haciendo lo que amo y dejando que la vida me sorprenda, a no tener expectativas tan inamovibles, dejar fluir, tener claro que quiero ser una gran actriz que viva de lo que ama ser, construir una carrera, quiero seguir actuando», concluye.