«Las cosas suceden cuando tienen que suceder. Ni antes ni después», cree José Delgado. Durante mucho tiempo el cantautor había soñado con ofrecer un concierto sinfónico en el Teatro Teresa Carreño. Incluso, había trabajado en algunos arreglos junto a David Carpio. Quería tener todo listo. Lo planificaba, organizaba y trabajaba para que se hiciera realidad, pero cuando parecía que por fin ocurriría, por una u otra razón, no sucedía. Hasta que sucedió. Fue el pasado 28 de mayo.
El concierto fue especial. Acompañado por la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas y de grandes amigos, como Luis Fernándo Borjas, Sandino Primera, Horacio Blanco o Víctor Morales, Delgado celebró casi una década de carrera artística interpretando sus temas más conocidos: «Callejeando«, pero también cantó, solo con guitarra y voz, las canciones de Anterior, su octavo disco y con el que regresa a sus orígenes. «Poder estar ahí haciendo lo que me gusta y compartiéndolo en el lenguaje que quiero hablar creo que es un gran logro. Contar con el maestro David Carpio como director, que es un músico sinfónico extraordinario que conoce las raíces tradicionales de nuestra música, que haya podido hacer la traducción de mi música o la adaptación a ese formato sinfónico, fue maravilloso… Para mí fue una fiesta de total gratitud. El público llenó la sala, incluso se quedó gente sin entradas», recuerda el cantautor de 42 años de edad.
El recital fue la oportunidad de Delgado de recorrer su historia personal así como la historia musical del país. «Es un poco la historia de nuestra canción, de nuestros creadores tomándome a mí como muestra de todo ese contingente que anda por ahí haciendo su música. Tengo el sueño de poder llevarlo (el concierto) a algunas regiones. Estamos hablando con algunas orquestas. También creemos que puede ser una buena propuesta internacional. Eso hay que armarlo, estamos en eso», comenta entusiasmado.
Con Anterior José Delgado quiso volver a sus orígenes, a su raíz musical: guitarra y voz. Así compuso sus primeras canciones, aquellas que creó escondido en casa, cuando tomaba prestada la guitarra de su hermano cuando este no estaba. Sin ayuda, comenzó a descubrir, poco a poco, armonías y acordes que podía crear. Así, entre ensayo y error, le fue contando sus penas y alegrías al instrumento. «Yo no aprendí música en ninguna escuela, mi formación fue principalmente así, con el instrumento en la mano. Muchas de mis canciones las fui construyendo en la medida que iba descubriendo que de un acorde podía pasar a otro», recuerda el cantautor.
Las canciones del disco fueron una suerte de desahogo durante la pandemia. El cantautor no tenía pensado compartirlas por la carga emocional que tienen. «Para mí era una forma de hacer catarsis, abrazarme yo mismo durante todo ese tiempo para contenerme, porque cuando eres padre también tienes que dar contención y no sabes de dónde sacar esa fuerza cuando estás totalmente desestabilizado. Entonces, esos eran mis ratos de meditación, de encuentro conmigo mismo. De hecho, me daba hasta un poco de pena mostrar esas canciones hasta que dije: ‘bueno, pero así fue mi mundo, así fueron esos días, y esto me rescató. Me siento con fuerza y estamos acá agradeciendo porque tuve este espacio de contención conmigo mismo. Vamos a compartirlo».
Cuando finalmente tomó la decisión, Delgado organizó las canciones y se dio cuenta de que, aunque no fue planeado, entre cada una había un hilo conductor. «Es muy interesante porque yo no había pensado un disco conceptual pero fue dándose así, naturalmente fue tomando su curso y cuando intenté meterle también otros instrumentos tampoco lo permitió. Traté en estudios de sumar otro instrumento porque me dije ‘bueno, lo siento un poquito vacío’, pero no cuadraron y quedó así, guitarra y voz, como las primeras canciones que grabé».
Al principio, tenía planeado grabar el disco en su casa, pero cuando su amigo Luis Miguel Emmanuelli lo escuchó cantar los temas, lo convenció de entrar al estudio. «Me dijo: ‘No, tú vas a grabar eso aquí’. Así hicimos el disco y logramos materializarlo con esa linda calidad que tiene, acompañado por él generosamente. Fue un disco que se grabó relativamente rápido, porque todas las canciones yo casi las cantaba todos los días en casa», cuenta.
Para José Alejandro no hay una canción más especial que otra. Todas son significativas. «Canto y vuelo» es la que abre el disco y la que le pone tono. «Es como la ventana que abro, como la puerta que dice: ‘Pasen aquí, adelante. Vengan que esta es la puerta de entrada’. Eso lo tuve claro, porque comienza diciendo ‘Yo que me pregunto todo como tú / que me creo solo en mi soledad / para alumbrarme llevo este dolor con el que atravesar la oscuridad / yo que tanto me equivoco como tú’… Por ahí se va. Es como un tú y yo en una mesa, en una intimidad. Esa, quizá, sería significativa por ese rol que tiene dentro del repertorio».
Sus canciones están fuertemente influenciadas por la música tradicional venezolana. «Yo hago una reinterpretación porque es mi lenguaje», dice Delgado, que creció en una familia en la que se escuchaba mucha música tradicional, tanto venezolana como latinoamericana. En las reuniones familiares no faltaba el cuatro y la guitarra. «Mis abuelos venían del interior del país y traían su cultura y sus historias. Eso del sancocho con un cuatro y cantando se daba siempre en mi casa. Yo aprendí de la música grupal, colectiva, de las parrandas, las gaitas, toda esa música venezolana, sobre todo la navideña, que es tan linda y que se hace grupalmente. Para mí ese fue mi primer despertar».
Y agrega: «Este disco, aunque no tiene esa instrumentación o esas dotaciones, sí tiene muchos géneros que son tradicionales venezolanos. En él hay un punto y llanto, dos joropos tuyeros, una especie de golpe larense, un merengue lento. La mayoría tiene trazos de eso porque no puedo hablar de otra manera, son las palabras que aprendí».
En su proceso de autoformación musical, para Delgado la influencia de su familia fue determinante. Desde el ambiente tradicional hasta la música que se escuchaba. «La figura de mi papá fue muy importante, toda la música que escuchaba de él, la música tradicional venezolana y latinoamericana. Yo creo que esos primeros años de mi vida marcaron todas mis preguntas fundamentales», dice el cantautor, quien añade que el teatro también fue importante en su camino. “Eso fue fundamental para mi performance, para entender cómo la música se hace primero en el cuerpo y después en el canto. La música no solo es una cosa de la voz ni del acorde, es todo lo que está pasando en tu cuerpo. Eso está muy presente porque yo hago imitaciones de sonidos de animales y pongo distintas voces durante el recital», detalla.
Sin espacios
Delgado asegura que la música tradicional venezolana es muy querida, tanto en Venezuela como en el mundo. Recuerda con cariño una entrevista que concedió a un programa de radio de la Universidad Nacional de Colombia para hablar del género. «Un programa impresionante en el que me mostraron el conocimiento que tienen de nuestra música y me preguntaron mucho sobre la música de raíz tradicional», cuenta Delgado, quien considera que los únicos que no valoran la música tradicional son los medios de comunicación venezolanos. «Yo creo que el único lugar del mundo donde no la quieren es aquí en Venezuela. Los medios no quieren su música, no sé por qué no la ponen en la radio, no les gusta, no sé qué pasa».
Para José Alejandro ha sido difícil lograr que sus canciones suenen en la radio, sobre todo cuando se trata de joropos. Es más fácil –asegura– cuando se trata de temas con un sonido world music, por ejemplo, «Canto y vuelo». «Mario Díaz es un músico, un maestro del joropo tuyero, tiene 70 años más o menos y tiene 56 discos grabados y para los radios en la capital la industria es Michael Jackson. El joropo tuyero es una industria y no lo quieren ver, pero eso no hace que no exista», indica el cantautor.
Precisamente, esta falta de espacios ha hecho que el camino para el cantautor haya sido difícil; pero desde el comienzo supo que sería así. No le importó. Él mismo se encargó de, poco a poco, abrirse espacio en una industria que, sostiene, no difunde la música tradicional. «Hay mucha gente creando y abandonando porque quieren que su música suene y no hay espacios. Siempre con mi música, que es muy ecléctica, ha habido dificultad para ponerla porque me dicen ‘esto es música tradicional o es rock and roll’. En mis discos siempre hay una mezcla de géneros.. Es una música súper mestiza, caraqueña. Eso es algo con lo que siempre he tenido que caminar. Siempre ha sido difícil, pero no imposible».
Retomar y transformar
Por la grabación de Anterior y la planificación del recital en el Teresa Carreño, el cantautor tuvo que poner en pausa Ciudad Canción, iniciativa cultural que comenzó en 2018 y con la que busca rendir homenaje a las canciones y a sus creadores. «Está previsto retomarlo, sobre todo como laboratorio que es y seguir impulsando esa movida que es un poco más colectiva. En el futuro me gustaría convertirlo en un festival internacional y se vaya rotando por distintas ciudades del país y que tenga, por supuesto, una presencia digital muy importante. Hemos estado trabajando en eso».
Otro proyecto que espera retomar pronto es Descompón, programa de sesiones musicales que transmitía por el circuito Onda y que ahora quiere convertir en un podcast en el que pueda entrevistar a figuras emblemáticas de la música tradicional venezolana. «Eso está trazado en el mapa, vamos a ver cuándo lo podemos concretar porque es muy lindo poder tener esas conversas y, desde mi perspectiva y mi espacio, ayudar a difundir el arte de muchos maestros y gente que hace muchas cosas lindas en nuestra tierra».
Sin embargo, de los proyectos que está desarrollando en este momento el más significativo es Juangurito, un niño como tú, un seriado de canciones protagonizado por un personaje animado inspirado en su hijo. «Tengo un niño de 6 años que se llama Juan José y tiene condición de autismo. Su estereotipia más fuerte es saltar, lo hace todo el tiempo, entonces nos inventamos un muñequito animado que es Juancito disfrazado de canguro y le pusimos Juangurito», cuenta Delgado, quien agrega que las canciones las compuso con ayuda de su familia para sensibilizar a las personas sobre el trastorno del espectro autista. «Necesitamos decirle al mundo que las personas neurodiversas tienen un comportamiento distinto, pero también caben en el mundo. El mensaje se amplifica más allá de mi caso personal; las personas que son distintas, bien sea porque decidieron ser distintas, también tienen espacio en este mundo que tiene todos los colores, no podemos estar uniformados».
Espera que este seriado de canciones, además de sensibilizar, ayude a generar comunidad entre aquellas personas que viven una situación similar. «Hay un montón de soledades juntas. Nos dimos cuenta de que es una cosa política, la gente pasa dificultades porque sus hijos tienen una condición. Te encuentras con muchas cosas. Es algo que está atravesado transversalmente por el tema económico, ningún Estado ha podido desarrollar políticas públicas eficientes para atender a estas personas. Entonces, necesitas pedir ayuda y posicionar estas ideas para que se logren verdaderas transformaciones. Todo eso me despertó esa idea de poder compartir, a través de la música, mi experiencia como padre de un niño neurotípico, a quien hemos tratado de brindarle la mayor felicidad y que esté en un entorno de amor. Eso ya es una tarea tremenda. Creo que ese amor, que se presenta a través de la música, puede convocar a más personas para insertar esa conversación. Eso me parece importante».