Cuando el director venezolano Jonathan Jakubowicz (Caracas, 1978) viajó a Francia en 2016 para el estreno mundial de Manos de Piedra en el Festival de Cine de Cannes, empezó, sin habérselo propuesto, la investigación para su tercera película, Resistance, que llegó a las plataformas digitales el 27 de marzo.
El realizador de Secuestro Express (2005) tenía conocimiento de una historia no muy conocida sobre el famoso mimo francés Marcel Marceau como parte de la resistencia en la Segunda Guerra Mundial. Un capítulo que valía la pena investigar para Jakubowicz, judío y nieto de sobrevivientes polacos que perdieron familiares en los campos de concentración.
Así es como logró rastrear a George Loinger, primo de Marceau quien, para ese entonces, tenía 106 años de edad. “Nos sentamos un buen rato con él y su familia, y con completa lucidez me contó mucho de lo que está en la película”, cuenta desde su confinamiento en Los Ángeles, donde reside, por la pandemia del covid-19.
La película se centra en Marceau cuando es Marcel Mangel. Un joven que vive con su padre, pero que no quiere seguir sus pasos como carnicero y que intenta emular al gran Charles Chaplin. Un papel que interpreta Jesse Eisenberg (The Social Network), cuya madre fue payaso y con familiares que también murieron en el Holocausto. Sus habilidades comenzarán a florecer espontáneamente cuando tenga que contribuir con el rescate de cientos de niños judíos huérfanos.
“Jakubowicz utiliza a Marceau como solo un personaje en un recordatorio más amplio y sombrío de los males que Europa enfrentó bajo la Alemania nazi, centrándose en uno de esos casos raros pero inspiradores donde se salvaron vidas”, escribió la revista estadounidense Variety sobre la cinta.
El reparto también incluye a Félix Moati, quien interpreta a su hermano, un joven activo políticamente; Clémence Poésy (Harry Potter) y Vica Kerekes, partes también de la resistencia; Bella Ramsey (Game of Thrones) como una niña huérfana, cuyo personaje está inspirado en un familiar de Jakubowicz; Matthias Schweighöfer, quien encarna al ruin oficial de la Gestapo Klaus Barbie; Ed Harris como el General Patton y Edgar Ramírez como el padre de Bella Ramsey.
Resistance se rodó durante 38 días entre la República Checa y Alemania, incluyó ciudades como Nuremberg, Múnich y Praga. El filme, de 120 minutos, narra una historia que se desarrolla entre 1938 y 1945 para dar una nueva mirada al cine sobre el holocausto.
—Has llevado a la gran pantalla un Secuestro Express, una biopic sobre Roberto «Manos de Piedra» Durán y ahora te asomas a un cine que te toca personal y emocionalmente por tu ascendencia judía. ¿Cómo fue esa aproximación? ¿Qué emociones sentiste antes, durante y cuando finalmente viste Resistance en la gran pantalla?
—Todo el proceso fue muy emocional porque me toca directamente y además lo filmamos en Europa, muy cerca de dónde la mayoría de mi familia perdió la vida. Pero es una historia muy luminosa, que no trata del exterminio sino de la salvación, y eso me mantuvo inspirado todo el tiempo en el que la realizaba.
—¿Por qué te interesó contar una historia no muy conocida de Marcel Marceau? ¿Qué te motivó a hacerla?
—Cuando me enteré de la historia me pareció impresionante que nadie supiera nada de ella. Me puse a investigar y descubrí que el primo hermano de Marceau, el héroe de la resistencia Georges Loinger, aún vivía en París a sus 106 años. Yo estaba en el Festival de Cannes presentando mi película Manos de piedra y aproveché para pasar por París a conocerlo. Nos sentamos un buen rato, con él y su familia, y con completa lucidez me contó mucho de lo que está en la película. Desde entonces pensé que no podía descansar hasta contar esta historia.
—Cuando se decide rendir homenaje a la familia con una película, ¿el compromiso es distinto? ¿qué emociones privan?
—Yo nunca he hecho una película sin pasión. Mi compromiso siempre ha sido total y mi entrega al material y a mis proyectos son absolutas. Pero es cierto que ninguna película antes de esta me hacía llorar a cada rato. La experiencia en todo momento superaba el ámbito profesional y se convertía en algo muy íntimo. Es mi película más personal y la que más satisfecho me ha dejado como creador y como ser humano.
—Una entrevista con Associated Press señala que el equipo de Resistance estaba integrado tanto por nietos de sobrevivientes del Holocausto como por nietos de nazis. ¿Cómo fue esa experiencia?
—Fue complicada, interesante, a veces dura, otras veces intensa, pero siempre inspiradora. Los alemanes tienen una relación muy fuerte con el Holocausto. Como judío uno asume que no hay nada más horrible que saber que tu familia fue, en su mayoría, exterminada en el crimen más grande de la historia. Pero en Alemania descubres que tampoco es fácil para ellos procesar que sus abuelos fueron los peores criminales que han existido. Y haber colaborado con tantos alemanes para contar una película que habla de sobrevivir como modo de resistencia, es una venganza creativa ante los nazis.
—También dijo que le resultó difícil conseguir financiamiento. ¿Cómo fue ese proceso de convencer a quienes confiaron en tu película? ¿Es un proceso extenuante?
—Toda película independiente que se hace es un milagro. Es un montón de dinero que se reúne en torno a que un equipo creativo cuente una historia. Hay muchos negocios menos riesgosos que el cine y cuando tu película no trata sobre Superman sino sobre un mimo francés, se reducen mucho las posibilidades de financiamiento. Sin embargo, pudimos montar una coproducción de varios países, y utilizamos mi pasaporte europeo (polaco) para lograr incentivos locales. Finalmente lo logramos.
—¿Cómo fue el proceso de casting hasta llegar a Jesse Eisenberg? ¿Lo conocías? ¿Qué trabajo de él te ha gustado más?
—No lo conocía personalmente, pero he sido su fan desde The Social Network (2010). Escribí el guion de Resistance pensando en él pues leí que su madre había sido payaso profesional. Jesse se crió viendo a su mamá pintándose la cara de blanco, como Marceau, para salir a trabajar. Además, sabía que él también perdió familia en la guerra, y pensé que le podría inspirar esta historia. Al tener listo el guion se lo envié y desde entonces trabajamos muchos meses juntos, primero en el guion y después en su técnica como mimo, para lo cual se preparó un montón.
—¿Qué tal fue trabajar con él? Reseña LA Times que puede ser considerado en la -incierta- temporada de premios por su representación de Marceau.
—Fue una experiencia increíble de principio a fin. Jesse es un genio, no sólo como actor, en general es genial, y uno siempre se está riendo con él. Y eso era muy positivo en una película que se desarrolla en un contexto tan duro. Trabajó por siete meses en su preparación y en el set fue una colaboración muy estrecha. Al final nos hicimos grandes amigos y estoy seguro de que volveremos a trabajar juntos.
—¿Y con Ed Harris? ¿Cómo es tenerlo en el set de filmación?
—Es un caballero de otra dimensión. Un Jedi. Es uno de mis actores preferidos de todos los tiempos y cada instante con él se siente como un lujo. Su papel es pequeño, pero le da mucha fuerza a la película y fue alucinante escuchar las palabras de mi guion en una de las voces que más admiro en el mundo.
—Vuelves a convocar a Edgar Ramírez. ¿Sientes que va en ascenso su carrera en Hollywood?
—Edgar siempre va en ascenso. Tiene una de las carreras más consistentes de la industria, y es un actor de otro planeta. La película comienza con él y su actuación le da una humanidad gigantesca a un personaje crucial en la historia. Edgar y yo somos muy panas y hablamos a cada rato. Se enamoró del guion y se vino a hacerla por amor al mensaje.
—En una entrevista con Forbes dices: «Es la historia de un artista que renuncia a sus objetivos egocéntricos de convertirse en un gran artista». Pareciera, en cierto sentido, que Resistance emula la idea más primordial de la democracia: pensar en el colectivo más allá de los intereses personales.
—La película trata sobre civiles que lo arriesgan todo para salvar vidas y asegurar un futuro en el que los hijos de las víctimas de los asesinados por los militares puedan vivir en paz. Sin duda, se pueden desprender varias metáforas desde ahí.
—La película formó parte de la selección de Miami Film Festival, antes de que se cancelara por la pandemia del covid-19. ¿Es el único festival en el que participó? ¿Tenías previsto un amplio recorrido por festivales?
—El estreno mundial estaba previsto en el Festival de Beijing, que iba a ser un evento gigantesco. La epidemia pospuso ese y otros festivales en los que íbamos a participar. Pero muchos puede que ocurran después, asumiendo que termina pronto esta pesadilla, y tendrá mucha importancia simbólica.
—¿Cómo afectó la pandemia de covid-19 el estreno de Resistance?
—La película iba a salir en salas en todo Estados Unidos y Canadá. Pero las salas cerraron y ante la incertidumbre, se decidió mantener las fechas de lanzamiento a través de todas las plataformas digitales.
—¿Te frustra un poco que el estreno no haya sido en la pantalla grande?
—Todo cineasta quiere que su película sea vista en pantalla grande, pero honestamente no sé si el cine en salas volverá a ser el mismo después de esta epidemia. Ya había una tendencia hacia el streaming antes de la peste, creo que la peste será la gota que derrame el vaso. Lo importante es que la película llegue al público que la quiera ver, en el formato que sea. Queda de parte del espectador hacer el esfuerzo por verla en la pantalla más grande que tenga, con el mejor sonido disponible.
—¿Luego de Manos de Piedra y Resistance piensas seguir trabajando sobre la vida de grandes personajes para llevarlos a la gran pantalla? ¿Qué historia te gustaría contar?
—Me gustan los personajes reales, pero también me gusta la ficción. Estoy desarrollando una serie para streaming sobre Venezuela, que le volará los tapones al mundo y finalmente explicará cómo son las vainas. Además, escribí una película para niños que me tiene muy emocionado. Y una épica de guerra del Antiguo Testamento. En este momento es difícil predecir cuál será la próxima, pues el mundo acaba de cambiar. Pero he pasado los últimos meses escribiendo como loco y eso me tiene muy contento.
—¿Llegará la película a Venezuela?
—Llegará pronto, pero justo cuando se estaba negociando la vía, comenzó la peste. Ya veremos cómo y cuándo terminamos en el país.
—Hablemos de Juan Planchard. Pareciera que la historia del libro sobre el nacimiento de los bolichicos se quedó corta con todo lo que se ha visto con el pasar de los años en Venezuela. ¿Habrá segunda parte?
—Cuando salió todo el mundo me acusaba de exagerado, ahora todo el mundo me dice que me quedé corto. Es impresionante cómo ha cambiado el nivel de consciencia del pueblo venezolano en los últimos años. Si todavía queda alguien que no entiende que la revolución no fue más que un asalto, es porque no le conviene entenderlo.
Pasé el último año ligando un desenlace, como todos los venezolanos, pensando que sería el contexto perfecto para la segunda parte. Pero el desenlace no ha llegado y eso me hizo repensar mi estrategia. Tengo tiempo ya escribiendo la segunda parte y la cuarentena me permite enfocarme en eso. Si todo sale bien, la segunda parte saldrá este año.
—En entrevistas previas dijo que trabajaba en un libro en inglés ¿Cómo va esa historia? ¿Puede contar de qué trata?
—Todavía no.
—¿Qué significa para ti que el dramaturgo Moisés Kaufman quiera llevar a las tablas Las aventuras de Juan Planchard? ¿Cómo se dio ese acercamiento? ¿Ya han trabajado en la adaptación?
—Me cayó del cielo, la verdad. Yo admiro a Moisés muchísimo. Un día me llamó mi agente y me dijo que había un director de teatro de Nueva York que quería adaptar mi novela. Me pareció una locura, pero al descubrir que se trataba de Moisés me emocioné mucho. Honestamente no tenía ni idea de cómo se podía adaptar a las tablas una novela llena de acción.
Cuadramos una llamada y me dijo que en realidad la novela, como estaba escrita en primera persona, era la confesión de un hombre ante un jurado que en el caso del teatro sería el público. Le di toda mi confianza y hace unos meses asistí a la primera lectura y debo decir que me dejó completamente loco. Es impresionante que lo adapten a uno, pero cuando lo hace un maestro como Moisés, es un privilegio muy especial.
—¿Crees que se podrá apreciar en las tablas venezolanas?
—Sin duda llegará a Venezuela, a menos que la censuren. Ya sabemos que los revolucionarios están delicados y paranoicos.