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Joaquín Sabina se despide de un Madrid entregado: «Ojalá que volvamos a vernos»

Por EFE
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Joaquín Sabina se despidió el miércoles con una fiesta y «unas gotas de melancolía» del público madrileño en un multitudinario concierto ante 13.000 personas en el Wizink Center que sirvió de cierre a su «tumultuosa y mágica» gira Contra todo pronóstico.

«Ojalá que volvamos a vernos. Ojalá», dijo a un auditorio entregado que durante más de dos horas cantó y coreó himnos sabineros como «Y nos dieron las diez» (del que sale esa frase), con el que concluyó una gira que comenzó el pasado febrero y le llevó por toda España, América y parte de Europa.

El concierto, que tenía todas las entradas agotadas hace un año, comenzó poco después de las 9:00 pm con «Cuando era más joven», que lanzó en 1985, cuando tenía solo 35 años y cantaba con Viceveresa. Hoy, Sabina, a los 74, y con la voz aún más rasgada, cantó sentado en un taburete con bombín y chaqueta.

Joaquín Sabina

EFE/ Javier Lizón

«Contra todo pronóstico, hemos llegado vivos y coleando a este último concierto de la gira la más tumultuosa y mágica de nuestra vida», dijo Sabina, que aseguró que en ninguna de las plazas por las que pasó estos meses —incluidas Londres, París o Nueva York— le dieron saltos el corazón y le temblaron las piernas como en la ciudad a la que se trasladó muy joven desde su Úbeda (Jaén) natal.

Con un grupo de tres guitarras, bajo, saxo, batería y teclados compuesto por Mara Barros (que ha cantado con una hermosa voz «Y sin embargo te quiero»), Antonio García de Diego, Pedro Barceló, Laura Gómez Palma, Borja Montenegro, José Misagaste y Jaime Asua, el artista, que comenzó como cantautor y se pasó después al rockandroll, reconoció sentir «unas gotas de melancolía» ante esta velada.

Con este concierto se despidió de los escenarios, al menos de momento, ya que el año que viene tiene en mente consagrarse a un nuevo disco.

Aprovechó la primera parte del concierto —en el mismo escenario en el que sufrió una caída en el año 2020— para tocar algunas de sus canciones más recientes y rescatar algunas antiguas «que no fueron demasiado escuchadas y a mí me parece que lo merecían», remarcó.

De la primera categoría sonaron temas como «Lo niego todo» (del álbum homónimo de 2017) y de la segunda otras como «Yo me bajo en Atocha» (de Sintiéndolo mucho, 1998) o «Mentiras piadosas» (1990).

Joaquín Sabina

EFE/ Javier Lizón

«Es verdad que los supervivientes por el hecho de serlo nos vamos quedando muy solos», dijo Sabina —que dio otro concierto en el Wizink hace dos noches— antes de recordar a los «admirados compañeros» Javier Krahe, Luis Eduardo Aute, Pablo Milanés «que era mi hermano», dijo, «y para colmo el Serrat se retira, vaya usted a saber por qué», remarcó.

Sabina se levantó del taburete para cantar «Como llora Chavela», que publicó en 1994 en homenaje a «una señora incomparable a la que antes de irse tuve el gusto y el honor de cantarle esta canción mirándole a los ojos», subrayó.

«Cómo intérprete soy lo que ustedes oyen, no hay más. Pero como escritor de canciones, mi verdadera vocación, soy mucho más atrevido», confesó Sabina, uno de los mejores letristas en España, por momentos emocionado y casi sorprendido ante los aplausos y coros de «torero, torero» del estadio puesto en pie.

Fue sobre todo a partir de la segunda parte, que comenzó con «Tan joven y tan viejo» (Sintiéndolo mucho, 1996), para continuar con el clásico «A la orilla de la chimenea», que el público acompañó con las linternas de sus móviles, como se hacía antes con los mecheros.

Siguieron «La Magdalena», de 19 días y 500 noches, así como la canción que da título a ese disco o «Mentiras piadosas» (1990), todas muy coreadas. Concluyó con una versión muy rocanrolera de «Princesa» (Juez y parte, 1985), y en los bises cantó «Contigo» y «Noches de boda» (1999), ya con los coros del público a pleno pulmón.

Joaquín Sabina

EFE/ Javier Lizón

«Sois el mejor público del mundo», prometió Sabina a los asistentes tras acompañar con los platillos «Pastillas para no soñar» y acabar con la apoteosis de la muy célebre ranchera «Y nos dieron las diez».

Contra todo pronóstico comenzó el 25 de febrero en San José de Costa Rica, y después pasó por Colombia, Chile, Perú, Argentina y Uruguay. En Buenos Aires dio cinco conciertos. El 20 de abril inició la parte española en Las Palmas de Gran Canaria, pasó por su Úbeda natal, y después Málaga, Alicante, Madrid, Valencia, Bilbao, A Coruña, Sevilla, Granada, Barcelona o Zaragoza.

Todo ello con saltos internacionales a Londres (19 mayo) París (23 de septiembre), San Juan de Puerto Rico (20 octubre), y otros cinco conciertos en México entre octubre y noviembre.

A continuación, Nueva York, Miami y Los Ángeles, antes de recalar de nuevo en Madrid donde dio un concierto el 18, y ha cerrado esta noche el periplo.

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