En principio, el filme Fragmentos de una mujer, dirigido por el realizador húngaro Kornél Mundruczó y producido por Martin Scorsese, es la historia de una tragedia de esas que provocan la implosión del mundo de quienes las sufren. Martha (Vanessa Kirby) y Sean (Shia LaBeouf) están a punto de ser padres y la emoción por lo que viene los entusiasma por igual, aunque cada uno tenga su modo de expresarlo. Él es todo energía centrífuga, movimiento exterior, acción pura; ella parece funcionar a un ritmo más pausado, más interior. Cuando todo salga mal en el parto domiciliario, esas diferencias se harán más profundas, más insalvables.
Con una brillante y desgarradora secuencia inicial de casi treinta minutos en la que se plantea el conflicto, el director consigue presentar a sus personajes con una profundidad notable. La puesta en escena delata lo que los une y lo que los separa casi desde el inicio. Y no sólo a los protagonistas sino también a los personajes secundarios, que terminarán no siéndolo tanto. La experimentada Ellen Burstyn interpreta a la madre de Martha, una señora controladora que no disimula su desacuerdo con las elecciones de vida de su hija, empezando por su pareja, al que menosprecia con naturalidad.
El detonante del relato, la traumática muerte del bebé recién nacido, pone en evidencia el vínculo de Martha con su mamá y su historia familiar, una relación difícil pero significativa que se mezcla con las crueldades de la vida cotidiana ante la tragedia y el personal transcurso del duelo.
Aunque por momentos el guion pierda fuerza, especialmente cuando se ocupa de la trama secundaria relacionada con el juicio a la partera que asistió en el nacimiento, su estructura en viñetas organizadas por fecha da cuenta de un proceso doloroso que nunca recurre al morbo o a los subrayados innecesarios. Y esa sutileza, que no supone estatismo sino una corriente de movimiento apenas notable pero siempre presente se transmite en la interpretación de Kirby, ganadora del premio a la mejor actriz en el Festival de Venecia por este papel.
Cuando el relato sigue a Martha y al proceso de supervivencia que la lleva a interiorizar todo el dolor, la culpa y la frustración, que la hace aislarse del mundo mientras su cuerpo con las evidencias de un parto reciente no le permiten sobreponerse ni un segundo a lo sucedido, la película cobra una contundencia fascinante. Y lo mismo sucede con el deterioro de su relación de pareja, un desastre anunciado que para ella se desarma a cuentagotas y para Sean es un rápido descenso a los infiernos de su propio pasado.
A pesar de que las recientes noticias sobre la personalidad abusiva y los problemas de LaBeouf puedan opacar su interpretación y resulte difícil separar los estallidos de violencia de su personaje de la vida del actor, lo cierto es que Fragmentos de una mujer ratifica su talento y una vez más pone al espectador frente al dilema de separar o no a la obra del artista. Pero esa es una discusión que excede esta crítica y que aunque sea inevitable no debería restarle méritos a una película que en sus mejores secuencias consigue ser un relato profundo y sensible que expone las consecuencias de la tragedia más íntima.