La obra de William Shakespeare se ha adaptado y versionado hasta la saciedad tanto en teatro como en cine y televisión. Ejemplo reciente es The Tragedy of Macbeth, dirigida por Joel Coen y protagonizada por Denzel Washington con un tono de suspenso, y están también los clásicos de Orson Welles Otelo y Macbeth, así como las adaptaciones de antología de Akira Kurosawa.
Todas y cada una de ellas con un concepto, una coherencia, cosa que no cuaja en Hamlet, la experiencia, dirigida por José Manuel Suárez y producida por Clas Producciones. Más allá del esfuerzo que implica tener a 60 personas en tarima y una escenografía pesada que se moverá en las tres horas que dura la obra, el montaje falla en su búsqueda de ponerle salsa a la tragedia del príncipe de Dinamarca, que busca venganza al descubrir que su padre fue asesinado por su hermano Claudio, aferrado al trono y a su esposa, la reina Gertrudis, su excuñada.
No es que Hamlet no pueda conjugarse con las letras de la Fania y compañía, muchas de ellas repletas también de historias trágicas. Lo absurdo está en que un grupo de personas aparezca bailando salsa mientras están vestidas de época, o que un sepulturero hable con lenguaje popular caraqueño si se supone que la ambientación es la Edad Media, al menos eso es lo que se entiende tomando en cuenta que no hubo modificaciones al estilo del libreto.
Por supuesto que un sepulturero puede hablar con lenguaje popular, ¿pero entonces por qué no ambientar la obra en Venezuela o, sencillamente, en América Latina, si es que era lo que se buscaba?
Hay conocidos casos en el cine de adaptaciones de Shakespeare que jugaron tanto con el texto como con la ambientación, por nombrar un par: la cinta animada El rey león, dirigida por Rob Minkoff y Rogers Allers, y Romeo + Juliet, de Baz Luhrmann y situada en la década de los 90.
Lo mejor de Hamlet, la experiencia recae en el trabajo actoral, particularmente en el de Daniela Alvarado (Hamlet), Elba Escobar (Claudio) y Carmen Julia Álvarez (Polonio), y en su muy cuidada producción escénica. Hay momentos en que texto, actriz y escenario se conectan de tal manera que solo queda mirar y escuchar, como cuando Hamlet pronuncia el universal soliloquio “Ser o no ser” o cuando Claudio reconoce, en medio de la ambigüedad de su personaje, su maldad.
Todo el elenco está conformado por mujeres. Para Suárez, según declaraciones enviadas en una nota de prensa, es una contestación a la época “del teatro isabelino en el que las mujeres tenían prohibido subirse a un escenario a interpretar algún papel”.
“Hamlet es un homenaje a la mujer, a su fuerza, su entereza, lo que significan en el mundo y yo traté de rodearme de las mejores mujeres que tenía en el entorno. Tiene que ver mucho con la presencia femenina y el respeto que infiere en mí”, afirmó en otra nota de prensa.
Sobre lo que significó interpretar a Hamlet, Alvarado explicó a El Nacional: “Implicó muchas cosas. Superar mis miedos, poder saltar al vacío por así decirlo. Es uno de los personajes más interpretados de la historia y eso asusta. Ha sido un compromiso enorme para mí y para con el montaje”.
Reconoció, también, lo difícil que fue asumir una postura masculina. “Todo es diferente y la verdad es que yo soy muy femenina. Pero el camino, el texto y el director te van guiando”, dijo la actriz, que destacó el trabajo arduo semanal para lograr el montaje: seis horas diarias de lunes a viernes. “Nos hemos compenetrado enormemente. Nos amamos y respetamos. Por eso nuestra emoción, es la emoción de ver un trabajo realizado”, añadió.
Hamlet, la experiencia, con música de la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho, se estrenó el 9 de junio en la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño. Quedan tres funciones: este sábado a las 5:00 pm y el domingo a las 11:00 am y 5:00 pm.