Por Mariela Díaz
Cuentista, novelista, ensayista e investigador, Juan Carlos Chirinos (Valera, Trujillo, 1967) presentó en Madrid su más reciente libro de cuentos, titulado La sonrisa de los hipopótamos (Ediciones La Palma, 2020). A pesar de que el libro se editó el año pasado, apenas las restricciones por la pandemia sanitaria lo permitieron se hicieron las presentaciones en 2021.
La primera de ellas en la Biblioteca Iván de Vargas, que se encuentra ubicada en el centro de la capital madrileña, calle San Justo; la segunda en el municipio madrileño Villaviciosa de Odón. Sobre la primera hay que destacar que de acuerdo con el autor ha sido uno de los lugares más bonitos y exuberantes en los que le ha tocado presentar un libro.
Coincidió felizmente esta presentación con el Día Mundial de la Poesía y con el cumpleaños del Instituto Cervantes. Fecha que el autor aprovechó para dar un regalo tanto a la presentadora, la poeta y narradora Valeria Correa Fiz, como también a la biblioteca -ese lugar que acogió con calidez eincluso entre campanadas a este «cuentario»- con un poema de otra valerana, poeta.
Se trataba nada más y nada menos que un poema de la excelsa Ana Enriqueta Terán. El poema se titula «Se alaba esta casa».
«Se alaba esta casa plena de recursos seculares: se hace el pan. / Se hacen manteles, sábanas. / La mesa servida. / Se ocultan fechas. / Malas horas, ciertas plantas, ciertas plantas. / Pesadumbre: fogón con rescoldos de días anteriores: banderas, banderas. / Se ausculta el cielo, hombres que conversan debajo de los árboles; / se tiñen las botas del primogénito con jugos de acanto. / Se alaba esta casa visitada por la humildad./ Y coronada de buenos deseos».
De alguna forma este gesto dejó claro que conversar con Juan Carlos Chirinos es una experiencia amena, cercana, bordada de amistad generosa, y sobre todo da cuenta de la consideración de este escritor por la lengua española y también por la poesía.
De hecho en una entrevista publicada en Prodavinci, Chirinos expresó que no le teme a la poesía, sino que le profesa «respeto, admiración, estupefacción». Añadió: «Es la forma superior de la escritura». Con la mención a Ana Enriqueta Terán no solo le hace un guiño a su Valera natal sino a esta creadora, autora de otro poema: «La niña buena cuenta hasta cien y se retira. La niña mala cuenta hasta cien y se retira. La poetisa cuenta hasta cien y se retira».
-A medida que una te va leyendo, se tiene la sensación que es un escritor planificado, que un escritor muy acucioso con el lenguaje. ¿Cómo es esa trastienda, es planificado o más intuitivo?
-En lo que soy profundamente organizado es en mi desorden. Lo que más me preocupa, lo que más me interesa, es la forma de la lengua, estoy constantemente pensando en la lengua, en cómo funciona, en cómo suena. Un amigo me preguntaba hace poco si tenía muchas dudas gramaticales a la hora de escribir y le decía que mientras más escribo más dudas gramaticales tengo, más preguntas me hago y más trato de entender. El español es una lengua tan plástica que es muy sutil, y uno de mis problemas más importantes a la hora de pensar la lengua son las preposiciones, que parecen fáciles de utilizar porque uno nace hablando español y son parte de nuestra estructura gramatical pero las preposiciones tienen sutilezas tan grandes que hay que tener cuidado a la hora de usarlas. Hay enormes torpezas que incluso comete la gente con capacidad de pensar en su propia lengua y una de ellas es que se deja contaminar por las estructuras de otras lenguas. Mis indignaciones tienen que ver con el uso que se le da a la lengua (española) y cuando escribo trato de colocarme en función de la lengua que estoy escribiendo y de concentrarme para escucharla lo mejor que pueda.
Durante la presentación en la Biblioteca Iván de Vargas, Valeria Correa Fiz comentó que La sonrisa de los hipopótamos es un libro que contiene «once relatos que abren once mundos distintos, lo que más me gusta es que hacen patente la voluntad de un autor por narrar, por contar peripecias, por hacer uso de la fantasía, de la imaginación y a través de ello, con una versatilidad y una plasticidad en la escritura invitarnos a entrar y salir de distintos mundos que están atravesados por distintas temáticas».
Ciertamente cada uno de los relatos tiene su propio ritmo y su propio universo, y llama la atención que cada cuento tiene una atmósfera que despierta el interés a nivel sensorial para continuar con todos los demás. En este sentido, Chirinos expresó que cada cuento se alza en su individualidad y su preocupación como escritor al reunirlos en un solo volumen fue crear un orden, un aire de unidad para cuentos distintos creados para libros distintos.
De modo que Chirinos se afanó en buscar el ritmo entre cada uno de ellos, conjugar longitudes, personajes, elementos narrativos que pudieran dar ese efecto de familiaridad.
Un ejemplo fue «La experiencia de Catrusia», que de acuerdo con el escritor lo juntó con su predecesor «Catrusia» (de hecho se titula [Precuela: Catrusia]), que había sido publicado originalmente en el primer libro de relatos Leerse los gatos (1997). Así, al colocarlo a continuación del que escribió en el año 2006 aproximadamente, formó lo que él llama un «díptico». Si bien existe la continuidad temática sobre la vivencia de la bailarina sometida a una presión extrema y objeto de la envidia más corrosiva, se nota en su tratamiento y en su lenguaje la madurez de un autor que se ha consolidado a lo largo del tiempo.
-En el prólogo de La sonrisa de los hipopótamos anuncia que muchos de estos cuentos los escribió para antologías, y ahora lo que hace es compilarlos en un solo índice. Pero la manera de como se hizo esta revisión pareciera estar más cercana del estilo del novelista en cuanto al cuidado de la estructura del texto, ¿qué piensa sobre esto?
-Un cuento es como un árbol que funciona como un cuerpo que va creciendo. En mi caso, no soy un escritor que escribe diez cuentos de un solo trancazo. Ya tengo cuatro libros publicados de cuentos que están pensados para estar en esos libros en particular, pero a medida que iba publicando libros de cuentos también me pedían algunos cuentos sueltos. Por ejemplo, alguien hacía una antología y me pedía un cuento, entonces aprovechaba y hacía un cuento ex profeso, o me contrataban para escribir un cuento sobre un tema en particular. Pero muchos de estos se fueron quedando en las antologías. Nunca entraron en un libro de cuentos especialmente pensado para ellos. Hace como dos años pensé en juntar los que he escrito a lo largo de más de dos décadas y estaban dispersos. Cuando ya tenía un grupo, agregué otros que no había publicado en ningún lugar, inéditos. Lo que pensé fue dónde colocarlos dentro del libro, en un cierto orden para darle una estructura al libro. Fue una buena elección colocar de primero el cuento de ajedrez porque me gusta mucho y ha producido un buen efecto.
Juan Carlos Chirinos expresó en una entrevista a Karen Lentinique según su punto de vista el hilo conductor de estos relatos es el tiempo: «Puede que temáticamente este libro nuevo sea bastante variado y quizá a algunos lectores esto no les resulte cómodo. Solo puedo decir que es otra experiencia y vale la pena pasar por ella. Por mi parte, los he colocado tratando de seguir cierta voz interna que me indicaba en qué orden podrían dar el mejor sentido de unidad».
Es esa misma voz quizás es la que Chirinos invoca cuando en la Nota del Autor en La sonrisa de los hipopótamos anotó: «Hay una voz más allá de la voz que he imaginado y que solo usted, lector atento, sabrá escuchar –si confluyen ocasión y deseo-«.
Del cuento al ensayo
Además de cuatro libros de cuentos, Chirinos es autor de cuatro novelas: El niño malo cuenta hasta 100 y se retira (Editorial Norma, 2004), Nochebosque (Casa de Cartón, 2011), Gemelas (Casa de Cartón, 2013) y Los cielos de Curumo (La Huerta Grande, 2013).
También publicó el ensayo Venezuela. Biografía de un suicidio (2017), a cargo de la editorial La Huerta Grande. Surgió de una propuesta que le hiciera Philip Camino (dueña de esa editorial) de escribir un texto que explicase a los españoles qué pasa actualmente en Venezuela.
Esta colección de ensayos de La Huerta Grande es muy particular ya que está dedicada al pensamiento y a la reflexión en español. La colección de ensayo ya cuenta con unos 25 títulos.
Para Chirinos reflexionar y escribir este ensayo no fue una empresa ajena a su oficio de escritor de ficción, porque ha sido justamente la reflexión sobre los sucesos recientes de su país una de sus motivaciones permanentes. También agregó que en su labor como investigador, en el campo de la no ficción se ha dedicado a escribir sobre personajes históricos, muchos de ellos incluso que no tienen nada que ver con Venezuela, sino que pertenecen a sus intereses personales, como Alejandro Magno y Einstein.
Por supuesto, una situación de descalabro económico y social sin precedentes que atrae las miradas de todo el orbe necesita cuando menos una explicación. Es difícil entender cómo el país más rico de Latinoamérica, con una de las reservas de petróleo más grandes del planeta, esté sumido en la miseria tal como otras naciones menos favorecidas. La comparación recurrente es el caso de Haití.
De modo que escribir ese ensayo fue para Chirinos una forma de poner en palabras (¿o de explicarse a sí mismo?) lo que él ya venía pensando sobre Venezuela. «Parece un libro desgajado de mi producción pero es como la verbalización de una parte de lo que yo he escrito como ciudadano».
A juicio del autor, Venezuela. Biografía de un suicidio es un libro muy curioso, porque de alguna forma su génesis se dio muchos años antes de que saliera publicado. Al iniciar la preparación del libro, el escritor cayó en cuenta que desde que llegó a España ha estado reflexionando sobre el devenir del destino de Venezuela, de modo que desde su pluma ya habían salido muchos artículos para revistas y otras publicaciones en las que abordaba el tema.
Como muchos otros escritores venezolanos, la situación política y social de Venezuela no era un tema ajeno, por lo que «este libro no estaba tan alejado de mí».
Ciertamente, un artículo que había preparado con ocasión de la muerte de Hugo Chávez, en 2013, fue un punto álgido para la concreción del ensayo, que como su palabra lo indica es una aproximación desde su subjetividad de lo que él considera es Venezuela, y de los por qués se han dado los acontecimientos que ya conocemos.
Un punto interesante en Venezuela. Biografía de un suicidio es que el autor colocó un glosario de voces venezolanas, esto «para que quien lea el libro entienda ciertas frases que digo en el libro, y además tenga una visión más global. En esa explicación sobre Venezuela, el lenguaje es muy importante y hay ciertas expresiones que entiendes si solamente vives en contexto». Tanto el vocabulario como la gastronomía son dos formas de conocer un país.
Se puede decir que Chirinos se ha paseado con soltura por diversos géneros que implican una exigencia para el escritor. Además en un mercado editorial de gran competitividad como es el mercado editorial español.
-¿Cómo ha logrado conquistar su espacio en una plaza (España) con una industria editorial tan fuerte?
-El espacio que he conquistado aunque sea pequeño, se hace con trabajo, siendo constante. Hay que seguir, porque esto es una carrera de fondo, la escritura es una carrera de fondo, y las metas que uno se marca son muy importantes. Porque la meta puede ser: «voy a vender un millón de ejemplares, o puede ser «me voy a convertir en el escritor más popular”, o la meta puede ser “quiero escribir el mejor libro que pueda escribir». Son metas distintas y apuntan hacia objetivos distintos, porque hay muchísimos tipos de lectores y mercados distintos. Hay mercados más amplios y mercados reducidos, la poesía es un mercado de lectores reducidos pero fieles; cuando un poeta tiene lectores, siempre son buenos lectores, porque un lector que se dedica a leer poesía lo hace porque quiere hacerlo, en cambio un lector de best sellers es un lector más fácil porque quiere al libro como un elemento utilitario. Cada libro tiene su público y su nivel de exigencia. Ese libro La sonrisa de los hipopótamos está publicado en una editorial pequeña y no tiene la intención de conseguir millones de lectores porque yo sé que no hay tantas personas dispuestas a leer cuentos así. Si yo quisiera tener millones de lectores escribiría un best sellers, si supiera cómo.
-¿En qué proyecto trabaja, que metas tiene para este año?
-Escribí en 2015 una serie para Papel Literario de 42 textos sobre novela policial, pero esa serie ya no está en la página web, entonces la rescaté y lo convertí en un libro que será próximamente publicado en Venezuela. También estoy escribiendo una novela de la que no te diré apenas nada, solo que es una novela gótica que está en el ámbito de lo fantástico. Todas mis novelas tienen un aire fantástico, pero no estoy seguro de que salga este año.
Otra de las facetas de Chirinos es la de asesor literario y profesor en diversos talleres de escritura.
Entre tanto, son actividades que continuará de momento.
Acerca de las asesorías literarias aseguró que es una actividad que disfruta muchísimo, porque es «como ayudar a parir un libro. Los escritores necesitan siempre alguien con quien confrontar lo que están pensando», y él intenta ser partícipe de esa confrontación con quien necesite abrir y concretar su propio universo literario.
A su juicio el asesor literario será mejor en la medida que tenga experiencia tanto asesorando como escribiendo. Su cometido es entonces ayudar a la gente a que escriba como sí misma y que vea al máximo sus posibilidades, de modo que pueda escribir el libro que le sea más fiel.
En cuanto a los talleres, refirió que uno de ellos se titula La Tierra de Nadie en referencia a ese territorio que está entre el último cuento escrito y la primera novela por desarrollar, «hay textos que no son cuentos ni son novelas y están en un territorio intermedio, lo llaman relato largo, novela corta. Pero ese es un territorio que es una especie de ‘tierra de nadie’, en el que hay una serie de textos para los que la clasificación genérica es artificial. La literatura es literatura, nace y punto, luego el ser humano la clasifica pero son nombres impuestos. Hay muchos libros que demuestra que esto es así, de modo que tomé cinco textos determinados y en cada sesión hablo de cada uno y sobre los motivos que llevan a que ese territorio siga existiendo».
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