Luis Gerónimo Abreu lo reconoce: Bolívar adulto, el personaje que interpretará a partir del 21 de junio en la pantalla de Netflix, es el reto profesional más importante que ha asumido.
Y no lo niega: está ansioso y expectante.
Hace un año y dos meses Caracol TV, productora de Bolívar, una lucha admirable, lo contrató para dar vida al personaje del Libertador. Una serie de 60 capítulos, grabada en más de 30 ciudades colombianas y también en la española Toledo, que es hasta ahora la más ambiciosa que haya realizado la señal colombiana. Una producción en la que también participan los venezolanos José Ramón Barreto como Bolívar joven, Irene Esser, Rosmeri Marval, Nohely Arteaga y Abril Schreiber. La ecuatoriana Shany Nadan dará vida a Manuela Sáenz.
Cuenta Abreu que se han propuesto mostrar la pasión y la obsesión con la que Simón Bolívar encaró su vida. No es una biografía radical, asegura. Es una visión más íntima del personaje que amó, sufrió y no desistió en su idea de libertad e independencia. Pero es, a la vez, el retrato de un personaje al que cegó la fama, manipulador, presa de su ego y al que, cree el actor, mató más la soledad que la neumonía.
Una serie que Nicolás Maduro mira con «preocupación» porque teme que distorsione la historia del Libertador. “¿Cuántas mentiras, deformaciones y basura pondrán en la miniserie de Bolívar?”, dijo el gobernante la semana pasada en un acto con representantes de la cultura. Muy poco tiene que decir Luis Gerónimo Abreu sobre esto. “Primero tendrá que verla y después decir si le gusta o no. Y se aceptará su opinión porque de eso se trata la libertad de expresión. Aunque creo que tiene asuntos muchísimo más importantes de los que ocuparse”.
La intención de Luis Gerónimo Abreu y de su esposa, Claudia La Gatta, era regresar a Venezuela una vez terminada la grabación de la serie. Pero la pareja ha decidido pensarlo mejor por lo que han representado los cambios de ambiente para su hijo Salvador. “En Venezuela no he vendido nada. Pero por ahora nos quedamos en Colombia”, dice el intérprete.
—¿Ha sido fácil el proceso de adaptación?
—Nunca es fácil. Los cambios siempre dan un pánico horrible. El trabajo te distrae. Y Caracol se esmeró en que mi adaptación fuera fácil. El equipo de trabajo fue maravilloso. Hubo días muy difíciles, pero el equipo lo hizo posible. Pero para mi familia este proceso no fue tan sencillo. A Salvador, mi hijo de 4 años, el cambio de casa y de colegio le pegó y Claudia, mi esposa, tuvo que acostumbrarse sola a una ciudad como Bogotá en un invierno de pura lluvia. 90% del tiempo estuve grabando en el interior. Claudia lo manejó de maravilla y me apoyó todo el tiempo. Estaba muy preocupado por lo que pasaba en casa. Pero ella me hizo el trabajo más fácil. Yo estaba muy cansado, viajaba todos los fines de semana a ver a la familia y salía a las 3:00 am de la casa, todos los lunes, para regresar a los lugares donde grabábamos. Alguna vez Claudia y Salvador viajaron hasta las locaciones.
—¿Y es consciente Salvador del trabajo de su papá?
—No mucho todavía. Cuando me vio con el traje de Bolívar creía que era Thor. Me quitó la espada. Me ha visto en televisión y dice “ese es mi papá”. Pero no sabe lo que es actuar. Hace poco tuvimos una actividad en el colegio en el que explicamos las profesiones de los padres. No sabe que los actores existen. Salvador va al cine y cree que Thor y el Hombre Araña existen de verdad. Pero sí entiende que papá tiene que viajar por trabajo. Que regresa y se vuelve a ir.
—¿Qué ha sido lo más difícil de emigrar?
—Yo he trabajado en Perú, en México y uno sabe, más o menos, cómo manejarse. En el caso de Colombia confieso que sentí muchos nervios. Me estaba incorporando al proyecto más grande y en el que más ha invertido Caracol TV. Además, conocía a muy poca gente con la que iba a trabajar porque yo me incorporé a la serie cuando ya habían grabado las escenas del Bolívar niño y joven. Intenté romper el hielo con los camarógrafos desde el primer momento. Y les comenté que se sintieran con total libertad de decirme cuando las cosas no estuvieran saliendo bien, cuando se me olvidara la letra. Y al final uno de ellos me lo agradeció, me dijo que era la primera vez que un protagonista les decía algo así. Para mí fue un buen comienzo.
—¿Cómo llegó al personaje de Bolívar?
—Leonor Sardi trabajaba en Caracol, estaba en el equipo de escritores y mencionó mi nombre. Me pidieron un casting desde Caracas, que grabé con mi compadre José Zuleta. Lo envié a Colombia. Luego viajé a hacer uno presencial. Y pasaron tres meses hasta que supe que el personaje de Bolívar era para mí.
—¿Qué sintió durante esos tres meses de espera?
—Estaba nervioso, bastante ansioso. Esto suponía un reto mayor. Pero durante ese tiempo llegaban chismes de pasillo que decían que el personaje era para mí. Otras veces me decían que no. Fue duro. Entonces llegó un momento en el que me desprendí de esa situación, hasta que me dieron la respuesta definitiva y comenzamos a preparar el viaje.
—¿Cómo ha sido ponerse en el papel del Libertador? ¿Demandó mucho físicamente?
—Tuve que adelgazar un poco. Pero la serie no es una biografía radical sobre el personaje, entonces no estaban tan interesados en el parecido físico. La grabación fue agotadora por los constantes viajes, las largas horas de trabajo, las escenas a caballo. Grabamos en casi toda Colombia, en más de 30 ciudades durante 7 meses. Y también está la presión que supone ser Simón Bolívar. Un tipo obsesivo y muy apasionado. Y las escenas requerían siempre de esa pasión.
—¿Cómo fue el proceso de documentación para interpretar a Simón Bolívar?
—Regresé a bachillerato gracias a Internet. Fue muy difícil documentarse sobre Bolívar en tan poco tiempo porque empiezas a investigar sobre un punto y llegas a otro. Te detienes en ese y se abre otra ventana. Y cuando te das cuenta tienes 30 ventanas abiertas y ya no estás leyendo sobre Bolívar sino sobre Napoleón. Me detuve en su forma de actuar, de caminar, de respirar. Leí Bolívar de carne y hueso de Herrera Luque y el General en su laberinto de Gabriel García Márquez. Me interesó mucho saber cómo lo veían las personas que estaban a su alrededor. Leí y pregunté mucho. Y confié en los libretos, que estaban muy bien escritos. Todo el mundo cree que conoce a Bolívar, cada quien tiene una versión distinta del personaje.
—¿Y cuál es su versión?
—Para mí fue un ser humano irrepetible. Un tipo extremadamente apasionado. Un hombre que podía pasar de la alegría a la depresión en cuestión de segundos. Un tipo sincero como político, pero también un gran manipulador. Obsesionado con sus ideas y con un ego descomunal. Un personaje que al ver entrar a Napoleón en París, dijo: “Este puedo ser yo”. Bolívar es un superhéroe como los Avengers, pero sin superpoderes. Un ser de carne y hueso que si no hubiese estado tan obsesionado con sus ideas, no habría logrado lo que se propuso. Es un personaje admirable. No es idealizarlo, es entender lo que logró más allá de sus errores.
—La sinopsis dice que el de la serie será un Bolívar más humano. ¿Desde ese punto de vista, qué características descubrió del Libertador?
—Fue un hombre que cometió muchos errores, al que muchas veces cegó su obsesión en varios momentos de su vida. Se enamoró muchas veces. Utilizaba a la gente que estaba a su alrededor en beneficio propio. Podrá ser juzgado como dictador, pero no como tirano. La fama le afectó y se encargaban de inflarle mucho el ego. Pero nunca abandonó su sueño de liberar a un continente. Como Manuelita, muchas fueron las personas importantes en su vida. Pero al final fue hombre que murió casi solo. Para mí lo mató la soledad y el rechazo más que la misma neumonía.
—¿Qué expectativas tiene?
—No sé si tengo más expectativas que miedo. Me ha costado mucho la espera para el estreno. Es un trabajo muy importante para mí y quiero ver la reacción de la gente. Este personaje es mi gran apuesta y como venezolano quiero saber qué piensa el público de la manera en que estamos contando al héroe.
—Un personaje al que también la han dado vida otros actores venezolanos.
—Para mí el Bolívar ícono es el que hizo Mariano Álvarez. Vi también la interpretación de Roque Valero en Bolívar, el hombre de las dificultades y la de Edgar Ramírez en Libertador, que está muy bien. Pero creo que es más difícil trabajar el personaje en una serie de 60 capítulos, porque es mucho más agotador. Yo amo con locura a Luis Alberto Lamata, pero la versión de Roque es muy distinta. Es otra cosa.
—¿Es hasta ahora el papel más importante de su carrera?
—Puedo decir que es el reto profesional más grande que me ha tocado asumir. Le puse todo el amor del mundo a esta interpretación. Me enamoro de todos mis personajes, pero este es más especial por quien es. Y, sobre todo, porque en Venezuela está en boca de todo el mundo por las razones equivocadas. Y me encantaría que la gente conociera realmente la historia de donde venimos. El chavismo ha intentado por todos los medios cambiar la percepción que tenemos del Libertador y apoderarse con fines políticos de su memoria y pensamiento. Y gracias a Dios y a la educación que recibimos en Venezuela no han podido. Ojalá la serie llegue a la televisión abierta del país y el público pueda ver a un Bolívar que, a diferencia de la gente de este gobierno, pudo cometer errores, pero su meta siempre fue la libertad y la unión de los pueblos. Incluso gastó su fortuna en ello. No se hizo millonario. Y, por otro lado, será una oportunidad de acercar al personaje a las nuevas generaciones aquí en Colombia.
—¿Se ha visto en pantalla?
—Vi pocas cosas, pero siempre que lo hago me consigo defectos. He escuchado buenos comentarios, aunque no me dejo llevar por eso. Vamos a ver qué dice la gente cuando la vea. Estoy muy ansioso.
—¿Se imaginaba en la pantalla de Netflix?
—Yo ya estuve en esa pantalla con La hija del jardinero. Y me emocionó mucho. Uno siempre tiene que tratar de hacer cosas mejores. De crecer. En Netflix hay cosas buenas y malas, pero reconozco que hay mucha calidad e inversión, no solo económicas, también creativas.