Cuando hace cuatro años José Rafael Guzmán presentó su stand up Sin robar a nadie, pensó que había cerrado para siempre un difícil capítulo de su vida. En la rutina, que escribió en prisión, cuenta su experiencia en un centro de reclusión en Hudspeth, Texas, al que entró por posesión de cannabis. Sentía alivio de dejar eso atrás, aunque le pesaba tener que decir chistes sobre el tema en el escenario. Todavía no lo había superado, le dolía la risa de la gente. Pero le reconfortaba saber que todo había terminado y que pronto se sentiría mejor. Era un episodio del que quería dejar de hablar porque quería sanar. Pero la vida tenía otros planes para él.
Luego del estreno de Sin robar a nadie en Ciudad de México, recibió una propuesta: convertir su stand up en un podcast para Spotify. En el público había una ejecutiva de la plataforma de audio a la que le gustó su historia. Al principio, Guzmán no se lo tomó en serio, ignoró la oferta. No lo veía como algo positivo. No quería remover de nuevo esos recuerdos. Pero consiguieron su número. Lo llamaron. Querían trabajar con él. Les interesaba su historia, sabían que era buena y podían hacer algo valioso con ella.
Escéptico y a la defensiva, José Rafael Guzmán aceptó. No lo hizo porque creyera en el proyecto, lo hizo porque Silvia Baquero, su productora y pareja, lo convenció del error que sería dejar pasar esa oportunidad. Y tenía razón. Sin saberlo, el comediante se embarcaría en uno de los proyectos más importantes de su carrera hasta el momento: La cárcel no da risa, un podcast narrativo en el que cuenta a detalle “el pequeño infierno” que vivió durante dos meses en Hudspeth County Jail, “el lugar donde los hombres reforman a los hombres”.
El podcast, que se estrenó en octubre de 2022, le dio a Guzmán una de las satisfacciones más grandes de su carrera: fue reconocido como el Mejor Podcast Narrativo de los Premios Ondas, otorgados por Ràdio Barcelona en España. Para el comediante, el reconocimiento es una muestra de lo que es capaz de lograr: convertir una experiencia traumática en algo enriquecedor que lo ayudó a sanar. “Yo toda la vida he tenido una fama de loco y drogadicto, entonces si un loco gana un premio es porque es un genio y ya que me han dicho loco toda la vida, aquí tienen su premio”, dice satisfecho.
–La cárcel no da risa recibió el premio Ondas al Mejor Podcast Narrativo. Un podcast en el que habla sobre su experiencia en prisión. ¿Cómo se da el proyecto?
–En ese momento, acababa de salir de la cárcel y recién había estrenado mi stand up Sin robar a nadie en Ciudad de México y tuve la suerte de que en el público estuviera una mujer que trabajaba en Spotify. No la conocía ni la invité, fue casualidad. Ella estaba buscando buenas historias para llevarlas al formato podcast. Habló conmigo y me dijo que estaba interesada en mi stand up. Yo estaba muy desconfiado, mentalmente no estaba bien y no le presté atención. Ni siquiera lo vi como una oportunidad, tenía otra mentalidad en ese momento. Estaba a la defensiva y lo vi como algo negativo. A los tres días, consiguió mi número y me llamó para decirme que estaba interesada en trabajar conmigo y Spotify también. Me propuso reunirnos y acepté sin expectativas y aún a la defensiva. Cuando nos vimos, me di cuenta de que estaba hablando con una gente importante y casi que les pido disculpas por mi actitud.
Me ha interesado, divertido y emocionado mucho “La cárcel no da risa” de @JoseRGuzman, una comedia documental que podría haber citado en mi artículo de @JotDownSpain sobre la postficción: https://t.co/FwUiSbPwsa Muy recomendable. pic.twitter.com/nSqOM8jxI9
— Jorge Carrión (@jorgecarrion21) April 15, 2024
–¿Cómo fue el proceso?
–No es cómo la gente cree, que como es solo audio se graba en dos semanas y después se le pone una música. No, eso no es así. Es un proceso sumamente largo porque es una audio serie con episodios limitados. No es solo un podcast. Hay diferentes tipos de podcast: los conversacionales y los narrativos, que es lo que yo hice. Contar una historia en un número de capítulos. Es como una serie, tiene efectos especiales y todo, lo único que no tiene es video. Pero aún así, tiene todos los elementos necesarios, efectos de sonido y separación de capas, para que puedas escuchar la historia e imaginar todo. Fue un trabajo muy minucioso y bonito porque los músicos son mis amigos e hicimos muchas canciones originales. En total, fue un proceso de casi dos años. No es tan rápido como se pudiera creer. Hay que escribir los guiones, los tiene que revisar la gente de Spotify, los devuelven con anotaciones, se hacen los cambios, a veces te dicen que hay que agregar un episodio más y eso no es copiar y pegar, tienes que volver a escribir el episodio. Después de que tienes todo escrito pasas a la fase de grabación de voces, luego se montan y ahí es cuando se empieza a colorear: le ponen la música de fondo, los efectos de sonido para recrear la atmósfera de cárcel y que la gente se sienta allí con solo oírlo. Son cosas que se hicieron y se lograron.
–¿Esperaba la nominación?
–Yo quedé muy loco cuando me mandaron un mail de Premios Ondas, yo no los conocía y, en ese momento me enteré que eran como los Goya de la televisión, la radio y el podcast. Ellos primero te mandan un request en el que te dicen: “Hemos visto tu material y nos encantaría que postularas tu trabajo”. De alguna manera te escogen. Y así lo hicimos. Fue muy loco porque cuando me mandaron el mail ni lo abrí porque pensaba que era un spam de festivales y Silvia, la productora, me pregunta ‘¿viste el mail?’ y me manda el video de cuando sale la nominación, porque primero es la nominación, luego el anuncio de los ganadores y, un mes después, la entrega de los premios en Madrid.
Acabo de recibir un mail por parte de @PremiosOndas en donde me confirman que el podcast -La Cárcel no da Risa- está nominado como mejor podcast narrativo en español.
Pudiese decir “no lo puedo creer” pero de hecho, sí lo puedo creer, fuimos un equipo que trabajó muy duro para… pic.twitter.com/33BJn9UEI1
— Jóse R Guzmán (@JoseRGuzman) March 6, 2024
–¿Irá a la gala?
–Claro que voy a ir. Va a estar hasta Ibai, que ganó el premio el año pasado. O sea, no el mismo que yo, él ganó uno como mejor streamer del planeta y yo estoy ganando el de mejor podcast narrativo. Pero igual él es el mejor en lo suyo y yo en lo mio.
–Luego de todo lo que vivió, ¿qué representa este reconocimiento?
–Yo me emocioné mucho porque hay diferentes tipos de personas en el ámbito artístico: están los que de verdad les importan los premios y los valoran, y los que no les importan y los rechazan. Yo soy de los que sí les importan ¿Por qué? Porque yo toda la vida he tenido una fama de loco y drogadicto, entonces para mí es importante que… a ver, lo voy a decir así, grosero: ganar este premio es una patada por el culo a la gente que cree que soy un loco o un drogadicto, porque si un loco gana premios es un genio, ya que me han dicho loco toda la vida, aquí tienen su premio. Estoy en NatGeo, en Spotify, estoy ahorita trabajando con Amazon Podcast. Soy el único que ha estado en más plataformas seguidas y en audio, que es un espacio creciente y nuevo. Cuando escuché que gané fue increíble, no lo podía creer porque he recibido muchos comentarios de odio. Hay demasiada gente que me ama, pero también hay muchos que me dicen cosas así y la mente funciona muy raro. Por mucho que la gente te ame, si alguien te dice algo malo, eso se te queda en la cabeza y te hace pensar que no eres tan bueno o cualquier cosa. Haber ganado me hizo darme cuenta de algo que puede sonar loco y es que entendí que ya ni siquiera soy comediante, sino que soy la comedia, estoy hecho de esa vaina. Es como cuando ves en cualquier disciplina a alguien que está hecho de lo que hace, que no tiene ni siquiera que aparentar un personaje. Nunca estoy aparentando ser cómico, no tengo un personaje cuando hablo. Al contrario, busco cada vez ser más yo porque entiendo que ahí está mi verdadero brillo. No es el consejo que le doy a todo el mundo.
–¿Siempre fue consciente de eso?
–Sí, pero con un enfoque errado porque era más joven y tenía una capa de ego muy fuerte que no veía y no podía controlar, entonces lo manifestaba diciendo que era el mejor y no es así. O sea, cómo tú vas a decir que eres el mejor, no puedes decir eso, lo que sí puedes decir es que eres el mejor haciendo lo que tú haces, eso sí. No puedes decir que eres el mejor comediante del mundo porque hay demasiados e incluso que uno ni conoce. Es más, hay gente que ni siquiera es comediante y es mejor que uno. Lo que sí puedo decir es que soy el mejor en lo que yo hago y para muestra muchos botones: estoy en Spotify, Amazon, NatGeo, Premios Ondas. En lo que yo hago sí soy el mejor. Eso es lo que hay que entender, para ser el mejor de todos no hay que ser el mejor de todos, hay que ser el mejor en lo que uno hace.
–No era la primera vez que hablaba de su experiencia en prisión, ya lo había hecho en tu stand up Sin robar a nadie. ¿En ambos fue difícil revivir esos recuerdos?
–Sí, sin duda. Ahorita tengo un nuevo stand up que se llama Candela, de una hora cuarenta y cinco minutos. Es más largo que Sin robar a nadie y esa rutina se me pasa demasiado rápido porque es muy ligera. Recuerdo que cada vez que me tocaba hacer Sin robar a nadie sentía que era como ponerme un morral lleno de ladrillos. Era demasiado pesado. En ese momento, cuando hacía los chistes, no me gustaba que la gente se riera a pesar de que yo estaba claro como comediante de que la gente se tenía que reír. Todavía no lo tenía curado en la mente y me dolía. Hacer una rutina que te duele es muy fuerte. Necesitas llevarlo con mucho temple. Una vez que se acaba Sin robar a nadie, yo quise borrar esa historia de mi mente pero luego llega La cárcel no da risa, que como es algo mucho más profundo tenía que revisar muchas más cosas. Tuve que escuchar varias llamadas que grabaron mis amigos y fue muy fuerte, porque uno sabe que ha estado en el fondo, pero uno siempre está parado, pero cuando te muestran un video tuyo cuando estás completamente quebrado, llorando, es incómodo y no te quieres ver así, pidiendo cacao. Entonces cuando me tocó verme mal, pidiendo cacao, ahí fue que entendí que por eso estaba así, porque había escondido que la cárcel me quebró. Una vez que ya estaba todo listo y lo escuché sentí que lo había superado. Como ya estuve ahí, a veces me acuerdo de la celda y me provoca estar ahí dos horas hablando con los muchachos, aunque ya ninguno está ahí. Pero si tuviera la oportunidad de ir con uniforme de preso a hablar con el mismo grupo con el que yo estaba, lo haría, pero si pudiese salir cuando yo quisiera. Lo haría ya, me voy a visitar a mis panas de la cárcel.
–¿Siente cariño por el lugar, por las personas?
–Yo he estado desarmando toda esta experiencia en mi cabeza para entender cómo funciona y hablar con propiedad. Si hay una vaina que le fascina al humano es tener síndrome de Estocolmo. Si a ti te secuestran y te golpean toda la noche y a la mañana siguiente te da comida y te trata bien, vas a querer al secuestrador. Es una vaina muy loca. Comienzas a buscar justificaciones para no tener que enfrentar que el tipo es un cabrón porque es muy difícil salir de ahí. Eso pasa mucho en la cárcel y es un poco lo que pasa en Venezuela. En la cárcel tuve muy buenos compañeros que me cuidaban y estaban pendientes de echar coñazo por mí si era necesario. Pero también hubo otros que fueron terribles conmigo y que después les agarré cariño con el tiempo también porque aunque me odiaban y me querían caer a coñazos, se controlaban para no hacerlo, ya eso hacía que yo los quisiera. Era como ‘gracias por controlarte porque sé que me puedes matar si quieres’.
–¿Siente que grabar el podcast le ayudó a sanar, a cerrar ese capítulo de su vida?
–Siento que la gota que me terminó de sanar es haber ganado el premio porque fue cerrar ese círculo en el que estaba en Estados Unidos grabando un documental, me metieron preso, perdí todos mis papeles, escribí mi stand up y grabé el podcast; ahora estoy en Estados Unidos de nuevo y me gané un premio en Europa con esa historia. Es como ‘gracias a la Policía de Texas que, sin saberlo, me hizo el favor más grande del planeta tierra: me convirtieron en un hombre’. Cuando llegué a la cárcel me dijeron “esto es Hudspeth County Jail, donde los hombres reforman a los hombres”. Entonces, el mensaje es: no es lo que le pase a la gente, es lo que la gente hace con lo que le pasa. Yo pude meterme en una depresión y lanzarme una de victimismo y activismo en contra de las leyes del cannabis en Texas, hubiese sido la cagada
–Al principio decía que estaba reacio a grabar el podcast ¿Qué le hizo cambiar de opinión?
–Yo acepté Spotify gracias a Silvia, si ella no me hubiese explicado con calma yo no hubiese aceptado. Ella me dijo: ‘José, Spotify es grandísimo y tenemos que estar ahí. Tenemos el talento y la historia’. Así que acepté. Ella fue el único empujón y yo confié en ella porque yo no lo veía como algo positivo. Estaba roto y lo único que quería era sanar mi mente, pero lo que no sabía era que el proceso del podcast me ayudaría. Parte de trabajar en equipo es aceptar sin dudar cuando te dicen ‘confía que estoy seguro’, cuando alguien te dice eso hay que confiar porque quizás está viendo algo que tú no puedes ver. En ese momento, Silvia me dijo ‘estoy segura, esto es algo que tenemos que hacer’. Pero me mató cuando me dijo que no hacerlo sería un error y yo no quería más errores.
–Antes de ser arrestado estaba grabando un documental sobre la legalización del cannabis en Estados Unidos ¿Qué pasó con ese material?
–Ese material está en YouTube. Lo que pasa es que yo en esa época estaba muy roto y no sabía cómo publicitar nada. Yo lo saqué y lo que hice fue llorar porque nadie lo vio, a parte porque tampoco quedó muy bien. En cuanto a series que he hecho para YouTube no es mi preferida porque estaba muy roto cuando la hice y no pensaba muy claro, pero está bueno ver la historia. Una particularidad es que en ese momento no sabía hablar inglés y lo tenía que resolver todo con joda y me daba pena que se dieran cuenta de que no sabía.
–¿Considera que la cárcel cambió su forma de hacer comedia?
–Siento que mi perspectiva es más madura porque he vivido más cosas, he trabajado con gente de las grandes ligas, entonces sé la delicadeza que se debe tener al abordar cada tema hoy, que es distinta a la de hace dos años. Todo eso va cambiando, cómo se manejan los términos, y la comedia porque uno va creciendo y viviendo más cosas que te dan más recursos para que cada stand up sea mejor que el anterior. Eso es lo que hay que lograr.
–¿Cuándo llega Candela, su nuevo stand up? Después de una experiencia tan difícil, ¿cómo se sienta a escribir algo nuevo?
–No, yo ya había estrenado La cárcel no da risa cuando empecé a escribir Candela. Cuando me senté dije ‘ok, el stand up pasado fue denso, tengo que hacer algo más ligero’. No quería hablar más de la cárcel, quería hablar de otras cosas y sabía que la gente estaba esperando algo distinto. Por eso decidí hablar de algo súper pop, pero con un buen enfoque. O sea, el stand up empieza así, no voy a decir los chistes pero para que se entienda la estructura, Comienzo contando que en menos de 24 horas dos personas me dijeron que parecía una señora, entonces echo chistes sobre eso y muestro fotos mías de niño en las que también parecía una señora. También hablo de mi relación con los perros y mi vida en México, es algo de mi cotidianidad pero muy sabroso. En la segunda parte hablo de mi viaje a África y sobre el racismo y pobreza y todo lo que la gente piensa que representa África. Entonces, pongo toda mi experiencia en perspectiva para poder abordar lo que es racismo, lo que es África, lo que es occidente y cómo ven la palabra negro en Estados Unidos, en África y en Latinoamérica. Al final, termina con un merengue, yo lo llamo “el merengue de la inclusión”, que es muy bueno. Yo pensaba que Sin robar a nadie era mi obra de arte y ahora pienso que mi obra de arte de verdad es Candela. La gente los disfruta, honestamente.
–¿Sintió presión?
–Claro, siempre hay presión cuando toca escribir algo nuevo. Ya siento presión porque dentro de poco me toca escribir el próximo. Siempre sientes presión porque piensas ‘de qué voy a escribir, ¿voy a poder hacerlo otra vez?’. Recuerdo que cuando empecé a trabajar en Candela, a probar los chistes, meterle imágenes y videos, y ya estuvo listo, Silvia me dijo: ‘Lo lograste otra vez’ y pensé ‘coño, gracias a Dios’.
–Con Candela se convirtió en el primer comediante venezolano en presentarse en el Carnegie Hall ¿Cómo vivió eso?
–En diciembre tuve mi primera vuelta a Estados Unidos y fue muy importante porque tenía que ser algo especial, entonces trabajé con Flor de pelo producciones, que es la productora con la que yo trabajo. Dijimos ‘vamos a hacer un Carnegie Hall y un Fillmore’. En el Carnegie Hall yo me presenté en la sala mediana, que se llama Zankel Hall, donde Einstein explicó la teoría de la relatividad, en esa misma sala donde yo estuve. Soy el primer comediante venezolano en presentarse en el Carnegie Hall en la sala Sankel Hall, todavía no me he presentado en la más grande, en la Main Hall. Ese es mi próximo paso. Fue una experiencia muy bonita porque el gerente me invitó al museo de la sala en la que me presenté, cada una tiene su museo. Ahí había fotos de Einstein, de Lu Armstrong, Ringo Star, Ella Fitzgerald, personas que se presentaron allí. Y el gerente me dijo: ‘A partir de esta noche te felicito porque vas a pasar a ser parte de este exquisito grupo. Obviamente, no vamos a poner una foto tuya porque todavía no eres lo suficientemente grande, pero si estás aquí ya es buen comienzo y espero poder poner una foto tuya en el futuro’. Y lo abracé. Los lugares a los que está llegando la comedia venezolano son altísimos, y no lo digo solo por mí. Estamos llegando a un nivel delicioso. Nos estamos presentando en los lugares más arrechos donde los gringos se presentan.
–La última vez que conversamos me comentó que quería hacer un viaje a África para hacer un documental de comedia y lo hizo. Fue a Guinea-Bisáu como odontólogo voluntario y grabó su experiencia. ¿Le gustaría hacer más proyectos así?
–Yo siempre voy a hacer documentales. Eso es algo que me identifica, además de que es algo que no mucha gente hace, cosa que me encanta porque odio hacer lo que los demás hacen y la manera en la que yo hago documentales es completamente distinta porque es humor documental y eso tampoco lo hace nadie. Eso yo lo voy a seguir haciendo, ya ha dado frutos. Vendí Caminantes a NatGeo, pero voy a seguir haciéndolo porque sé que con otro documental la vuelvo a pegar.
–¿Se considera documentalista?
–Según NatGeo yo soy documentalista porque ellos me preguntaron qué ponían abajo de mi nombre y yo le dije que comediante y se conflictuaron horrible: ‘Es imposible, no podemos poner eso porque pierde seriedad’ y yo no entendía cómo perdía seriedad si eso es lo que soy. Al final, me dijeron que iban a poner documentalista, ellos me dieron ese título. Pero no, yo lo que soy es un comediante que hace documentales de situaciones que pasan pero con humor. Obviamente, si haces documentales eres documentalista pero, coño, sería muy loco decir que soy documentalista. Soy comediante.
–¿Qué tan difícil es buscar el lado cómico de las situaciones difíciles?
–Es difícil, pero lo que hay que entender es que el chiste no lo hace uno, la comedia la dan las personas. O sea, cuando estás en una situación miserable, por poner un ejemplo, como en Caminantes, que estábamos caminando días desesperados, tú no lloras los nueve días, eso no pasa. No es como salía en los noticieros, todo el mundo llorando todo el tiempo. Sí lloras, porque estás pasando una situación horrible, pero después alguien dice algo gracioso y te ríes. Entonces, yo no voy haciendo chistes, yo voy buscando la comedia en las situaciones malas. La gente que no ha vivido nada difícil suele prohibir la comedia en situaciones difíciles, algo absurdo porque es la vía más efectiva para superar esos momentos.
–De qué situaciones no le gusta hacer chistes?
–No me gusta hacer chistes de pedofilia, por ejemplo, porque son muy fuertes para la gente. También hay que entender que uno quiere que a la gente le guste el material, no es una cuestión de orgullo para mí. Ya no hablo de pedofilia, no hago chistes sobre la regla, para mí un tema que no existe porque no puedo hablar con propiedad. Otra cosa, yo puedo ser grosero y vulgar, pero no soy escatologico, me ladilla un poco.
–En su vida, tras todo lo que ha vivido, ¿de qué forma le ha ayudado el humor a sobrellevar los momentos difíciles?
–Para mí el humor es la manera en la que he sobrevivido desde que soy un niño. Todo lo he manejado a través del humor. Incluso ahora, que estoy estudiando inglés en Los Ángeles, la mayoría de mis compañeros son menores que yo y los hago reír como no te imaginas. Es mi manera de socializar. Si haces reír a alguien, esa persona te va a querer.
–En este punto, ¿qué le agradece a la comedia?
–Todo. La comedia me lo ha dado todo. Me ha dado hasta quién soy yo hoy en día. La comedia para mí es la vaina más sagrada del planeta. No se mancha. De hecho, el comediante que irrespete la comedia muere. La comedia no perdona. Está probihido robar o estafar en nombre de la comedia.
–Hace cuatro años, comenzó el podcast El humano es un animal, con el que construyó una comunidad fiel en Patreon. ¿Imaginó que crecería tanto?
–El humano es un animal ha sido un proyecto al que le he tenido demasiado cariño, que no comenzó de la mejor manera porque yo no estaba en mi mejor momento. Era pandemia, yo estaba recién salido de la cárcel, mi vibra no era la mejor, las cosas de las que hablaba y el enfoque no eran los mejores. estaba lleno de odio y el podcast era denso, una descarga de locura / hate continua, siempre con comedia pero igual. Mientras vas sanando ya no tienes todo ese odio. Ahorita es que yo considero, después de cuatro años, que el podcast se consolidó y que tengo un grupo de gente demasiado fiel. No es el podcast más visto, eso es cierto, pero es un podcast que tiene una gente muy fiel y que va creciendo.
–¿Cuáles son los podcast que has escuchado y qué más te han gustado?
–La verdad, no escucho podcast ni música. Tampoco veo comedia, solo veo YouTube. Pero he escuchado algunos podcast narrativos que me gustan como uno que se llama Caso 63, de Spotify, que es buenísimo, o el de Joe Rogan.
–¿Qué sigue para José Rafael? ¿Qué le falta por hacer?
–Todo. Yo no voy a descansar hasta que sea unánime que la gente piense ‘este tipo es el mejor de la historia’. Quiero ganar un Oscar, un Golden Globe… quiero ganar todas las vainas arrechas. Me quiero ganar hasta un croissant en una feria, me quiero ganar todo. Hacía tiempo no tenía un drive tan potente porque pasé mucho tiempo con el drive bajo. Pero ahorita tengo el motor a tono.
–¿Le gustaría volver a Venezuela para presentarse?
–Sí, claro. Imagino que eso pasará algún día. Ahorita no puedo y no quiero por mis creencias personales. Hay gente que dice que estoy picado porque no puedo ir y es verdad, pero no puedo ir porque en el momento hice las vainas como son.
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