ENTRETENIMIENTO

Guaco devela el secreto de la nonna en un documental

por Avatar

La charrasca y la tambora son la clave. O como dice Gustavo Aguado: “Son el secreto de la nonna en el sonido de Guaco”. Son estos los instrumentos que se suman a los tradicionales de cualquier orquesta para lograr ese ritmo tan distintivo que les ha valido tantos seguidores y que algunos críticos consideran ya un género.

El cantante devela el misterio en Guaco: Semblanza, el documental sobre la agrupación que realizó Alberto Arvelo, quien logra una mirada bastante íntima y personal de la agrupación que no pasa inadvertida por su estilo. César Miguel Rondón, uno de los entrevistados, afirma que cualquier etiqueta que se le quiera colocar es como un traje que queda justado e incómodo. Aguado recuerda las tantas veces que los han tratado de definir: “Una vez en Colombia un periodista dijo que somos una banda de funk rodeada de metales y otras cosas”.

Los músicos lucen contentos y satisfechos con el filme, que se estrena el viernes. Recuerdan con ensueño el proceso para dejar testimonio de una trayectoria y que va mucho más allá del hecho histórico para adentrarse en particularidades de la creación musical, desde los incipientes días en Maracaibo hace cinco décadas hasta los periplos con un público japonés que agotó las entradas para verlos el año pasado.

El documental, además, muestra el tras bambalinas de momentos recientes de suma importancia: la victoria en el Latin Grammy en 2016, la gira por Asia y el concierto con la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, del que resultó el episodio sinfónico del álbum Bidimensional.

Con respecto a lo último, Aguado rememora que desde hace 20 años había recibido propuestas de varias orquestas, pero ninguna se había concretado.

“Eludía el asunto porque no buscábamos ese encuentro entre lo académico y la guachafa que hacemos”, dice el cantante. Pero hace como cuatro años –recuerda Luis Fernando Borjas– se encontraron con Gustavo Dudamel, quien les propuso hacer algo juntos.

Hablar con los cantantes de Guaco es escuchar un cuento narrado en su mayor parte por dos voces: la de Aguado y la de Borjas. El primero es fundador y el segundo forma parte del conjunto desde 1995, además de perfilarse, junto con el director musical Juan Carlos Salas, como las personas que en su momento recibirán el testigo. Los otros dos tienen menos tiempo. Diego Rojas desde 2014 y Mark Meléndez ingresó el año pasado.

Se complementan y se interrumpen en un proceso natural de convivencia, confianza y camaradería. “Dudamel una vez nos contó que cuando él era niño fuimos a tocar a uno de los núcleos del sistema”, recuerda Aguado antes de aludir a una intervención divina como responsable de estos proyectos, para los que coincidieron no solo con la orquesta y el director, sino también con Carlos Cruz-Diez, responsable del arte de Semblanza y de la carátula Bidimensional.

El rol del cineasta. Alberto Arvelo es un músico frustrado, cuenta por teléfono. Por eso no sorprende que parte de su carrera cinematográfica se haya enfocado en filmar sobre fenómenos musicales. Es el realizador de Tocar y luchar (2006) y Dudamel: El sonido de los niños (2011). “Esto fue una experiencia reveladora. Como muchos venezolanos, tengo a Guaco en el ADN. Pero cuando empecé a adentrarme, entendí la dimensión y potencia de una banda que está condenada siempre a la transformación mediante la experimentación. Eso es impresionante en una organización que tiene más de cinco décadas. Además, acá convergen dos afectos muy grandes: el de narrar una historia y la pasión por la música. Me siento agradecido de haber tratado experiencias como estas a través del cine, que brinda un momento de reflexión sobre hechos que tal vez se le escapan a la gente”, indica el cineasta sobre un filme que se estrena después del concierto en El Furrial, hecho por el que emitieron un comunicado y  que esperan haya sido superado por sus seguidores.

La película rememora no solo los inicios, sino también momentos claves de su historia. Incluye entrevistas a cantantes como Nelson Arrieta, Jorge Luis Chacín y Amílcar Boscán. Da cuenta de la devoción de Aguado por la Chinita. Sin embargo, el cantante promete que de ganar los dos Latin Grammy a los que está nominado este año, esos gramófonos serán para la Divina Pastora y la Virgen de Coromoto. La advocación zuliana ya tiene su estatuilla, la que obtuvieron el año pasado por Guaco histórico 2.

Este año Guaco es candidato al premio al Mejor Álbum Tropical Contemporáneo por Bidimensional y al Mejor Video Musical Versión Larga por Semblanza.

En Japón. En el país asiático Guaco certificó un lugar común. “La gente suele decir que la música no tiene fronteras, pero experiencias como las que vivimos en Japón te permiten confirmar que eso es verdad: 99% de los asistentes eran de esa nación y aun cuando no entendían qué estábamos diciendo, disfrutaron con más avidez que cualquiera en un concierto en Nueva York o en Venezuela”, dice Aguado.  

Los miembros de Guaco incluso conocieron a un grupo de personas que fueron a todas las ciudades en las que tocaron. Tenían hasta los discos en acetato, pues la banda es conocida en Japón gracias a que hace dos décadas el musicólogo y antropólogo Jun Ishibashi editó en ese país algunos discos.

Borjas elogia la curiosidad de los habitantes de ese país. “Exploradores de la música”, así los llama. Allá se encontraron con Nora Susuki, la cantante de la Orquesta de la Luz.

Ante una trayectoria de cinco décadas es imposible abarcar lo más importante. “Por eso, papá, esto no termina acá. No caduca”, exclama Aguado. Prevén en algún momento trabajar aquellas gaitas del comienzo, aquellas composiciones que tal vez las nuevas generaciones no conocen. Tienen, además, muchas grabaciones para el filme que quedaron por fuera. Hay tanto como para dos o tres películas más.


Fuera de la zona de confort

Con el estreno el próximo viernes del documental Guaco: Semblanza, también se podrá conseguir mediante la compra de un combo especial de cotufas en Cinex el disco Bidimensional, grabado en estudio por Guaco y la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela. El material tendrá un código para la descarga de la grabación hecha el 21 de noviembre en el Centro de Acción Social por la Música.

Esa noche fue de nervios para la agrupación. Dos mundos que pueden parecer distanciados se unieron en uno solo. Y eso que los de Guaco habían llegado directo de Japón y Las Vegas a Maracaibo, donde dieron un concierto justo un día antes del encuentro en Caracas.

Para Luis Fernando Borjas era la primera vez que salía de la zona de confort, un atrevimiento nada fácil en una banda que tiene todo calculado y que sabe que su sonido gusta donde sea.

La grabación fue la guinda de una serie de éxitos para la agrupación. El Latin Grammy y la gira por Japón. Los músicos de la orquesta, acostumbrados a Mahler o Tchaikovsky, leían en sus atriles los arreglos de Álvaro Cordero, mientras movían algún pie o cantaban “Las caraqueñas”, “Lágrimas no más”, “De vuelta a tu corazón” o “Si mis paredes hablaran”.