No tiene computador, ni celular y no figura en las redes sociales. No sabe cómo sigue sobreviviendo con su música en esta época. “Soy un tipo bastante antediluviano”, dice Joaquín Sabina, casi deletreando. “Estamos hablando de música que ha pasado de una generación a otra, que se conecta de forma íntima. O al menos eso espero”, completa la frase.
El cantante y compositor español de 68 años de edad, además de poeta y pintor, es de esos tipos considerados como el alma de la fiesta: brillante para los apuntes de último momento, de memoria única para recordar detalles importantes y de broma constante, sobre todo, cuando se trata de burlarse de él mismo.
“Yo hice este álbum para rejuvenecer. Desde 19 días y 500 noches no sentía esa necesidad”, afirma Sabina y agrega que no hay secreto para la eterna juventud: “Lo que ocurre es que si se tiene un corazón joven eso ayuda. Envejecen tus músculos, tus dientes, pero el corazón no envejece mucho. Creo yo y lo cree mucha gente. Lo que pasa es que eso es muy difícil de demostrar”.
De su relación con José Miguel Conejo comenta: “Veníamos siguiéndonos los pasos mutuamente y poco antes de empezar a grabar el disco, recibí una carta de él en la que decía que no quería morirse sin producirme un álbum. Se me encendió una lucecita y lo llamé. Él dejó todo lo que estaba haciendo, nos fuimos a una casita que tengo al lado del mar, en la provincia de Cádiz, y escribimos sin parar con una dedicación y una intensidad que yo no conocía desde 19 días y 500 noches”.
El porqué de Lo niego todo. El compositor asegura que a lo largo de los años lo han llenado de apodos que hacen que se sienta sobrevalorado y por eso lo negó todo. “Traté de contestar con humor a todo eso. Es como sacarle la lengua al espejo; para reírse de los demás hay que empezar por reírse de uno mismo”.
No cree en mitos, ni en fanáticos, Sabina prefiere creer en los cómplices: “En los que leen un libro o escuchan una canción y eso les aporta un cierto consuelo, algo muy parecido a la mejor de las amistades. En todo lo demás, no creo”.
“Cuando me puse a hacer este disco, igual que cuando me puse a hacer el primero de mis discos, sabía que no estaba en el mercado, que no estaba en la música de moda ni entonces ni ahora. Yo estaba muy feliz con que me consumiera un núcleo de gente lo suficientemente amplio para poder vivir, pero lo suficientemente pequeño para saberme el nombre de todos y cada uno”, concluyó el músico español.
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