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Gerry Weil, un músico excepcional y un maestro de vida

Pianista, compositor, arreglista, docente y deportista, Gerhard Von Weilheim Chalupa falleció hace dos meses a los 85 años de edad. El joven que llegó de su Austria natal siendo un adolescente fue uno de los pilares del jazz venezolano y una gran influencia para generaciones de músicos que pasaron por la sala de su apartamento en Sabana Grande, ese templo donde no sólo se aprendía de música
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Maestro de maestros. Así describen a Gerry Weil muchos de los alumnos y alumnas que recibieron clases de música en ese templo vital que fue su apartamento en Sabana Grande, Caracas. Pianista, compositor y arreglista, también gran deportista, el músico nacido en Viena tenía un gran talento y sensibilidad artística que no se limitaba a hablar solo de los aspectos técnicos o teóricos de la música. Iba mucho más allá. Enseñaba a apreciar la verdadera belleza de la música, a destruirla y reconstruirla. Era un maestro fuera de lo común. De allí que, tras su partida física el pasado 16 de noviembre, se sienta un enorme vacío entre quienes compartieron y aprendieron de él. La música venezolana, el jazz hecho en el país, perdió a una de sus más grandes figuras.

Gerry Weil decía que quería vivir 120 años. Tenía la energía y vitalidad para hacerlo; sin embargo, la vida o Dios tenían otros planes para él. Cuando nadie lo esperaba, un domingo en la madrugada Gerhard Von Weilheim Chalupa se mudó de barrio. Lo hizo a los 85 años, mucho antes de lo que esperaba. “Te despediste de este plano terrenal para que tu música resuene libre en la eternidad, Gerry (…) Tu legado es eterno, infinito y universal. Amaste a Venezuela como nadie y cumpliste tu promesa de devolverle con gratitud infinita a esta tierra bendita formando a miles de los mejores músicos de Venezuela que brillan en el mundo entero”, escribió su hijo Gerhard Weil en Instagram para compartir la triste noticia.

 

Gerry Weil

Gerry Weil falleció el 16 de noviembre de 2024. Tenía 85 años de edad | Foto cortesía

 

Gerry Weil (Viena, Austria – 1939) llegó a Venezuela a los 17 años para, sin saberlo, enriquecer la música venezolana, sobre todo el jazz. Aunque al principio fue autodidacta, recibió clases de músicos como Tito Fuentes, Eduardo Cabrera y Rubén Jacpo. En la década de los 70 fundó La Banda de Gerry Weil y, poco después, La Banda Municipal, que mezclaba música tradicional con ritmos contemporáneos, uno de sus proyectos más recordados y representativos. En esa época también comenzó a interesarse por el rock y a experimentar con otros músicos. “Le llama mucho la atención el rock, como a muchos jazzistas en todas partes del mundo que, cuando surgió el género, les llamó la atención por su innovación, por lo nuevo que traía, por lo rompe esquemas que era. Gerry pasó de ser un músico respetado que tenía cierta carrera en el jazz de Caracas a tocar con músicos de rock mucho más jóvenes que él. En esa época, era un hombre de 30 años y tocaba con muchachos de 18, 20, 21 años en un combo de blues rock, pero también seguía haciendo jazz. En ese momento formó una big bang con 16 músicos en la que estaba lo mejor de la música de Caracas; de Víctor Cuica para abajo o para arriba, los mejores tocaban allí”, recuerda el periodista y productor musical Gregorio Montiel Cupello.

El crítico musical conoció a Gerry Weil en Maracaibo, en 1973, luego de que él y un grupo de amigos lo ayudaran después de que los organizadores de un festival de rock en el que se presentaría se dieran a la fuga con el dinero de la taquilla. “Se hizo un festival de rock en la Plaza de Toros de Maracaibo en el que tocó el Núcleo X, un grupo de rock que Gerry Weil tenía para esa época, un antecedente de su posterior y muy famosa La Banda Municipal (…) El organizador huyó y dejó todos esos músicos varados. No los dejaban salir del hotel y con varios amigos, a los que también les gustaba el rock y la música de Gerry, hicimos una vaca y los ayudamos con comida, plata y demás. Ahí conocí a Gerry”, cuenta Montiel Cupello, quien agrega que años después se mudó a Caracas, donde volvió a coincidir con el pianista, con quien desarrolló una amistad. “Gerry siempre ha estado en mi mapa musical y ha sido uno de mis héroes musicales de toda la vida junto con Mike Davis, Eddy Palmieri, el brasileño Ernesto Pascual y Carlos Santana”.

 

Gerry Weil

En 1970 fundó La Banda de Gerry Weil y dos años después, en 1972, nació La Banda Municipal | Foto cortesía

 

A Prisca Dávila le cuesta imaginar su carrera sin Gerry Weil. Siempre estuvo presente en su círculo cercano. Fue maestro de su padre, Eduardo Dávila, y luego de ella y su hermana. Se convirtió en un gran amigo de su familia. “Desde que yo estaba en la cuna, él iba a mi casa a darle clases a mi papá”, dice la pianista, quien recuerda que comenzó a ver clases con Weil cuando cumplió 15 años. “Me convertí en su discípula y empecé a interpretar su obra”. La pianista recuerda las clases de Gerry Weil como una experiencia que iba más allá de lo musical. “Él tenía su propio método de armonía, en el caso de la armonía aplicada al piano, pero además era un maestro que podía enseñarte de muchísimas cosas, no solamente de música porque siempre tenía una palabra sabia sobre la vida. De repente estabas en plena clase y te decía alguna frase, algún pensamiento, algo que tenía una gran profundidad. También era un maestro que te apoyaba, te guiaba y te animaba a intentar cosas nuevas, a atreverte”.

Horacio Blanco, vocalista de Desorden Público, también fue uno de los alumnos de Weil. En la década de los 80, el cantante, junto con otros integrantes de la banda, se unió a las clases grupales del músico. El músico coincide con Dávila en que las clases iban mucho más allá de una cátedra de armonía de jazz o de técnicas de improvisación. “Eran clases de un maestro de vida, porque siempre las ensalzaba con historias fantásticas de una vida muy interesante que él tuvo y muchas reflexiones filosóficas porque comulgaba mucho con las corrientes asiáticas. Por si esto fuera poco, terminaba todas las clases con un recital, se sentaba al piano e improvisaba. Eran unas súper sesiones porque uno aprendía música, aprendía de vida y filosofía, y además recibía un concierto”.

 

Gerry Weil

52 años después de haber llegado a Venezuela, Weil regresó a Viena, su ciudad natal, donde ofreció un concierto | Foto Alejandro Coutinho | @alejandrocoutinho

 

En las clases, los integrantes de Desorden Público y Weil desarrollaron una gran amistad que derivó en una invitación para que produjera el segundo disco de la banda, En descomposición (1990). “Cuando Desorden va a grabar su segundo disco, después de haber tenido un éxito interesante con el primer álbum, tuvimos más libertades y cuando la disquera, que era Sony Music, nos preguntó cómo nos imaginábamos ese álbum, dijimos que nos imaginábamos un disco producido por Gerry Weil. La disquera aprobó el presupuesto, que nunca supe cuál era, por cierto, y entramos de la mano del profe a grabar el disco”, recuerda Horacio, quien asegura que Gerry se sintió muy contento con el reto y con la confianza que aquellos jóvenes habían puesto en él.

El cantante de Desorden Público recuerda que para componer las canciones del segundo disco aplicaron todo lo que aprendieron en las clases de Gerry Weil, quien les permitió experimentar e incluir todos los elementos que consideraran necesarios. “Al trabajar con un artista de su talla, que estaba bastante distanciado de producir algo necesariamente comercial, nosotros lo que queríamos era hacer arte. Nuestras ambiciones creativas no estaban orientadas a vender más, sino a hacer algo más interesante, más hacia la música con influencias de jazz y de lo académico. Por eso, Gerry tuvo una impronta brutal en el disco En descomposición porque muchas de las cosas que aplicamos en materia de composición venían de sus clases y porque él no puso ningún cortapisas. Más bien nos dijo: ‘Ustedes quieren ser locos, seamos locos todos’”.

 

Gerry Weil

Gerry Weil fue maestro de Ilan Chester, el pianista Otmaro Ruiz, los flautistas Huáscar Barradas y Pedro Eustache, la pianista Prisca Dávila, entre muchos otros | cortesía

 

Además de producir el disco En descomposición, Gerry Weil también fue tecladista en algunas de las canciones; sin embargo, no fue sencillo de conseguir. La banda tuvo que insistir mucho para que aceptara. “Cuando entramos a grabar le rogamos que fuera el pianista, pero no estaba tan convencido, no por mala onda, sino porque él quería que la banda sonora a la banda. Después de tanto jalarle mecate dijo que sí. Para mí y para Desorden fue una bendición poder haber tenido solos, improvisaciones de Gerry sobre nuestra música. Por ejemplo, el solo de una canción llamada ‘El hombre con la pistola’ o unas improvisaciones muy free jazz que él hace en canciones como ‘Escándalo’ o en ‘El epílogo’. Era un Gerry en un pico creativo descomunal”.

Prisca Dávila se siente privilegiada de haber podido trabajar tan de cerca con Gerry Weil, como lo hizo en su más reciente disco Dakum (2024), que produjo el músico. Pero lo que más agradece la pianista es haber podido interpretar sus piezas con él. “Para mí fue realmente un honor la relación tan cercana de toda la vida con él. También me siento muy agradecida por poder interpretar tantas piezas de él y trabajarlas junto a él para tener su visión como compositor, sus correcciones”, dice la pianista, quien cuenta que Gerry fue parte de todos sus discos. “Le mostraba cada pequeño detalle. Desde la composición hasta que terminaba el disco”.

Para Gregorio Montiel Cupello la figura de Gerry Weil fue fundamental para todos los que fueron sus alumnos. Dejó en ellos una huella imborrable. “Era muy didáctico, tenía esa facilidad para enseñar y, además, hacerlo de una manera entretenida, interesante y que llamaba la atención. Además, irradiaba un gran respeto por sus conocimientos, su trayectoria y su vocación de docente. Un ejemplo de eso es la cantidad de músicos a los que le dio clases”.

 

 

Una de las enseñanzas más valiosas del maestro –coinciden Prisca Dávila y Horacio Blanco– era no tener miedo y atreverse a intentar cosas nuevas, salir de la zona de confort. “No tenerle miedo, romper el molde, esa es la gran enseñanza que me quedó de él para siempre. Ser valiente de cara al arte, atreverse a pasar las líneas rojas”, dice el cantante. “Lo principal era atreverse y estar siempre dispuesto a reinventarse. Eso es muy importante porque la música es una carrera de resistencia”, agrega la pianista.

Gerry Weil siempre fue el mismo, sin importar el rol que estuviese desarrollando, el de músico o maestro. Siempre tenía alguna palabra de aliento, consejo, reflexión o, incluso, algún chiste. “Cada vez que nos cruzábamos con Gerry era el mismo tipo sonriente, permíteme la palabra, jodedor, echador de vaina, muy buena vibra. Pero antes de todo eso, era un artista. Eso era lo que siempre le antecedía en cualquier cosa que hiciera”, asegura Horario Blanco

Una de las características de su maestro que más admiraba Prisca Dávila era su habilidad para adaptarse a las personas, a sus alumnos. “Algo que me encantaba de él era lo de no tener edad. O sea, podía ser amigo del niñito más chiquito o del señor más grande. Era súper dado con las personas. Eso le permitía estar siempre joven, él decía que era un niño eterno, de hecho, hay una de las piezas que se llama así ‘Niño eterno’”, dice la pianista, quien asegura que lo mismo pasaba con la música. “Como maestro se adaptaba a cualquier género, sabía muchísimo de música. Siempre decía que él era el estudiante más avanzado de la escuela porque seguía aprendiendo”.

 

Gerry Weil

Gerry Weil y Prisca Dávila | Foto cortesía

 

Montiel Cupello asegura que Gerry tenía una conexión especial con Dios, con lo espiritual, que se sentía en su música. “Era un tipo muy inspirado que todo el tiempo tenía una cosa interesante y trascendente que decir. Hablaba mucho del amor y la conexión entre Dios y la música y cómo era un acto de amor recíproco entre el hombre y Dios. Decía que había que sintonizarse en esa frecuencia para tocar mejor. Siempre he dicho que Gerry era un Mahatma, un alma grande, como Gandhi”.

Gerry Weil fue un ejemplo de vida para quienes lo conocieron, afirma Dávila. “Tiene una vida dedicada a la música y logró cambiar las vidas de muchas personas. Para Gerry la música era su religión y era un gran gesto de amor. Hay una gran profundidad en su legado y en su pensamiento y eso hace que uno quiera seguir ese ejemplo”.

Como músico, Gregorio Montiel Cupello considera que Gerry Weil marcó un antes y un después en la música hecha en Venezuela, no solo en el jazz sino también en el rock. “Fue un referente musical. Siempre hizo cosas buenas, interesantes, rompe esquemas e innovadoras. Fue una figura muy importante en el rock venezolano a pesar de ser un músico de jazz. El rock venezolano venía de copiar mucho lo que se hacía afuera y en 1973 surgieron tres fenómenos importantes: el grupo de los hermanos Spiteri, Vytas Brenner  y Gerry Weil en un grupo llamado La Banda Municipal, que es mi grupo favorito del jazz rock. Era un grupo que, además de sonar muy bien, era muy innovador. Fue el primer grupo que se consolidó haciendo un jazz con características venezolanas. La Banda Municipal de Gerry Weil demostró que se podía hacer una música venezolana distinta desde una perspectiva contemporánea y eso me parece un gran aporte”.

 

Gerry Weil

Gerry Weil produjo discos para María Riva, Desorden Público y Caramelos de Cianuro, entre otros | Foto Alejandro Coutinho | @alejandrocoutinho

 

En el ámbito jazzístico, Horacio Blanco considera que Gerry Weil fue una de sus figuras más importantes junto con Aldemaro Romero; sin embargo, cree que su obra no ha tenido la repercusión que merece. “El jazz es muy elitista, ojalá no fuera así, pero eso hizo que nunca fuera un músico que tuviera una repercusión a escala muy masiva y eso que Gerry fue muy permeable a las tradiciones venezolanas, sobre todo a lo afrovenezolano. Le metía mano a todo eso, era de los tipos que se metían en la candela”.

Gregorio Montiel Cupello, Prisca Dávila y Horacio Blanco coinciden en que el vacío que deja Gerry Weil en la música en Venezuela es hondo. “Está todo su legado, que es maravilloso, pero tenemos un vacío porque se nos fue un pilar fundamental de la música, tanto de la enseñanza como del jazz venezolano. No lo tenemos con nosotros, pero su legado musical, su obra, siempre estará”, dice Dávila.

 

Gerry Weil

Gerry Weil contagió a generaciones su visión de que el arte es oxígeno| Foto Alejandro Coutinho | @alejandrocoutinho

 

Aunque el legado musical de Gerry Weil es extenso, el vocalista de Desorden Público cree que no llegará a las nuevas generaciones, sobre todo a las que han sido expuestas e influenciadas por la música urbana. “Lamentablemente, muchos de esos chamos ni conocen y creo que ni conocerán a Gerry Weil. Para esos chamos él pudo haber existido o no, ellos seguirán bailando su reguetón. Pero para los que estuvimos, estamos y estaremos el tiempo que se puede más metidos en otras en otras búsquedas musicales, sí es imposible suplir esa vacante”.

Para Horario Blanco, la vigencia del legado de Gerry Weil también dependerá del trabajo que hagan los músicos, sus alumnos, para mantenerlo vivo. También considera necesario que alguna institución cultural, privada o pública, le haga su merecido homenaje.

“La vigencia en el tiempo de su legado va a depender muchísimo de lo que hagamos, tanto los músicos como las instituciones que tengan que ver con la cultura. Cómo rescaten su legado, cómo se grabe más música en su honor o cómo se graben o reinterpreten sus composiciones, eso depende de nosotros y tendremos que ponernos las pilas. Creo que sería justo que las instituciones culturales de nuestro país, en algún momento, le rindan tanto honor como a Simón Díaz o Aldemaro Romero. Fue uno de esos grandes caballos de nuestra cultura musical”, concluye.

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