El escritor peruano Jaime Bayly presentó en Madrid su novela Los genios. En ella, trata de resolver el conocido misterio de aquella noche en Ciudad de México cuando Mario Vargas Llosa le dio un puñetazo a Gabriel García Márquez, que dejó inconsciente por unos minutos al autor de Cien años de soledad.
La cita fue en el Hotel Wellington de la capital de España, donde Bayly aclaró que es una novela en la que constantemente recurre a la ficción. «Me inventé los diálogos», anticipó y aclaró que solamente conversó con Gabo una vez y durante media hora.
Contó que García Márquez y Vargas Llosa se conocieron en el aeropuerto de Maiquetía, en Venezuela, en agosto de 1967. Con apenas 31 años, Vargas Llosa era ya un escritor aclamado por la crítica, mientras que el colombiano, de 40, por fin se hacía famoso gracias a Cien años de soledad.
Antes de abrazarse -contó- en la terminal aérea, lo que dio inicio formal a la amistad, los dos se habían escrito cartas y leído mutuamente. Incluso se hicieron amigos, fueron vecinos en el barrio barcelonés de Sarrià y hasta compadres se hicieron. Pero todo cambió en 1976 tras el famoso puñetazo de Vargas Llosa al que le siguió un: «Esto es por lo que le hiciste a Patricia», la ahora exesposa del peruano.
Jaime Bayly cuenta sobre el puñetazo
«Llevo 40 años tratando de armar el rompecabezas, investigando cuáles fueron los motivos que llevaron a Vargas Llosa a actuar de esa manera. Cuando se lo pregunté a Gabo me dijo que se lo preguntara a sus amigos. Mario me respondió que no quería hablar del tema», recordó Bayly, quien se distanció de Vargas Llosa «por cuestiones políticas» y al que no ve desde hace 15 años.
El entorno del autor de Pantaleón y las visitadoras se cerró en banda cuando intentó investigar lo del puñetazo, ninguno quiso hablar.
“Lo único que me dijeron es que Gabo le había hecho algo muy feo a Patricia”.
Entre los conocidos de García Márquez fue diferente. «En mi programa de televisión de Miami logré reunir a Álvaro Mutis y Tomás Eloy Martínez. Su versión es que no había pasado gran cosa, que todo se había debido a un malentendido. La cosa es que todo sigue siendo un misterio, nadie grabó nada. Lo único que se vio fueron las fotos que dio a conocer García Márquez con su ojo morado, eso fue al día siguiente de lo ocurrido en Ciudad de México».
Dijo que la novela es «una autopsia de esa amistad muerta. Un amigo que se pierde es un muerto que pesa, un lastre. Ambos tuvieron que cargar con ello».
Definió a García Márquez como un hombre muy alegre, al que le encantaba escuchar música y bailar, mientras que Vargas Llosa era «más serio, muy disciplinado».
«Pese a ello se reunían casi a diario en Barcelona, lo hacían siempre en la casa de Gabo. Con ambas esposas e hijos. Eran muy diferentes en su forma de ser, pero los dos genios. Recuerdo que Carmen Balcells (la agente literaria de los dos escritores y que fue la que logró reunirlos en Barcelona) me dijo una vez que Mario era el primero de la clase, pero que García Márquez era el genio».
También contó que, pese a que no se hablaban, Vargas Llosa siempre estaba al pendiente de lo que hacía García Márquez. «Me contó que Gabo tenía cáncer y mi sentir era que estaba pendiente de todo lo que hacía. Creo que en el fondo se echaban de menos».
Incluso, añadió: «En sus últimos años de vida, Gabo estaba dispuesto a tener un encuentro. Pero Mario es volcánico, no sé si tiene la capacidad de perdonar como la tiene Patricia. Nunca se produjo ese acercamiento, Mario se negó».