Johan Reyes es franco a la hora de hablar sobre cómo empezó a interesarse por la poesía. Ganador de la novena edición del Concurso Rafael Cadenas, el autor, tesista de 25 años de edad de la Escuela de Arte de la UCV, escribe poesía porque es barato hacerlo y porque el cine, la mención que escogió en la universidad, es caro.
Para él, la vida debe ser más importante que el arte, una posición muy similar a la que asumió Orson Welles cuando, en la entrevista que le hizo Bernard Braden para el documental Orson Welles: The Paris Interview, afirmó: “No considero que el arte sea lo más importante. Ya te dije que prefiero cualquier otra forma de lealtad en la vida que el arte. Odio la concepción romántica sobre los artistas que están por encima de todo lo demás”.
Reyes, que ganó el premio por el poema “La letra m”, creció en un ambiente en el que no había libros ni arte, pero en la séptima edición del Rafael Cadenas decidió escribir porque el premio incluía una compensación monetaria que necesitaba. No ganó en aquella oportunidad, aunque su texto, titulado “Barrer”, quedó entre los finalistas, lo que le demostró que, en efecto, podía escribir y pudo tener acceso al mundo cultural venezolano, el cual, dice, suele estar relegado a los intelectuales.
“Luego de eso, envié textos a otro concurso, el Bruno Corina Petit, y gracias a ese concurso me van a publicar un libro que va a salir este año, más o menos en noviembre”, explica Reyes, oriundo de Santa Teresa del Tuy. “Ese concurso fue especial y tortuoso porque me mandaron a escribir un libro recopilatorio de textos. La cosa es que yo no escribía. Tenía solo los textos del concurso y ya. Entonces tuve que armar un libro entero en tres meses que es mi primer libro. Me da un poco de vergüenza, pero entiendo que también tiene sentido en su tiempo”, añade.
En “La letra m”, el autor aborda, a partir de un juego con el lenguaje, temas como la muerte, la memoria y el tiempo, con el concepto de la madre en el centro. Comienza, en los primeros versos, señalando que “en casa / mamá es un animal vacío / subjuntivo”, por lo que a medida que avanza la figura de la madre, junto con la letra m —que contiene tanto el sustantivo mamá como animal— se va desdibujando debido a ese vacío que menciona al principio.
El texto lo escribió, explica, reflexionando sobre la pérdida de una madre y la manera en la que el tiempo es capaz de escribir sobre ella: “A veces pienso en el tiempo como un animal casi mitológico que hace cosas también. En este texto, cuando lo escribí, recordé esas frases con las que nos educamos los venezolanos gracias al libro Mi jardín: mi mamá me mima, mi mamá me ama, amo a mi mamá”.
A partir de esa idea, Reyes pensaba que la ausencia comienza por el lenguaje, por lo que, en este caso, la madre además de ser madre es también una letra que puede desaparecer. “Hay muchas maneras de morir. Hay muertes simbólicas también. Muertes físicas, por supuesto, pero creo que la muerte simbólica es igual de dolorosa, y creo que la muerte empieza en el lenguaje, cuando empiezas a conjugar en tiempo pretérito. Cuando algo ya no es sino que era”.
El premio para Reyes es también una forma de acceder a espacios culturales en los que podría hallarse, pues percibe que entrar a la “alta cultura” suele ser un privilegio. Él tampoco es muy social. No le gusta hablar en público y si bien ha tenido la oportunidad de hacerlo y recibir aplausos luego tiene una vida que resolver, como conseguir un pasaje para volver a casa. “Siempre lo voy a agradecer. Esto es un sueño y es lindo, pero ya está. No me siento tan cómodo, no me gusta mucho hablar en público, que la gente me vea”.
El poeta hace lo que hace porque le gusta y ya, no tiene pretensiones; tiene claro que la trascendencia no la decide el artista propiamente. “Aprovecho las cosas que están pasando, las agradezco un montón, pero sé que el año que viene ganará otra persona. Es como hacer una fila. Llegaste, ahora vuelve al final de la cola y listo. En verdad tengo la fortuna de que esto no me lo tomo tan en serio. Respeto mucho a la gente que lo hace, porque es la gente que aportará algo significativo a la historia del arte del país, no es mi caso”.
Entre sus planes, más que dedicarse a escribir poesía, se encuentra realizar cine, actuar o trabajar en teatro, lo que le gusta porque puede hacerlo con sus amigos y los ve como espacios de encuentro. Pero, insiste, el arte no es más importante que la vida. Le gusta el cine de autor, el que se opone a las tendencias industriales, como el trabajo de Ingmar Bergman. También menciona al cineasta Edward Wood, conocido como el peor director de todos los tiempos y cuyo nombre utilizó como seudónimo cuando se postuló al Rafael Cadenas. A Reyes le gustan mucho sus películas y también lo tiene como referencia por su fascinación por los perdedores.
“Edward Wood hizo películas muy malas, pero lo hizo con tanta pasión que eso se nota y es lo que más me importa. El éxito como lo entiende la sociedad no me resulta tan atractivo. Creo que hay cosas más interesantes. Estar tranquilo con lo que uno hace y que tenga sentido para uno y ya”, expresa.
Reconoce que no sabe mucho de poesía y que le cuesta entenderla, pero entre los autores que le gustan menciona a César Vallejo, Hanni Ossott, Miyó Vestrini, Wisława Szymborska, Ocean Vuong y José Watanabe. A quienes consideran que la poesía hay que sentirla les responde, pidiendo perdón, que él para sentir algo necesita entenderlo: “Tengo que entender porque si no no puedo sentir nada. No puedo sentir algo que no entiendo. Estos autores que he conseguido escriben de manera muy narrativa y simple, es lo que me interesa”.
Prefiere, en cambio, la narrativa. Su libro favorito es Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes y le gustan novelas como Cien años de soledad de Gabriel García Márquez o Ayer de Agota Kristof. Pero, a pesar de que le gusta la narrativa, le cuesta escribir novelas o cuentos y se le hace más fácil escribir poesía. “Creo que he logrado identificar ciertas cosas. Soy mejor observador que escritor. Por eso también escribo de esta manera y creo que el hecho de haber estudiado cine, de haber estudiado teatro, me hace tener un adoctrinamiento en la estructura narrativa”.