Francisco Denis ya es parte de la industria de Hollywood, algo que, confiesa, nunca buscó. De haberse destacado como director en Río Teatro Caribe en el país y de haber actuado en unas 15 películas, pasó a ser un cotizado actor luego de interpretar a Miguel Rodríguez Orejuela en la exitosa serie Narcos, de Netflix, que contaba el ascenso al poder del narcotraficante Pablo Escobar Gaviria.
Ahora fichó para la segunda entrega de Jack Ryan, la nueva apuesta de Amazon Prime que tiene como productora a Paramount Television. La primera temporada se inicia el 31 de agosto y para la siguiente habrá que esperar hasta el año que viene.
Denis no puede adelantar mucho de su personaje. Solo señala que es un hombre latinoamericano ligado al poder. Podría ser una especie de vicepresidente de una república de la región. Sobre Jack Ryan, cuya temática principal es el espionaje, se sabe que narra la historia de un analista de la CIA y los problemas que afronta Estados Unidos en el Medio Oriente.
El actor considera que su vida ha cambiado radicalmente. Estaba acostumbrado a la dirección de teatro, y reintegrarse de lleno a la interpretación ha sido un reto. Sin embargo, le agrada que a medida que avanza en esa nueva etapa las exigencias son cada vez mayores.
Hasta el 15 o el 20 de septiembre estará en Colombia, donde continúa las filmaciones de Jack Ryan. Luego irá a México, donde reside. Suele viajar a Los Ángeles para participar en casting de proyectos futuros.
—¿Cómo llegó al elenco de la serie Jack Ryan?
—El casting de la serie me llegó a principios de abril. Fui a Los Ángeles y participé en la audición. Al cabo de unos días me avisaron que estaba entre los favoritos para el personaje. Pero la respuesta definitiva me la dieron en tres semanas. Hasta que se concretó.
—¿Viene de personajes en dos series importantes, Narcos y El comandante. ¿Cómo lo asimila?
—Para mí esto es una nueva etapa en mi vida. Antes de trabajar en televisión internacional, dirigía teatro principalmente en Caracas y había participado en unas 15 películas en Venezuela. Ahora, cuando en 2015 empiezo a trabajar en Narcos, mi vida tuvo un cambio radical. Primero salir de Venezuela y luego dejar de dirigir teatro y dedicarme otra vez a la actuación, que aunque vengo de ahí tenía tiempo sin hacerlo. Esto de Netflix, y ahora con Jack Ryan, es realmente estar metido en la industria cinematográfica norteamericana. El comandantefue una experiencia más parecida a la televisión que solemos hacer en América Latina, una especie de telenovela-serie. Me hubiera gustado que fuera distinta, que se lograra, sobre todo, un interés político más importante.
—En estas últimas producciones los temas han sido la política y problemas sociales. ¿Se siente atraído por esos temas? ¿Le gustaría experimentar con otros?
—Yo no escojo los temas. Ha sido por casualidad que hayan sido temas políticos en estas series. Aunque en el teatro siempre me ha interesado la política.
—¿Le abrió muchas puertas su personaje en Narcos?
—Fue a partir de Narcos que se abren las puertas a las que nunca había apuntado. Una vez que llegas con una serie así en tu dossier, pues aparecen oportunidades. Eso no quiere decir que entres, simplemente significa que te van a ver, que ya es un gran paso.
—¿Se imaginó en Hollywood?
—Nunca, y menos mal, porque conozco de muchos actores que van a Hollywood esperando estar en el cine y es muy complicado si no vienes con nada antes. Hay actores que tienen créditos por cine o televisión en América Latina, pero con eso no se te abren las puertas. Esa fue un poco la razón por la que nunca quise ir a Hollywood. Yo trabajé mucho en Ecuador también, y era mi ámbito. Ahora se me dio esta oportunidad y no quiero desaprovecharla, porque es una experiencia increíble.
—¿Qué es lo que más le ha costado asimilar en este proceso de convertirse en actor en la gran industria?
—Lo más difícil de Hollywood es aguantar. Porque te puede salir una serie o una película, pero pueden pasar un día, meses o hasta años sin que salga nada. Hay actores que hicieron una gran carrera y de pronto no tienen nada. Es difícil estar siempre como que a la expectativa de que te llamen. Yo no estoy acostumbrado a eso: siempre generé mi propio trabajo como director de una agrupación de teatro. Hay que tener mucha paciencia.
—¿Cómo mira al país desde la distancia?
—Yo viajo a Venezuela cada vez que puedo. No pasan más de cinco o seis meses sin que vaya. Cada vez que uno regresa te das cuenta de que el país se está desmoronando. Se van apagando las luces. Al final quedan dos o tres bombillos por ahí. Ya veremos qué sale de todo esto, más allá de lo político, veremos qué pasa con nosotros como sociedad y cultura.