Hay seguridad en la manera de hablar de Fran Beaufrand. En su tono no hay rastros de aquel acento particular de Maracaibo, su ciudad natal, pues el fotógrafo nacido en 1960 ha hecho de Caracas y Nueva York sus hogares. Con sus manos sostiene firmemente un bastón de la época del art déco. Su fuerza proviene, realmente, de sus más de 40 años de experiencia en el mundo de la moda y la publicidad. Sonríe tímidamente cuando vuelve sobre su pasado, y mira con complicidad y orgullo a Aarón Martínez, un joven fotógrafo que lo acompaña desde 2019 en una investigación personal sobre moda e identidad. Así, rodeados por obras de la exposición Layers (capas), explica cómo surge la serie.
«Este trabajo parte de la moda para reflexionar sobre la moda. Habla de las capas que nos cubren, que crean nuestra identidad o que nos ocultan. Aaron y yo fuimos entendiendo que eso conceptualmente es un discurso muy interesante porque tiene mucha reflexión; la moda es el gancho que atrapa. Pero en el fondo está hablando también de otros temas mucho más profundos: la identidad y su construcción, lo que ocultamos, la sombra de la que habló Jung. Ha sido un trabajo muy rico que tiene muchas capas de lectura», explica el licenciado en Artes, diseñador gráfico, fotógrafo y docente sobre la exhibición que inauguró el 3 de abril y estará en la Galería GBG Arts de Caracas hasta el 29 de mayo.
Beaufrand y Martínez exponen 25 imágenes tomadas entre 2019 y 2022. Las fotografías remiten, de acuerdo con los autores, a una elegante ironía sobre la moda y la identidad. Los modelos de todas las fotografías llevan cubiertos sus rostros con pañuelos y van vestidos de Gucci, Nina Ricci, Burberry, Yves Saint Laurent, Valentino, Christian Dior, Pierre Cardin y Balmain. Las piezas forman parte de la colección privada de Beaufrand y se remontan a la década de 1950 hasta el presente.
«El tema de la moda siempre me ha apasionado. Me he dedicado a coleccionar y a comprar muchísimas piezas. Y aquí hay de todos los diseñadores y marcas importantes de las últimas décadas. Una parte del discurso es mostrar que las marcas también se han convertido en nuestra identidad. Es intencional recordar que construimos una imagen de poder y seducción a través de ellas. Es nuestra armadura con la que enfrentamos al mundo. Pero muchas veces terminamos siendo un simple envoltorio de marcas y se pierde la imagen de la persona», sostiene Beaufrand.
Las obras remiten de forma inmediata a René Magritte, pintor francés surrealista del siglo XX, con su obra Los amantes; pero también a Giorgio de Chirico, fundador de la pintura metafísica y al pintor realista estadounidense Edward Hopper con su tratamiento de la luz, la nostalgia y el ensimismamiento. Conectado con el pintor neoyorquino, Beaufrand señala: «En Layers nadie habla con nadie. Nadie se mira. Son todos individuos en situaciones en las que no comparten con otros. Están sumergidos en su propia acción sin conexión con más nadie», puntualiza.
Las fotografías se tomaron en estudio, pero también en locaciones emblemáticas de la ciudad como el Edificio Las Américas, Villa Planchart, el Centro Simón Bolívar y la Universidad Central de Venezuela. Se trata de otra reflexión de los realizadores: Caracas y la modernidad. Beaufrand apela a la nostalgia con cierto pesar, pues revela las intenciones de una ciudad que se abrió paso hacia la vanguardia a mediados de siglo XX, pero que no avanzó.
Explica el fotógrafo que Caracas es un escenario que les permite enfrentar y apreciar el pasado. Sin embargo, también subraya que las fotografías tienen un aura misteriosa y atemporal que consiguieron gracias a elementos como el vestuario y la luz que componen la escena retratada. «Tú las ves y te preguntas ‘¿de cuándo son?’, porque hablan de un tiempo impreciso».
Para Aarón Martínez, quien estudió Odontología, pero decidió perseguir su verdadera pasión, esta alianza le ha permitido crear, conocerse aún más y afianzar sus conocimientos sobre la fotografía de moda. «Una de las cosas que me quedó más clara de trabajar con Fran fue esta cosa de llevar un orden. Cómo se deben hacer las cosas. Que al final, al momento de hacer la fotografía, hay cierto azar. Para mí ha sido un honor crear estas imágenes con él. Yo creo que lo que más hice fue aprender. Y es interesante que en las imágenes no hay un aspecto diferenciador. Es decir, trabajamos en conjunto, en lo técnico y creativo, y no se puede establecer qué agregó quién», enfatiza Martínez.
La belleza detrás del lente de Beaufrand
El canon de la belleza no es fijo. Cambia de acuerdo al tiempo, cultura y geografía. La moda, por su parte, busca resaltarla dentro de contextos particulares. En la sociedad hay apasionados amantes de este mundo, capaces de ver ciertas marcas como familia; pero también hay severos detractores que rechazan esta particular esfera. De hecho, Beaufrand comenta que ha tenido que luchar contra prejuicios toda su carrera. Pero enfatiza en sus comienzos. Es decir, en la Venezuela de 1970 y 1980 que no daba demasiado espacio para la fotografía de moda. Incluso así, no solo persigue la belleza estandarizada, sino la belleza singular, única y que, quizás, no complace a la mayoría.
En Layers ocurre algo particular: el rostro de los modelos está oculto por pañuelos. Pero, opina Beaufrand, las personas hoy también se esconden detrás del maquillaje, la cirugía plástica e incluso los filtros digitales que ofrece la tecnología actual. «Estas máscaras, como metáfora, las usamos para transformar nuestro rostro en otro. Construimos la identidad a través de la modificación. Aquí hay una idea sobre cómo las redes sociales han construido a una nueva comunidad de humanos donde todos están disfrazados de lo que quieren ser. Por eso en Layers tapamos el rostro. No se sabe si es bello o si es feo. Más bien, idealizamos lo que hay detrás».
Luego, para luchar contra los prejuicios, Beaufrand sugiere cultivarse y sensibilizarse: «En la fotografía hay muchos lenguajes y aquí estamos hablando de uno que nos acerca a la moda, pero va más allá. La fotografía tiene un espacio propio en el mundo del arte: forma parte de importantes colecciones, de grandes subastas de arte y está en los mejores museos del mundo. Los fotógrafos de moda son considerados creadores y artistas relevantes. Los prejuicios los puede tener gente que, quizás, no ha visto de una manera amplia el terreno de la fotografía. Este es un lenguaje tan valioso e importante como cualquier otro», comenta.
Aunque Beaufrand y Martínez no persiguen discutir sobre cuestiones sociales y culturales de la actualidad, Layers roza, ligeramente, el tema del género. De aquello que es propio de la belleza femenina o masculina. Ya que, inmiscuido en lo que no se ve, está la posibilidad de que el modelo sea mujer u hombre. Existe, pues, cierta ambigüedad que abre paso al género fluido, lo impreciso e indefinido.
Un hombre de su tiempo
Fran Beaufrand estudió Artes en la Universidad Central de Venezuela, también en la Escuela Cristóbal Rojas y Diseño Gráfico en el Instituto Neumann. Pero más que un pincel, su pasión estaba en capturar imágenes con la cámara. La Venezuela de 1970 y 1980, a pesar de su acercamiento a la vanguardia y al carácter cosmopolita, todavía no le daba espacio al mundo de la fotografía de moda, no había escuelas para ello. Motivo por lo que Beaufrand se acercó con cierta timidez y cuidado a la técnica de este oficio. «Yo siempre extrañé no tener algún maestro o a alguien que me orientara en la fotografía. Todo lo hice de manera autodidacta y eso me trajo muchas inseguridades en un principio», confiesa.
Acompañado por amigos ya iniciados en la fotografía, por libros y, sin duda, gracias a su talento, Beaufrand labró su camino y trabajó con toda la industria de la moda venezolana. Entre ellos: ÁngelSánchez, Margarita Zingg, Mayela Camacho, Giovanni Scutaro, Armando Piquer y Camila Castillo. Publicó en distintos medios, llevó adelante destacadas campañas publicitarias y parte de su obra forma parte de las colecciones del Museo de Bellas Artes, la Galería de Arte Nacional, Museo Alejandro Otero y el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas. Pero no solo en Venezuela, en Latinoamérica también se posicionó como un importante fotógrafo de modas y en Nueva York trabajó con el diseñador Halston.
«Tú comienzas explorando y no sabes adónde te lleva la vida. Y esa timidez que podía tener algún momento fue superada. Logré convertirme en la persona que soy hoy; además, con una capacidad de comunicación y una capacidad de moverme entre muchos escenarios. Quizás fue la pasión que sentí por lo que hacía lo que me ayudó a perder el miedo y abrazar la idea de que uno debe ser un comunicador, uno tiene que ser un hombre de su tiempo. Si tú eres un creador, tienes que hacer que tus ideas lleguen lo más lejos posible. Y yo asumí esa misión convencido de la responsabilidad y tareas que me tocan», confiesa.
Ante la palabra vanidad, Beaufrand propone distancia. «No me considero un hombre vanidoso como muchos podrían pensar. Esa no es una palabra que me defina para nada. Creo que soy un apasionado de lo que hago», afirma. Por otra parte, Aarón Martínez propone que Beaufrand es la mejor persona que conoce: «Es espléndido, una persona que conoce y alimenta la compasión, que es un valor que hace la diferencia en todo. Fran es una persona llena de valores y yo estoy honrado de trabajar con él».
Además de dedicarse a la fotografía de moda y a la publicidad, Beaufrand también ha ejercido la docencia. En sus propias palabras, ofrece sus conocimientos de la forma que a él le hubiese gustado que le enseñaran. «La vida me dio la oportunidad de convertirme en ese maestro, ese tutor, en este guía y puedo apoyar a las nuevas generaciones. Ha sido un recorrido amplio. Siento mucha satisfacción por haber podido formar nuevos fotógrafos. Y me encanta el vínculo que se forma con todas estas nuevas personas, con las alianzas creativas, porque es una manera de compartir con las nuevas generaciones y de retroestimular la creación».
«Siempre he aprendido de mis alumnos y se los digo muchas veces. Me sorprende la manera cómo abordan temas. Cómo plantean ideas, porque cada generación tiene una manera distinta de mirar el mundo. Y eso me parece muy interesante, me seducen esas nuevas formas de entender la creatividad y la belleza», puntualiza Beaufrand.
Con respecto a sus referentes, por una parte pictóricos, dice el fotógrafo que tendría que revisar todas las épocas y, de cada una, seleccionar algunos artistas. Sin embargo, resalta al siglo XX y las vanguardias. De ellas, el surrealismo, cubismo, pop-art, dadaísmo y lo conceptual. Sobre figuras de la fotografía, propone a Richard Avedon, Irving Penn, Steven Meisel, Terry Richardson y el baron Adolf de Meyer.
«Me nutrí con un sinfín de artistas durante mis estudios. Y me he nutrido de todo lo que voy descubriendo, no me quedo con uno solo. No hay un único referente. Uno siempre va aprendiendo y va entendiendo el tiempo con sus respectivos cambios. Hemos tenido que aceptar que la tecnología, el mundo, la moda cambió. Y uno tiene que evolucionar junto con eso. Hay que estar en constante transformación. Eso me obligó a buscar, con emoción, a otros creadores. Las referencias son muchas», comenta.
Más que capturar momentos o escenas con fotografías, el artista persigue disfrutar la vida. Goza conectarse con todos sus sentidos para, así, crear recuerdos más completos. Por otra parte, rechaza la idea que ata la cámara a la persona. «No. Yo no quiero fotografiarlo todo», asevera y, además, añade que desestima la obsesión de la sociedad actual con retratar cada aspecto de su vida y exhibirla en las redes sociales.
«Saber por las redes sociales dónde, con quién, qué está haciendo, qué come, qué ve una persona puede ser muy aburrido. Me parece totalmente innecesario, y no me interesan estos aspectos de la vida de otras personas. A mí me interesa disfrutar el recorrido de la vida con la experiencia. Compartir con otra gente creativa, me gusta leer, ver una buena película. Claro, dependiendo de lo que sigas en las redes, también puede ser positivo; pero me inclino por lo que enriquezca mi vida desde lo cultural, la experiencia amorosa, el cariño de la gente que me rodea… Eso para mí es fundamental», dice el artista.
Aunque la exposición clausura el 29 de mayo, el trabajo de Aarón Martínez y Fran Beaufrand de investigar y reflexionar sobre las capas que componen al ser humano y su relación con la moda, sigue. Más adelante, la exposición visitará galerías de otros países. Mientras, la galería GBG Arts ofrecerá una serie de encuentros y tertulias.
Y en lo personal, Beaufrand espera seguir trabajando: «Que la vida me regale la posibilidad de seguir haciendo lo que me gusta. Seguir creando, porque uno tiene esa motivación como forma de vida y es lo único que quiero hacer hasta el final», sentencia. Además, quiere seguir viviendo en Caracas. «Mi relación con Nueva York fue muy cercana por un tema familiar. Por eso es que yo siempre tuve esa sociedad como referencia. Y la disfruto desde los setenta hasta la actualidad. Pero Caracas es mi lugar, es donde yo decidí estar, donde yo decidí hacer mi vida y donde quiera seguir haciéndolo. No me he planteado cambiar este escenario, sino simplemente para explorar el mundo. Mi lugar es estar aquí», concluye.