Cuando apareció en la pantalla de Radio Caracas Televisión el 5 de agosto de 1985 como la estrella de Cristal, la caraqueña Jeannette Josefina Rodríguez Delgado ya era una actriz conocida por interpretar personajes antagónicos en telenovelas como Leonela, Rebeca y Topacio. Tenía 24 años de edad y se había preparado mucho –recuerda hoy– para una protagonización que no se le dio fácil y que le cambió la vida.
Comenzó su formación actoral desde muy joven en la Escuela de Artes Escénicas Juana Sujo de Caracas porque su sueño era ser actriz de teatro. Pero a la televisión y, más aún, al personaje de Cristina Expósito, una joven abandonada que se convierte en una famosa modelo y se enamora de Luis Alfredo Ascanio, interpretado por Carlos Mata, le debe todo el éxito que alcanzó.
De lunes a sábado, a las 9:00 pm, se escuchaba desde la pantalla de RCTV la voz aguda de un joven talento de nombre Rudy La Scala, de entonces 31 años de edad, que comenzaba cantando: «Perdona, es que yo caminaba por allí y en tu alcoba vi la luz». Un tema, «Mi vida eres tú», que acompañó los 239 capítulos de Cristal, telenovela original de Delia Fiallo, ambientada en el mundo de la alta costura, que incluía en su elenco a Lupita Ferrer, Raúl Amundaray, Mariela Alcalá, Lourdes Varela, Lino Ferrer (que popularizó la frase «está de lolas»), Humberto García, Zoé Ducos, Jorge Palacios, Gabriel Fernández y Gigi Zanchetta, entre muchos otros.
La telenovela llegó a España, transmitida por Televisión Española, y logró reunir frente al televisor a 18 millones de espectadores el día de su capítulo final. Cristal fue el portaviones para que las carreras de Carlos Mata y Jeannette Rodríguez despegaran hasta convertirlos en celebridades en ese país. Fue tal el éxito, que en 1986 Rodríguez ya había dejado el país para atender compromisos y ofertas laborales. Estuvo entre España, Italia, Argentina y Estados Unidos. Quería establecerse en California, pero en 1989 se asentó en Miami y desde hace una década es ciudadana americana.
«La primera vez que vine a Estados Unidos fue en 1987 para promocionar Cristal y me gustó mucho el sistema de vida de los americanos. Decidí quedarme porque era mucho más fácil moverme desde acá hacia otros lugares; además, necesitaba buscar nuevas oportunidades de estudio y trabajo. Llegaron muchas y buenas ofertas», dice Jeannette Rodríguez junto a su perro, su única compañía en estos días de confinamiento.
Tiene 59 años de edad, nunca se casó y tampoco tuvo hijos. «Mi carrera fue mi prioridad y aparecieron personas que no eran las adecuadas en ese momento». Ha aprendido a convivir con la soledad, asegura. Y, por estos días de pandemia, con el miedo. «Al principio sentí mucha incertidumbre, temor. Yo acababa de regresar de Europa, donde estuve cuatro meses después de la muerte de mi mamá. Llegué a finales de enero y las noticias ya decían que algo se avecinaba, pero no imaginé nunca que fuera de esta magnitud», señala la habitante del estado de Florida, uno de los epicentros del covid-19 en Estados Unidos.
Católica y mujer de mucha fe, asegura que orar la ha ayudado a mantenerse en paz y en calma. Además, se ha dedicado a hacer ejercicio, a compartir con su mascota y a disfrutar de su hogar, que muchas veces era solo un lugar de paso. Incluso ha recibido invitaciones a salir pero las rechaza. «Le tengo pánico al acercamiento en estos momentos».
—¿Extraña Venezuela?
—Mucho. Allá tengo familia. No voy desde hace dos años. Mi mamá murió y no pude estar con ella porque no tengo pasaporte venezolano. Procuraba ir dos veces al año. Pero ya las cosas cambiaron. No estar en el funeral de mi mamá fue muy duro, me dio demasiada impotencia, dolor. Yo compartí con ella y con mi hermano todos mis éxitos. Pero tengo paz, le procuré todo en su momento. Y me da alegría.
—¿Y le gustaría regresar?
—Claro que me gustaría. Volver para trabajar. Mi última telenovela fue Silvia Rivas, divorciada, remake que transmitió RCTV en 2007. Mi idea era estar un buen rato en el canal que me formó como artista, tenía las puertas abiertas para cualquier cantidad de proyectos. Pero no pasaron 6 meses y cerró RCTV porque le quitaron la concesión. Me quedaron muy buenas relaciones que amo. Y estoy segura de que volveré.
Trabajo no le ha faltado. Estuvo en España y recientemente ha hecho promoción a distancia en Argentina porque es un mercado al que quiere volver. «También tengo mucha gente querida allí, amable, de valores familiares. El mundo del espectáculo en Argentina es muy hermoso. Trabajé tres años allá y me quedaron ganas de volver. Se están abriendo canales para ese regreso y sin dudar me iría un tiempo a ese país. Yo estoy donde está mi trabajo», cuenta Rodríguez. Agrega que, por estos días, La dama de rosa, novela de José Ignacio Cabrujas en la que también hizo pareja con Carlos Mata, se transmite en la televisión italiana. «Tengo pendiente regresar, verme con mis fans».
—¿Qué recuerda de aquel primer día de grabación de Cristal?
—Para ese momento yo hacía dos novelas, Topacio y Cristal. En Topacio estaba en la etapa en la que moría el personaje cuando me dieron la noticia de la protagonización. Tenía méritos, pero no llegaba. Hasta que se dio. Ese primer día estábamos Lourdes Valera («Cerebrito»), Mariela Alcalá (Inocencia) y yo en el estudio. Estaba también Eladio Lárez, quien observaba cómo nos preparábamos. Venía una escena en la que debía limpiar la casa. Recuerdo que mojé todo el piso y pasé coleto con una emoción. Fue cómico. Yo dejé la piel en esos estudios, allí está mi espíritu. Este recuerdo me transporta a un sitio que conozco muy bien. Me veo con mis compañeras muy, muy ilusionadas ese día.
—¿Por qué fue tan difícil protagonizar?
—Porque no se me daba. Así es la vida. Creo que me estaba reservando para Cristal y todo lo que vino con ella. Tenía una buena formación actoral, pero pasar del entrenamiento a la televisión tampoco fue sencillo. Hoy pienso que RCTV siempre tuvo claro cuándo debía darme la oportunidad. Con el tiempo entendí que todo llega en su momento. Vinieron años de mucho trabajo, en los que pegaba el día con la noche, de mucho cansancio. Pero valió la pena.
«Lloré mucho de emoción y de agradecimiento. Porque era algo que deseaba mucho y por lo que había trabajado bastante», recuerda. Ya estaba cansada de los personajes antagónicos, de las malas, de las interpretaciones de carácter. «Cristina era una muchacha muy débil, incluso en su tono de voz. Fue un proceso de mucho trabajo encontrarle su personalidad. No fue fácil, pero fui convincente», comenta Jeannette Rodríguez.
—¿Había trabajado con parte del elenco de Cristal?
—Con Lourdes Valera, Marielita Alcalá, Carlos Mata… Con Mahuampi Acosta, que siempre me protegió muchísimo.
—¿Estableció amistad con alguno de sus compañeros?
—Fue muy difícil establecer cercanía y complicidad con mis compañeros porque no daba tiempo. Era mucho trabajo. Entraba al estudio y tenía 32 escenas de memoria. Una locura. Pero con Carlos me divertí mucho, fui alcahueta con él. Fue mi gran pareja profesional y eso que solo protagonizamos dos novelas. Se convirtió en una suerte de familiar. Alguien muy cercano. Últimamente no hemos tenido contacto.
—¿Qué significó un éxito tan rotundo siendo tan joven?
—En Venezuela era normal el reconocimiento, la foto, el autógrafo. Todo empezó a ser complicado cuando comencé a ver demasiada gente sobre mí. Me sentía ahogada. Yo era bastante retraída, tímida, muy disciplinada. La notoriedad se me hizo difícil de llevar, sobre todo en Estados Unidos y en España, donde los paparazzi me perseguían día y noche. Robaban mi vida para vivir de eso. Empecé a leer y a escuchar cosas de mí que no eran ciertas. Gente que por aparecer en una portada hablaba mal de mí, gente con una necesidad de llamar la atención. No fue fácil, claro que no. Yo tenía apenas 25 años. La fama es una gran farsante, te lleva al cielo, pero luego te muestra la mezquindad y la maldad del ser humano. Pero no dejo de estar agradecida por todo lo vivido.
—¿Qué aprendió en ese momento?
—Aprendí a ser empática y compasiva. Hubo entendimiento y sabiduría. Y eso me lo ha dado haber recorrido tan rápido un camino que a otros les tomó mucho más tiempo. Aprendí, sobre todo, a ponerme en los zapatos del otro.
—Llegó a decir incluso que se sintió usada.
—Y así fue. Llegó un momento en el que no me sentía la actriz de teatro, la actriz en formación, la que estaba ilusionada con su trabajo. Tuve un muy mal manejo de mi carrera, un litigio que duró siete años. Fue difícil enterarme de cómo mis representantes me robaban, me estafaban. Todos querían comer del pastel. Yo siempre he sido una gran profesional, muy respetuosa del oficio.
—Pose de diva se dijo en su momento que tenía.
—Habría que entender el término diva. Yo lo veo como algo bonito. Una diva es alguien que ha encumbrado su carrera, alguien a quien le tienen respeto y agradecimiento; pero diva también puede ser aquella profesional, como yo, que quería que todo saliera bien, que cumplía un contrato, pero a la que le incumplían y tenía que defenderse. Sé que no fui la persona más fácil, pero de mí se han dicho tantas cosas.
—¿Qué hubiera hecho distinto en aquellos días?
—Hubiera sido menos introvertida, aunque eso es parte de mi personalidad. Habría sido más cercana. Pero era la disciplina que me imponía y la forma en la que yo funcionaba. No tenía mucho tiempo para socializar sino de aprender. Esos protagónicos tan joven fueron una carga muy grande que llevé encima.
—¿Siente que logró lo que se propuso?
—Para nada. Tengo muchas cosas por hacer, por lograr. Quiero hacer teatro, musicales. Deseo compartir todo lo que he aprendido con las nuevas generaciones. Y, por supuesto, empaparme de los nuevos códigos de la industria.
—¿Tiene alguna deuda pendiente con la televisión?
—Mi magazine, el que siempre he querido hacer: Hola, Jeannette, así como Hola, Susana. Me veo cantando, bailando, entrevistando. Yo haciendo todo. Quiero interactuar con la gente del pueblo, que se ilusiona mucho. Y eso me encanta, dar ilusión.
—¿Qué personaje le gustaría interpretar en esta etapa?
—Me encantaría hacer un personaje como Catalina Creel de la telenovela mexicana Cuna de lobos. Un personaje con mucha fuerza, mucho temple.
—Llama la atención que en su Instagram se presenta: Jeannette Rodríguez, Cristal. ¿Un personaje que no quiere abandonar nunca?
—No, para nada. Pero Cristal es definitivamente una carta de presentación. Una gran referencia. Después de Cristal vinieron personajes tan importantes como Cristina. Pero no puedo negar que le tengo un cariño particular. Y me siento muy orgullosa de ella.
—¿Cristal es el personaje más importante de su carrera?
—Lo quiero y lo respeto mucho, lo hice con mucho amor, pero hay otros personajes que me han regalado momentos memorables, que han encumbrado mi carrera. El trabajo en La dama de rosa fue de otro nivel.
—Hizo mucho dinero gracias a Cristal. ¿Lo invirtió bien?
—Hice mucho dinero y lo invertí bien. Pero, sobre todo, le di una vida estable a mi familia y eso me hace sentir en paz.
—¿Le teme al paso de los años?
—Para nada. Al contrario, siento que a medida que pasan los años existe la posibilidad de reinventarse, de avanzar a otra etapa. No me da miedo envejecer. Es la ley de la vida. Procuro mantenerme bien, me cuido mucho. Vivo mis años como una mujer presumida que soy. Me veo como una viejita muy bella, coqueta y arregladita. Solo le pido a Dios salud. Que mi mente y mi cuerpo estén sanos.
—¿Y a envejecer sola?
—Me encantaría tener una pareja y sí, ojalá llegue alguien. Pero llevo bien mi soledad. No le tengo miedo. Sé vivir mi soledad. Lo ideal es estar en pareja para compartir todas las vivencias, lo bueno y lo malo, las satisfacciones y las tristezas. Pero si no llega, pues están los amigos. La vida hay que vivirla como se tiene, sin compararse con los demás, con las vidas de otros. Hay que mantener la ilusión siempre y nos juzgar a nadie.
—¿Le afectan los comentarios negativos en redes sociales? Por ejemplo, aquellos que hablan de sus cambios físicos.
—En lo absoluto. De mí se dice que me hice los pómulos, que me hice la boca. Y yo me hice solo el busto. Pero la gente en redes es muy mezquina. Con bloquearlos tienes. Soy un personaje público del que han dicho tanto mucho antes de que aparecieran las redes sociales. Eso sí, soy feliz como soy.
—¿Pesan los años para conseguir trabajo en un medio como la televisión?
—Cuando decides ser actriz sabes que los años pasan. No pienso que el físico sea una prioridad para que te tomen en cuenta como actriz. Quizá sí cuando eres presentadora de un show. Pero tal vez me gane el Oscar con 94 años. Quién quita.