Al dramaturgo, poeta, ensayista y novelista noruego Jon Fosse le interesa escribir sobre la humanidad. En sus obras, traducidas a más de 40 idiomas, la sencillez y el silencio se imponen en una prosa que habla sobre la duda, el miedo, el amor, la libertad, la fe y la vida. En sus palabras, que prescinden de convenciones estilísticas elaboradas, la musicalidad se conjuga con el componente humano en una experiencia y estilo particular. Ganador del Premio Nobel de Literatura anunciado hace un mes, Fosse afirmó en una entrevista que para él escribir es como rezar.
Con más de cuarenta títulos escritos y toda una vida dedicada a la literatura, sus palabras le dan voz a lo inefable. Así lo señaló la Academia Sueca en Estocolmo al otorgarle el máximo galardón de la literatura al escritor de 64 años de edad nacido en Haugesund en el oeste de Noruega un 29 de septiembre de 1959. Con cada escrito, el autor logró desarrollar lo que la institución describió como el “minimalismo de Fosse”, que se ve sobre todo en su segunda novela, Steng gitar (1985). La reducción de las palabras al mínimo así como el uso sencillo de estas, se convirtieron desde esa novela en su marca personal. Sin embargo, su debut como escritor fue dos años antes, en 1983 con Rojo, negro, novela que publicó después de culminar sus estudios de literatura.
En su obra se puede apreciar, explicó la Academia, variaciones de sus temas centrales como el momento crítico de la indecisión presentando un mundo similar al de la obra de Kafka. La diferencia radica en que Fosse presenta situaciones que son propias de la vida cotidiana. La Academia nombró entre otros autores relacionados con la obra de Fosse al poeta alemán Georg Trakl o al irlandés Samuel Becket, uno de los máximos exponentes del teatro del absurdo.
Fue precisamente como dramaturgo que Jon Fosse se dio a conocer en la escena internacional. Corría el año 1990, no tenía ingresos regulares y decidió entonces aceptar un encargo para comenzar a escribir una pieza. Cuatro años después, en 1994, finalmente se estrenó su trabajo Og aldri skal vi shilkast (sin traducción al español), que se representó por primera vez en el Den Nationale Scenede Bergen, Noruega.
Aunque la obra fue importante para la literatura noruega por sus rasgos posmodernistas que significaron un cambio en la escena literaria del país, no fue sino hasta 1999 cuando Fosse vivió una mayor repercusión internacional. Ese año, el director francés Claude Régy puso en escena su pieza Alguien vendrá, que escribió en 1996. Su singularidad como dramaturgo quedó en evidencia y catapultó su carrera a otras latitudes: se estima que solo para el inicio de la década de los 2000 sus historias se representaban en cien escenarios del mundo.
Desde su debut en 1983 hasta 2012, Fosse escribió 14 obras en prosa, seis colecciones de poesía, nueve libros para niños, tres colecciones de ensayos y 28 obras de teatro. Entre ellas estuvo El nombre, El hijo, La noche canta sus canciones, Sueño de otoño, It’s Ales / Sleepless o Música lenta.
A partir de 1999 escribió casi exclusivamente teatro con varias piezas al año. Hacia 2010, harto, volvió a la prosa. En 2016 publicó Trilogía y recibió el Premio de Literatura del Consejo Nórdico por su prosa musicalizada que recuerda a la poesía y a las sinfonías clásicas. Luego, escribió la Septología, una obra en siete partes publicada en tres tomos. Fosse recibió el Premio de la Crítica y el Premio Brage, los más importantes de Noruega, por esta última obra. Tanto Septología como Trilogía son de las pocas obras suyas traducidas y publicadas al español.
Volvió a la dramaturgia en 2021 con la obra Sterk Vind (sin traducción al español). Fue un gran regreso para él y el comienzo de otra prolífera época teatral en la que escribió piezas como Cuatro obras de teatro: Chica con impermeable amarillo, Variaciones de la muerte, Yo soy el viento, Invierno, Cuando un ángel cruza el escenario, Los manuscritos del perro o Tres cuentos.
Poco traducido al español
Tras anunciarse que Jon Fosse era el ganador del Nobel de Literatura 2023, el escritor y profesor universitario español Fernando Bonete aseguró que tanto Trilogía como Septología terminarán por convertirse en “un clásico absoluto de nuestro siglo”. En sus redes el experto explicó que, como autor, Fosse tiene una voz propia inconfundible, inimitable, y crea una experiencia de lectura única. Leer al noruego es un acto íntimo que arropa al lector de forma incomparable. “Su obra es el testimonio actual más importante de la presencia de Dios en la literatura; es el gran escritor católico de nuestros días. Reúne, además, todos los grandes temas que hacen de la literatura un tesoro para el corazón”, señaló.
La responsable de la sección de Cultura del periódico español El Debate, María Serrano, también ofreció un amplio análisis de la obra de Jon Fosse. Para ella, la radical reducción del lenguaje y la acción dramática en los escritos del noruego expresan las emociones humanas más poderosas en términos cotidianos y sencillos. “Gracias a su capacidad para evocar la pérdida de orientación del hombre y la forma en que, paradójicamente, ésta puede dar acceso a una experiencia más profunda y cercana a la divinidad, se le considera un gran innovador del teatro contemporáneo”, consideró.
ABC Mundo también le dedicó un artículo de análisis al ganador del Nobel, ese autor que para el idioma español resulta discreto y hasta desconocido en algunos países. En el artículo titulado “¿Quién lee a los premios Nobel desconocidos?”, la escritora venezolana Karina Sanz Borgo analizó el poder de visibilidad que tiene este galardón en el ámbito literario y la “maquinaria cultural” que activa una vez que se anuncia. La caraqueña señaló que el mismo 5 de octubre, la editorial Penguin Random House se hizo con los derechos de las obras de Fosse. Se anunció entonces la inclusión del noruego a la casa editorial con cinco títulos, cuatro de ellos inéditos en español: Melancolía I, Melancolía II, Det er Ales, Kvitleik y Scenes from childhood.
Aunque sí se activó la maquinaria cultural que explicó Borgo en su artículo, todavía son pocos los expertos y lectores hispanohablantes que conocen la obra del noruego. Carlos Boyo, autor en El País de España, le dedicó unas breves palabras a la notoriedad que este premio otorga y lo poco conocido que resultó el noruego para el idioma español.
“La concesión del Premio Nobel ocupa lugar privilegiado en los medios de comunicación. Supone que otorguen la santidad en vida, la gloria perdurable, el reconocimiento de los académicos a la excepcionalidad. Como no sé nada de ciencia, no puedo opinar de los méritos de aquellos que se lo llevan, pero se supone que contribuyen a que el mundo avance o sea menos malo”, escribió. En el artículo insistió en que seguirá leyendo a aquellos que conoce sin prisa por leer a aquellos literatos desconocidos que se ganan un premio de este calibre, como Fosse.
Contar la vida
En Venezuela son pocos los escritores, críticos y ávidos lectores que conocen la obra de Jon Fosse. Entre esos pocos está el autor Héctor Torres. El autor de Caracas muerde llegó a la obra de Fosse en 2019 cuando estuvo una semana en Madrid. “A mi regreso me obsequiaron varios títulos de extraordinarios autores, entre ellos de Jon Fosse. Fue una oportunidad maravillosa de conocer a autores de los que tenía poca o ninguna referencia y que, por supuesto, jamás había leído”, contó. Así fue como pudo leer Trilogía y El otro nombre (que es el primer título de Septología).
El venezolano conoce la primera parte de la novela que se considera la gran obra de Fosse en prosa, una historia que completa tiene 1.250 páginas y está escrita en forma de monólogo. En Septología un artista anciano se habla a sí mismo como si fuera otra persona en una narración que avanza aparentemente sin fin y sin pausas, pero unida por repeticiones. En ella, según las palabras de María Serrano en El Debate, hay temas recurrentes y un lapso de tiempo fijo de siete días.
Tras conocer parte de su obra, Torres aseguró que Fosse es un autor muy particular. Leerlo le supuso una experiencia muy peculiar por su estilo singular, con personalidad y búsquedas estéticas que definió como curiosas. “La impresión que produce es que cuenta la vida como podría ocurrir dentro de los personajes, como la van pensando. Ese estilo casi oral no pareciera obedecer a necesidad de economía de recursos, o de claridad y agilidad, como uno suele razonar, sino una forma de reproducir la vida como ocurre, sin mayor mediación del autor. Esto, que naturalmente es un artificio, es algo muy logrado en su obra. Se nota una enorme consciencia del oficio y de las limitaciones de la palabra para dar vida a la obra. Como si él solo pudiese ofrecer aquello que puede atrapar de la vida, que es más subterránea y fragmentaria, que visible y estructurada”, analizó.
Al leerlo, Torres notó su capacidad para dar cabida a la condición humana sin apelar a grandes discursos. Sus personajes muestran al ser humano desde la fragilidad, el miedo, la nobleza inesperada o la ternura. Pero lo más llamativo, a su juicio, es la capacidad que tiene para narrar espacios de la vida en que el lenguaje parece no llegar. “Hace que suceda sin que sea algo explícito. Más que personajes sólidamente construidos todos parecieran ser parte del río por el que discurre la vida”.
Escribir es como rezar
Jon Fosse creció en una familia inspirada por el pietismo, un movimiento de avivamiento espiritual entre los luteranos. Su abuelo era cuáquero, es decir, miembro de una comunidad religiosa disidente de origen cristiano protestante, también era pacifista e izquierdista a la vez. Fosse decidió alejarse de estas creencias y prefirió definirse en un primer momento como ateo. Formó parte del grupo Rocking Chair, donde tocó la guitarra, antes de abrazar finalmente la fe católica en 2013. Su cambio se dio en parte porque su esposa y madre de 2 de sus 6 hijos, Anna Fosse, es católica. En su obra, que es inseparable de su propia vida, escribir es como rezar.
Para Torres lo característico de este escritor no está en los temas que toca sino en su manera de abordarlos. Fosse es capaz de sumergir al lector en una musicalidad y una atmósfera que no pide ser pensada sino sentida. Es una lectura que se va dando desde el inconsciente, explica, tal como sucede la vida. “Es como evitar pasar la vida por el tamiz de la racionalidad y ofrecerla en ese torrente incesante y contradictorio en el que nos inevitablemente sumergimos y nos arrastra con él”.
De los pocos conocidos
Leer a Jon Fosse es una experiencia irrepetible. Es parte de lo que Torres define como ese universo de autores buenos que pocos conocen. “En el caso particular nuestro, los venezolanos nos estamos perdiendo de mucho de lo que pasa en el mundo debido a la destrucción de nuestra industria editorial y a una crisis que impacta en todo lo relacionado con el libro, en particular, y con el consumo de arte, en general”.
En el país son pocas las librerías así como también es poca la producción editorial, la oferta y, sobre todo, son pocos los lectores. “Quien se anime a traer novedades de afuera siempre buscará irse por lo seguro con títulos de amplia venta fuera de Venezuela”, afirmó Torres. A eso hay que sumarle, continúa, que la obra más conocida de Fosse es, precisamente, la teatral.
“No es un novelista clásico, sino un autor que ha abordado el teatro, la narrativa y la poesía. Seguramente por esas búsquedas estéticas tan particulares, las grandes editoriales, que son capaces de darle resonancia, no se han visto muy animadas a divulgarlo. No es un autor que va a ser leído por una gran masa lectora. Quizá ahora, tras el Nobel, será más leído. O, en todo caso, más vendido. Pero cuando uno lo lee entiende que es un autor para lectores con búsquedas estéticas muy peculiares, lejos de las formas convencionales”, afirmó.
Para Torres el mundo editorial es infinito y se están publicando cosas valiosas. Dependerá entonces de la capacidad de decisión del lector y de las librerías que se dé a conocer más a Jon Fosse. “Uno nunca leerá todo lo que se publica en el mundo, pero tener la capacidad de escoger, tener el acceso, te da ventajas importantes. Y en Venezuela tenemos muy poco acceso a lo que se está publicando en el mundo. Seguro que, ahora que ganó el Nobel, si alguien lo trae a Venezuela va a encontrar sus lectores”.