Era práctica corriente en la Unión Soviética someter al previo examen de un comité de la Unión de Escritores, o del consejo de redacción de periódicos y revistas, los escritos (poemas, novelas, crónicas, reportajes) propuestos para su publicación. Tales escritos eran rechazados o modificados, a veces sin notificación alguna al autor, y a veces pidiéndole que hiciera las reformas recomendadas. Semejante censura se extendía a las obras musicales, al ballet, a los textos de historia, e incluso a las fotografías a fin de meterle tijeras al grupo retratado, para eliminar así a las personas que habían sido represaliadas.
Cien años de soledad, la famosísima novela de Gabriel García Márquez, no se escapó de semejante podadura. En 1971, cuando ya la obra había sido traducida al francés, al inglés y al alemán, apareció su traducción al ruso: СТО ЛЄТ ОДИНОЧЄСТВА. ¿Íntegra? Por supuesto que no. Varios párrafos le fueron mutilados. ¿Cuáles? Aquellos donde se describían con mayor crudeza las escenas sexuales. El historiador Nicolás Pernett, especialista en la obra del Gabo y creador de la llamada Gaboteca en la Biblioteca Nacional de Bogotá, refiere algunas de estas mutilaciones en su texto ruso:
“Por ejemplo, José Arcadio, que es un personaje de la novela conocido por tener un pene prominente, se acerca sobre una chica y la abraza para que lo sienta y luego hacen el amor en una carpa de gitano, esa escena salió”.
También suprimieron varia escenas donde aparece la prostituta Pilar Ternera, a la que al morir enterraron sin ataúd, y sus colegas mulatas, vestidas de negro y llorosas, arrojaron a la fosa sus aretes, prendedores y sortijas.
Pernett agrega que García Márquez reaccionó en varias entrevistas, y dijo que no le gustaba lo que habían hecho con su traducción al ruso:
“Era comunista pero no le gustaba mucho la Unión Soviética. Él todo lo de Cuba un poco lo perdonaba, pero no era muy amigo de la URSS”.
Plinio Apuleyo Mendoza, por su parte, relata que una vez viajando en un Renault 4-CV, “una cucaracha de hojalata”, con su hermana Soledad Mendoza (a quien describe como una diseñadora indochina), fueron desde París a ver qué era el socialismo. Es de noche, están ya en Alemania Oriental. Plinio detiene el auto a un lado de la carretera, duermen, a su lado está Soledad y atrás Gabo, con una chaqueta roja, encogido, también duerme. Cuando despiertan, Gabo se dirige a Plinio:
“―Oiga, maestro, hay que averiguar cómo es esta vaina.
―¿Qué vaina?
―El socialismo.
―¿Qué pasa con el socialismo?
―Soñé que no funcionaba”.
García Márquez dejó sus impresiones sobre este viaje, que abarcó, además de Alemania Oriental, Checoslovaquia y Polonia y, luego en 1957, la URSS y Hungría, en un libro titulado De viaje por Europa del Este. Allí inserta pequeños detalles, y observa el ambiente político. Dice que los libros de Franz Kafka no se encuentran en la Unión Soviética porque lo consideran el apóstol de una metafísica perniciosa, y cree que hubiera sido el mejor biógrafo de Stalin. Comenta que la réplica socialista en Berlín Oriental al empuje del Berlín Occidental es el colosal mamarracho de la avenida Stalin, por lo aplastante, tanto por las dimensiones como por el mal gusto, una indigestión de todos los estilos que corresponde al criterio arquitectónico de Moscú.
“Casi un año después de los sucesos que conmovieron al mundo, Budapest seguía siendo una ciudad provisional”, escribe desde un hotel de la capital húngara, que todavía mostraba impactos de bala, testimonio de la represión de las tropas soviéticas. “La multitud, mal vestida, triste y concentrada, hace colas interminables para comprar los artículos de primera mano. Los almacenes que fueron destruidos y saqueados están aún en recuperación”.
García Márquez llega a afirmar en este libro que la preocupación por la masa no deja ver al individuo. Asegura que desde los ministerios hasta las cocinas hay un complejo embrollo burocrático que solo un régimen popular podría desenredar. Y le confesaba a Plinio un detalle, cuando visitaron en la Plaza Roja el mausoleo de Lenin, que también acogía a la momia de Stalin:
“―¿Te diste cuenta de que tenía manos de mujer?”
El libro contiene dos crónicas sobre Berlín: “Berlín es un disparate” y “Los expropiados se reúnen para contarse sus penas”. Dos sobre Checoslovaquia: “Para una checa las medias de nylon son una joya” y “La gente reacciona en Praga como en cualquier país capitalista”. Una sobre Polonia: “Con los ojos abiertos sobre Polonia en ebullición”, cuatro sobre la URSS: “22.000 metros cuadrados sin un solo aviso de Coca Cola”, “Moscú, la aldea más grande del mundo”, “En el mausoleo de la Plaza Roja Stalin duerme sin remordimientos” y “El hombre soviético comienza a cansarse de los contrastes”, y una sobre Hungría.
¿Cómo compaginar estas contundentes opiniones del Gabo sobre los países socialistas tras la Cortina de Hierro, con su admiración casi frenética por Fidel Castro? Fue el invitado de casi todos los años del dictador cubano. Le regalaron una mansión identificada con el eufemismo de Casa de Protocolo N° 7. Es cierto que García Márquez obtuvo la libertad de varias figuras cubanas de la oposición que estaban encarcelados, pero queda la interrogante de su pasión por Castro. Se dicen muchas cosas como explicación. Norberto Fuentes, que es uno de los beneficiarios de la intermediación del Gabo para que lo soltaran, y que aprovechó su libertad para huir en una balsa a los Estados Unidos, comentó, cuando le preguntaron si era verdad que el régimen cubano poseía un archivo secreto sobre la estadía del Gabo en La Habana:
“En Cuba hay archivo de todo el mundo, incluyendo filmaciones. Él tuvo, al parecer, sus romances en la isla, pero, bueno, era un estado policíaco que él bendecía.”
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Bibliografía consultada
Cien años de soledad. Edición extraordinaria de la Real Academia Española, 2007.
Natalio Cosoy (@nfemataliocosoy). Bogotá: BBC Mundo, 30 mayo 2017.
Guillermo Altares. “García Márquez en el país de los Soviets. Random House reedita el libro que recoge el recorrido por Europa del Este del premio Nobel”. Madrid: El País, 26 noviembre 2015.
Plinio Apuleyo Mendoza. Aquellos tiempos con Gabo. Barcelona: Plaza & Janés Editores, SA, 2000.
García Márquez y el poder. La Tercera, 2015. Internet.