En 2013 se emitió, por la señal de NBC, el primer capítulo de la serie The Blacklist, un thriller que sigue a un fugitivo que se entrega al FBI y se ofrece para capturar criminales. En ese entonces, el venezolano Juan Avella estaba terminando sus estudios universitarios y le interesaba hacer televisión, tanto que en esa época –recuerda– vio muchas veces el piloto de la serie creada por Jon Bokenkamp para aprender la estructura del guion. Ahora, casi una década después, el cineasta estuvo a cargo de dirigir el episodio número 15 de la octava temporada del show, «The Russian Knot».
Avella, de 35 años de edad, se interesó por el cine desde muy joven. Cuando tenía 12 años vio The Matrix y –recuerda– la historia y los efectos visuales del filme de las hermanas Wachowski lo cautivaron. «La película me rompió el coco, no podía creer que pudieran pasar cosas así en el cine, me pareció un mundo súper único y desde entonces sabía que quería hacer algo dentro la industria», dice. Un par de años después, a los 15, ya estaba escribiendo guiones e historias. En ese entonces, quería ser productor, pues pensaba que eran quienes creaban las historias. «No estaba muy alejado, pero tampoco muy consciente de todas las divisiones de roles, específicamente del director y escritor. A medida que fui aprendiendo más de cine me di cuenta».
Aunque el venezolano siempre sintió pasión por el cine y la televisión, estudió administración, mención banca y finanzas en la Universidad Metropolitana, incluso trabajó en una casa de bolsa, pero lo dejó rápidamente para dedicarse a lo que realmente le gustaba: escribir historias. «Siempre supe que eso no era lo mío».
Su verdadera formación comenzó en 2011, cuando decidió mudarse a Los Ángeles para hacer una maestría de guion en el American Film Institute, una de las mejores escuelas de cine del mundo. Entonces, con ayuda de su familia y del extinto sistema de administración de divisas Cadivi, emprendió su viaje a Estados Unidos. «Lo que me llevó a tomar la decisión de irme fue que yo de verdad quería aprender cine. Me gustaba más el americano que el europeo y me dije: ‘Tengo que lograr irme’. Hasta que tuve la oportunidad», dice.
Sin embargo, antes de partir Avella tenía algo de experiencia en la industria del entretenimiento venezolana, pues trabajó como productor en programas como E! Latin News e E! VIP Caracas. «Hacía de todo. Fue una excelente escuela porque tuve la oportunidad de entrevistar a un montón de artistas, como Enrique Iglesias y Nelly Furtado», recuerda.
Al terminar su maestría, comenzó a desarrollarse como director y escritor haciendo cortos. Entre ellos, Hijo por hijo (2017) y Her Body (2018), ambos adquiridos por HBO. Más adelante, el venezolano recibió un premio por su cortometraje Bolichicos en el Tribeca Film Institute, donde conoció a los encargados del The NBC Emerging Director Program, un programa de NBC que busca promover a directores diversos detrás de las cámaras, quienes lo invitaron a participar en el proyecto. Finalmente, fue seleccionado junto con seis mujeres. «La gran ventaja de este programa es que te deja dirigir un episodio. Antes eres la sombra de dos directores durante dos capítulos para que conozcas cómo se bate el cobre y cómo es el proceso para hacer la serie y luego te dan la oportunidad de dirigir», cuenta.
Dirigir un capítulo de The Blacklist siempre fue la primera opción de Avella, pues es seguidor de la serie. «Nunca me hubiese imaginado que el primer episodio que dirigiría en televisión sería de esa serie. Son cosas de la vida que a uno lo sorprenden», asegura.
El rodaje de «The Russian Knot» comenzó en marzo de este año. En total fueron tres semanas de trabajo, de las cuales siete días fueron de preproducción, ocho de producción y dos de posproducción. «La experiencia fue muy interesante. Es un equipo muy grande, de más de 100 personas, todos muy amigables. Me recibieron con cariño y me trataron con respeto, así que me sentí muy bienvenido», dice Avella, quien añade que el rodaje se realizó bajo estrictas normas de bioseguridad. «Había que usar mascarilla todo el tiempo y respetar mucho el espacio de los actores, también teníamos que hacernos test de covid diarios, PCR y pruebas rápidas».
Para el venezolano lo más difícil del rodaje fue filmar una escena en Central Park, pues como no pueden cerrar todo el lugar, había muchas personas alrededor. «La secuencia que estábamos grabando era muy complicada, pero divertida. En ella el personaje principal se escapa del FBI con un plan astuto que consistía en llevar 20 dobles que estaban peinadas y vestidas igual que ella. Era algo complejo y con una limitación de tiempo», cuenta.
Cómo se trataba del rodaje de una serie con una larga trayectoria, Avella dice que debía apegarse al mismo estilo visual, tono y ritmo; sin embargo, podía darle su toque personal al capítulo. «Dirigir para televisión significa, primero, que como director eres el guardián del guion y estás trabajando para el showrunner. Tienes que entregarle a ese creador un programa de televisión que sea típico de The Blacklist. Es un juego complejo en el que uno se maneja dentro de esas limitaciones, pero a veces esas mismas limitaciones impulsan tu creatividad», afirma.
Aunque el venezolano no había trabajado con el equipo de la serie, tuvo la oportunidad de conocerlos a todos días antes de sentarse en la silla de director. «Al ser la sombra de los directores durante dos episodios ya había roto el hielo con muchísima gente», asegura.
Avella es escritor y director, para él ambos roles se complementan. «Eso me ha ayudado muchísimo a la hora de dirigir porque al tomar el guion de otra persona puedo saber cómo contar las historias de forma más eficiente. Yo no soy un director de hacer tomas chéveres; soy de los buscan hacer el momento del guion excelente y después, cuando lo logro, me centro en las tomas a partir de ese momento. Pienso al revés, desde el punto de vista del guionista».
Es el único cineasta de su familia en la que hay escritores, músicos y arquitectos. “Creo que todos salimos con esa raíz artística», dice.
Vive en Los Ángeles donde, asegura, la industria del entretenimiento es compleja. Pero haber estudiado allí fue una ventaja.»Al graduarme ya tenía conexiones, un conocimiento más claro de cómo se manejaba todo y expectativas más reales, a diferencia de otras personas que creen que se harán famosas de la noche a la mañana. Desarrollar tu trabajo como director es algo que toma años, décadas. Poco a poco me he ido insertando lo más que puedo. Creo que voy bien», dice.
Actualmente, la octava temporada de The Blacklist se emite a través de NBC, desde el 30 de abril, y llegará a Netflix en septiembre. Para Avella ambos formatos, televisión y streaming, son muy populares en Estados Unidos; sin embargo, asegura que la elección de uno u otro depende de la generación. «Por ejemplo, los jóvenes de hasta 25 años, que crecieron con el celular y los iPads, probablemente están más acostumbrados a ver streaming porque es lo que conocen, mientras que las generaciones mayores no. Yo, por ejemplo, tengo 35 años y recuerdo que los martes por la noche emitían Friends en Sony y era algo que no me perdía nunca. Para mí ver televisión ha sido algo de toda la vida», recuerda.
Y añade: «Por eso, también está en el catálogo de Netflix para que personas de otras generaciones también la vean. No importa cómo, siempre va a captar su público».
El género que más disfruta es el suspenso, gracias a él descubrió su voz como director en el cortometraje Hijo por hijo. «Me gusta dejar a la audiencia pegada a la pantalla, sin quitarle los ojos de encima con el estrés y la tensión del momento. Creo que hoy en día, con tanta tecnología, es muy fácil distraerse. Cuando tienes una película que de verdad te atrapa y no puedes quitarle los ojos de encima, me parece una experiencia brutal y es lo que quiero recrear como cineasta», asegura.
Aunque en julio cumplirá 10 años en Los Ángeles, cada año regresa a Caracas, salvo el año pasado que no pudo venir por la pandemia. Para Avella este año de confinamiento fue provechoso, pues le dio la oportunidad de retomar algunos proyectos personales y, afortunadamente, no dejó de trabajar. «2020 fue un año muy fuerte para todo el mundo y la industria del entretenimiento, como muchas industrias, se paralizó de la noche a la mañana. «Por suerte, pude seguir trabajando de forma remota y eso me ayudó. De igual manera, como guionista y cineasta uno es muy emprendedor, debe crear su propio contenido. Sinceramente, a mí la vida no me cambió drásticamente porque como guionista estoy trabajando siempre desde casa, escribiendo y mandando e-mails, lo que se me redujo fueron las oportunidades de salir y reunirme con gente».
Actualmente, Avella está trabajando en varios proyectos que aún están en desarrollo, entre ellos una serie de televisión, cortometrajes y un podcast. Además, quiere convertir en películas sus cortos Hijo por hijo y Bolichicos. «Uno en esta carrera tiene que ser emprendedor y, de hecho, esa era la palabra clave de la Universidad Metropolitana. En ese momento nos parecía un chiste el nivel de intensidad con el que te la metían por los ojos, pero cuando nos graduamos nos pareció que fue el mejor aprendizaje. Es algo que me ha ayudado mucho porque en esta carrera uno tiene que crearse sus propias oportunidades y salir adelante», afirma.
El proyecto de Juan Avella es seguir trabajando y formándose para convertirse en un director exitoso. «Mi objetivo de aquí a cinco años es tener una carrera, si Dios quiere, en la que pueda dirigir mis propios proyectos. Estoy claro que en esta industria las cosas se mueven lento y todo toma tiempo, por eso hay que ser muy perseverante y tener paciencia», finaliza.